Una prótesis ocular permite volver a leer a personas con ceguera por degeneración macular

Un microchip fotovoltaico implantado en el ojo y conectado a unas gafas de realidad aumentada logró devolver la capacidad de leer a pacientes con ceguera irreversible por atrofia geográfica.

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Foto: Unsplash.

Redacción El País
Una prótesis ocular desarrollada por un equipo internacional de científicos europeos y estadounidenses ha logrado algo impensado hasta hace poco: devolver la visión a personas que habían perdido completamente la vista por una atrofia geográfica, la etapa más avanzada de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad que afecta a cerca de cinco millones de personas en el mundo.

El dispositivo, llamado Prima, fue probado con éxito en un ensayo clínico con 38 pacientes mayores de 60 años de 17 centros hospitalarios en cinco países. Los resultados, publicados en The New England Journal of Medicine, muestran que tras un año de uso, el 84% de los participantes recuperó la capacidad de leer letras, números y palabras a través del ojo que había perdido la visión.

Cómo funciona la prótesis Prima

Prima combina un microchip fotovoltaico inalámbrico implantado en la retina con unas gafas de realidad aumentada. El chip, del tamaño de una tarjeta SIM (2 x 2 milímetros), se inserta mediante una cirugía conocida como vitrectomía, en la que se retira el gel vítreo del ojo para ubicar el dispositivo bajo el centro de la retina.

Las gafas cuentan con una pequeña cámara que capta las imágenes del entorno y las proyecta, en tiempo real, mediante luz infrarroja sobre el chip. Este actúa como los fotorreceptores naturales dañados por la enfermedad, transformando la luz en estímulos eléctricos que permiten que el cerebro vuelva a interpretar imágenes.

Una de las grandes ventajas del sistema es que no requiere cables ni alimentación externa, ya que el microchip se activa con la luz que recibe. Además, el diseño permite combinar la visión periférica natural del paciente con la visión central recuperada gracias al implante, lo que facilita la orientación y el movimiento.

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Foto: Unsplash.

El investigador Daniel Palanker, de la Universidad de Stanford, destacó que esta integración entre ambas visiones es clave, porque permite que las personas “fusionen las imágenes y aprovechen al máximo su nueva capacidad visual”.

Meses de entrenamiento y recuperación progresiva

Los pacientes comenzaron a usar las gafas unas cinco semanas después de la implantación. Si bien algunos lograron distinguir figuras desde el inicio, la mayoría necesitó varios meses de entrenamiento para alcanzar una buena agudeza visual, en un proceso similar al que atraviesan quienes reciben implantes auditivos.

De los 32 pacientes que completaron el año de seguimiento, 27 pudieron leer y 26 mostraron una mejora significativa en la agudeza visual, alcanzando una visión de hasta 20/42, lo que representa un avance promedio de cinco líneas en la tabla optométrica tradicional.

Hoy, muchos de ellos usan la prótesis en su vida cotidiana: leen libros, etiquetas o carteles de transporte público, gracias a las funciones de ajuste de contraste, brillo y zoom (de hasta 12 aumentos) que ofrecen las gafas.

Aunque 19 participantes presentaron efectos secundarios —como hipertensión ocular o pequeños desgarros en la retina periférica—, todos fueron controlados sin complicaciones graves en un plazo máximo de dos meses.

Oftalmólogo
Consulta oftalmológica.
Foto: Freepik.

Desafíos y próximos avances

Por ahora, la visión que ofrece Prima es en blanco y negro, sin matices intermedios. Los investigadores trabajan en un nuevo software que permita distinguir tonos de gris y, en el futuro, colores. “El siguiente objetivo es el reconocimiento facial, para lo que se necesita una percepción más precisa de los tonos”, explicó Palanker.

El equipo también desarrolla chips de mayor resolución y gafas más discretas y livianas, además de explorar su aplicación en otros tipos de ceguera provocados por la pérdida de fotorreceptores.

Este logro marca un antes y un después en la oftalmología moderna: es la culminación de más de veinte años de investigación, pruebas con animales y múltiples prototipos. Para miles de personas con ceguera irreversible, representa algo más que un avance tecnológico: una segunda oportunidad para ver el mundo.

En base a El Tiempo/GDA

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