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Fin de año tapado de dudas

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Cosa aburrida los balances de fin de año. Hablamos, claro está, de los artículos que buscan salir del paso con un insulso resumen anual. Pero el lector sabe que en este espacio jamás escribimos para cumplir. Ni aunque nuestro editor en funciones, Raúl Santopietro, nos mire con cara de perrito al que dejan por las vacaciones, cuando recibe la “echada” de esta edición potenciada de El País.

Ahora... ¡pavada de año cerramos! A esta altura del 2021 todavía penábamos por los coletazos del covid. Y si bien hacíamos de cuenta que la pandemia había terminado, fue un enero marcado por los contagios, algo que golpeó aquella temporada turística y el bolsillo de los uruguayos. Hoy, si bien hay un repique del virus, está claro que entre las vacunas, la inmunidad natural, y la saturación general (las notas a virólogos ya ni se leen), estamos en otro mundo. Salvo los pobres chinos que apostaron al cuento del “covid cero”. ¿Se acuerda cuando nos vendían que China había manejado esto mejor que nadie? ¡Já!

Esa pregunta marca el tono de esta nota. En vez de balances nos haremos preguntas de cara al futuro.

Por ejemplo, esta semana se cayó otro de los escandaletes del “caso Astesiano”. Hablamos de la denuncia en torno a una charla del custodio fallido en la que buscaba averiguar el destino de un viaje intempestivo de la primera dama. El episodio, cuyo único valor informativo era mostrar los malos términos en que estaba entonces la relación conyugal del Presidente, azuzó la inquina de muchos. Al punto de llegar a sugerir que en vez de una cuestión de seguridad del estado (el gobierno es responsable de la seguridad de la familia del Presidente, guste o no), había hasta un tema de violencia de género. Como si el sentido común no fuera suficiente, las declaraciones de la implicada sepultaron el tema. Como pasó con la donación de pescado, como pasó con el espionaje a Bergara y Carrera, y prácticamente todas las denuncias del caso.

Ta, esto va quedando en nada, pero la pregunta es ¿hasta dónde afectará al gobierno? ¿será que este 39% de apoyo que marcan las últimas encuestas es el piso, o seguirá cayendo? El 2023 nos lo responderá.

Lo que no parece que vaya a aflojar es la ofensiva furibunda de la oposición contra el gobierno. Esta semana vimos al presidente del FA siendo desalojado del Parlamento por liderar a una turba que insultaba a los legisladores democráticamente electos, que votaron la reforma de la seguridad social. ¡Reforma de la que su partido votó varios artículos! Pero eso ya pasó con la LUC así que no sorprende mucho.

¿Le pagará políticamente a la oposición esta actitud? ¿Será una estrategia de desgaste para que después venga Orsi con su “buena ondita” a alimentarse de los despojos de la convivencia entre uruguayos? Porque si hay algo que ya se palpa en asados, encuentros y despedidas de año es el daño que esta actitud de guerra civil lanzada por algunos políticos y “twitstars” opositores ha tenido en el vínculo social en el país.

Esta semana, también, el gobierno anunció una batería de medidas muy beneficiosas para la población. Un masivo plan de obras de saneamiento en el interior del país, una rebaja importante en el precio de los combustibles, un aumento de tarifas de servicios públicos bastante por debajo de la inflación. Incluso una rebaja de los intereses de los préstamos de las cooperativas de vivienda.

Esto se suma a señales de un aumento en el salario real, y a señales de que el consumo y las ventas comerciales están creciendo fuerte.

La pregunta es, ¿hasta dónde se sentirá esto en la población? ¿será que el fuerte crecimiento económico del país en este año empieza a “derramar” sobre la sociedad? Otro tema, las señales de freno en el crecimiento de las que alertan los economistas, ¿serán una pausa transitoria o el inicio de algo más preocupante? Otra pregunta que nos responderá el 2023.

Pero hay otra pregunta central, al menos para los que seguimos la política día a día, y estamos contagiados del virus electoral permanente: ¿qué nos deparará la carrera electoral que comenzará ya este año que empieza mañana?

Hay una verdad implacable que percibe cualquiera que siga encuestas y noticias políticas. Vivimos en un país marcado por dos sectores monolíticos, implacables, de más o menos un 40% para cada lado. Fachos y focas, oligarcas y bolches, “malla oros” y “tupitas con iphone”... Parece haberse levantado un muro implacable entre esas dos mitades, que hace imposible no ya el pase de un lado a otro, sino la comunicación. Incluso la estrategia algo histérica de la oposición en estos dos años y medio (con perdón a los que padecen histeria), apenas ha logrado erosionar la simpatía de quienes sin haber votado a Lacalle Pou lo veían con amabilidad.

La gran pregunta es qué piensan, qué hacen, que hará, ese 15 o 18% que vive en medio de la grieta. Según dicen las encuestas, y confirman los políticos con experiencia, es gente que ni lee, ni se interesa, y que definirá su voto a último momento en función de su bolsillo, de su ánimo, o de cosas todavía más volátiles. ¿Para dónde nos llevarán el día que decidan ponerse a pensar en esto? Esa es la pregunta principal que empezará a responder el 2023. Y no podemos esperar a saberlo. Feliz año.

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Martín Aguirre

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