De Primer Mundo

Nos encontramos en un momento único en el que la estabilidad política, el crecimiento económico y la reputación internacional del Uruguay nos obligan a tomar perspectiva y analizar un poco más allá de la coyuntura.

Y cuanto más reflexionamos, encontramos que aparece ante nosotros la gran oportunidad de ser el primer país desarrollado de América Latina, el primer país de primer mundo de la región.

Un país de primer mundo o desarrollado es aquel que posee un alto nivel de vida. Uno de los indicadores más usados para considerar a un país como “desarrollado” es el índice de desarrollo humano (IDH). Se trata de un indicador elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que se utiliza para clasificar a los países. El índice está compuesto por la esperanza de vida, nivel educativo e indicadores de ingreso per cápita. Un país obtiene un IDH más alto cuando la esperanza de vida es mayor, el nivel de educación es mayor y el ingreso nacional bruto per cápita es mayor.

Este objetivo puede parecer un sueño, pero también puede ser una meta que nos guíe. En el instante en que lo tomemos como propio puede transformarse en la misión, estamos en el tiempo en el que deben establecerse rumbos ciertos para lograr ambiciosos resultados. No es una locura, ni una ilusión, se trata de algo posible y real si seguimos trabajando en conjunto. Una visión de futuro que podría ser nuestra misión como sociedad. La clave radica en militar causas claras con banderas de unidad.

Llegó el tiempo en que el trabajo a corto, mediano y largo plazo cobre sentido con un claro objetivo de país. Atendiendo siempre emergencias y urgencias, pero también con acciones de mediano y largo plazo enmarcadas en un plan estratégico. Estamos ante una oportunidad histórica.

Para transitar este camino, tenemos que ocuparnos de algunas cuestiones centrales, a modo de ejemplo, veamos tres ejes fundamentales.

Profundizar la mejora de los indicadores de Seguridad, con represión del delito, pero -sobre todo- con prevención. Estas son las condiciones básicas de eficacia de cualquier política de seguridad del mundo. Lo que necesitamos para poder vivir tranquilos.

Debemos priorizar una mejor distribución del ingreso, nos interpela en nuestra fibra más íntima que, con los indicadores económicos que tiene Uruguay, aún haya personas en situación de calle o haya quiénes tengan que ir a una olla popular para poder comer. No podemos acostumbrarnos o naturalizar que haya personas en estas condiciones, esta debe ser nuestra máxima prioridad a la hora de pensar en respuestas desde el Estado. Se trata de que la Justicia Social no sean dos palabras dichas para cumplir, sino que impliquen respuestas concretas, con planes concretos, plazos y mediciones.

A su vez, debemos contar con una educación moderna y de calidad, pionera y de vanguardia con el aporte de las últimas tecnologías, inteligencia artificial, robótica y programación. Que prepare a nuestros jóvenes para el mundo que se viene. Seguridad, Justicia Social y Educación como ejes del camino y rumbo hacia el primer mundo. Uruguay tiene con qué y va por buen camino, podemos hacer que el sueño sea meta, que se transforme en nuestra misión y luego en realidad.

Sigamos trabajando por lograr un pequeño país modelo.

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Andrés Ojeda

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