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Faltó Corleone

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El frente sindical-político está por cumplir un aniversario de algo y pintarrajeando paredes de Montevideo -“arte” de su dominio exclusivo- publicita la consigna de la movida: “Contra la mafia y por la democracia”.

Un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina de la Organización de la ONU destaca que nuestro país ha sido en 2022, el que tiene mayor renta per cápita de América Latina y el Caribe (U$D 18.547), seguido por Chile y Bahamas. Agrega que sobresale por ser el “país con mayor consumo efectivo de los hogares en el consumo vinculado a viviendas, agua, electricidad y otros combustibles”.

Respecto de la democracia -entendida como estado de Derecho, separación de poderes, respeto por los derechos humanos y elecciones libres- Uruguay ha mejorado su ya alta calificación, en el ranking del medio The Economist. Pasando del lugar 13 al 11, reforzando así su posición como democracia líder en el mundo. La citada publicación respetada en los círculos más altos de la realidad mundial, destaca por estar sus informes dirigidos al público más calificado.

Obviando una enumeración más extensa cabe citar al pasar que la República destaca en la vanguardia de los países latinoamericanos en desarrollo humano -según indicadores de salud, de economía y de educación- emanados de la ONU; así como en los de falta de corrupción en la administración del Estado de acuerdo con los informes de aceptación global de la organización Transparencia Internacional.

Este tipo de datos son para los gobiernos un tablero como el que guía al chofer de un auto o el piloto de un avión ayudándoles en la conducción del respectivo vehículo. Sería una burla respecto de quienes están en una condición de vida cargada de necesidades insatisfechas creer que esto es una fotografía de “cracks” para dormir en el podio. Las necesidades populares son una planta que debe regarse siempre y sin pausa.

En el marco de esta realidad una noticia sobresale. Refiere a la estadía cinco estrellas con “all inclusive” que le fue dada al mafioso italiano Rocco Morabito capo de la mafia calabresa y a un colega suyo el narcotraficante colombiano Gerardo Gonzales Valencia -alias “el Cuini”- célebres por su peligrosidad en el mundo entero, mientras estaban presos en Uruguay en vísperas de su extradición. El hecho fue exhaustivamente investigado por el fiscal Ricardo Lackner y parte del mismo hace a que a ambos delincuentes se les facilitaba reunirse en el edifico de la vieja “Cárcel Central” de San José y Yi. Incluida la visita de un ruso que ayudó a fugarse a Morabito posteriormente. Tenían la más amplia libertad para moverse en el lugar, instalaciones apropiadas para una vida de lujo y no faltaron comilonas de las que participaba incluso el personal policial de custodia. La actuación de la fiscalía tiene ribetes de estruendo y en el colmo del desparpajo citado a declarar como indagado el exdirector de la Policía nacional del gobierno frentista Mario Layera de responsabilidad ineludible en estos hechos, ha dicho ¡que nunca se enteró de nada! Nadie sabía nada. Ni Layera, ni el subsecretario del Ministerio del Interior, ni el ministro. No solo es trascendente lo aludido por su dimensión, sino que importa por la moral del policía común, ante realidades que por su naturaleza son de las que “todos en París conocen”.

¿Corleone? Faltó sin aviso.

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Ricardo Reilly Salaverri

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