La acumulación de grasa en las células hepáticas, conocida como hígado graso no alcohólico, puede derivar en inflamación, fibrosis, cirrosis e incluso cáncer. Esta afección se relaciona principalmente con una dieta inadecuada, falta de ejercicio, obesidad, sobrepeso, hipertensión, niveles altos de colesterol y triglicéridos, así como resistencia a la insulina.
Aunque hasta el momento no se dispone de medicamentos que curen directamente esta enfermedad, sí hay evidencia sólida de que modificar el estilo de vida puede revertirla.
Así lo indica un metaanálisis publicado en The American Journal of Gastroenterology, realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de Penn State, en Estados Unidos.
Solo 22 minutos al día pueden marcar la diferencia

La investigación, que analizó 14 estudios previos, concluyó que hacer ejercicio de forma constante reduce de manera clínica la grasa acumulada en el hígado.
El tipo de actividad más efectiva fue identificado con claridad: la caminata rápida. Esta, realizada durante 22 minutos al día, demostró tener los mejores resultados para mejorar la salud hepática.
El doctor Jonathan Stine, profesor asociado de Medicina y Ciencias de la Salud Pública en Penn State y uno de los autores principales del estudio, explicó: “Caminar a paso ligero o montar bicicleta durante media hora al día cinco veces a la semana es solo un ejemplo de un programa que cumpliría los criterios”.
¿Por qué este tipo de ejercicio es tan beneficioso?

Aunque ya se conocía la importancia del ejercicio físico para combatir el hígado graso, no se había determinado cuál era la actividad ideal ni el tiempo mínimo requerido. Los resultados del estudio establecieron que 150 minutos semanales de caminata rápida, distribuidos en sesiones de 22 minutos diarios, bastan para obtener un umbral hepático saludable.
Además, estos hallazgos ofrecen una guía concreta para quienes buscan mejorar su salud sin necesidad de inscribirse a un gimnasio o realizar entrenamientos complejos.
Otros hábitos que favorecen la salud del hígado
De acuerdo con información de Healthline, además del ejercicio, existen medidas complementarias para revertir el hígado graso:
- Bajar de peso si tiene sobrepeso u obesidad: es la estrategia más efectiva para reducir la grasa hepática. Se requiere perder al menos el 8 % del peso corporal, lo que equivale a ingerir 500 calorías menos al día.
- Disminuir los carbohidratos refinados: más que reducir las grasas, es clave evitar productos como galletas, pan dulce, bebidas azucaradas, postres, arroz blanco y pasta. Se recomienda optar por versiones integrales o ricas en fibra como avena y pan integral.
- Consumir más grasas buenas: las grasas monoinsaturadas ayudan a eliminar grasa del hígado. Están presentes en alimentos como el aceite de oliva, aguacate, nueces y semillas.
- Incluir té verde en la dieta: los antioxidantes llamados catequinas ayudan a reducir la grasa hepática y combaten la inflamación.
- Aumentar el consumo de fibra: ingerir entre 10 y 14 gramos diarios de fibra favorece la reducción de grasa hepática y mejora la sensibilidad a la insulina. Las fuentes recomendadas son frutas, vegetales, legumbres y avena.
Revisión médica: clave para evitar complicaciones
Uno de los aspectos más peligrosos del hígado graso es que puede avanzar sin manifestar síntomas evidentes. En algunos casos, las personas pueden experimentar cansancio o molestias en la parte superior derecha del abdomen, pero en muchos otros no sienten nada hasta que el daño hepático ya es considerable.
Por eso, si usted vive con sobrepeso, obesidad u otros factores de riesgo, es fundamental realizarse exámenes médicos periódicos. Detectar esta enfermedad a tiempo puede evitar que progrese hacia etapas más severas como la cirrosis, que es irreversible y potencialmente mortal.