El Universal /GDA
La presión arterial baja, conocida como hipotensión, es una condición frecuente en adultos mayores, sobre todo a partir de los 60 años.
Detectarla a tiempo y tratarla correctamente es clave para prevenir complicaciones como caídas, fracturas, deterioro cognitivo y hospitalizaciones. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), controlar la presión arterial de forma adecuada y regular es fundamental para proteger la salud cardiovascular y cerebral en esta etapa de la vida.
¿Qué es la hipotensión arterial y cómo afecta a los adultos mayores?
La hipotensión se define como una presión arterial sistólica por debajo de los 90 mmHg o una presión diastólica menor a 60 mmHg. En adultos mayores, esta condición puede ser especialmente riesgosa debido a los cambios fisiológicos propios del envejecimiento, como la rigidez de los vasos sanguíneos o la menor capacidad de respuesta del sistema nervioso autónomo.
Una presión arterial inadecuadamente baja puede disminuir el flujo de sangre a órganos vitales, generando síntomas que comprometen la estabilidad física y cognitiva de las personas mayores.
Principales síntomas de la presión arterial baja
La hipotensión puede presentarse de forma leve o severa, dependiendo de la causa y del estado general del paciente. Entre los síntomas más comunes se encuentran:
- Mareos: sensación de inestabilidad o vértigo, especialmente al ponerse de pie rápidamente.
- Desmayos (síncope): pérdida momentánea de la conciencia por falta de irrigación cerebral.
- Fatiga o cansancio crónico: falta de energía incluso después de dormir adecuadamente.
- Visión borrosa: problemas visuales transitorios debido a la reducción del flujo sanguíneo ocular.
- Náuseas: malestar estomacal ocasional, vinculado a la baja irrigación del sistema digestivo.
- Palidez o sudoración fría: respuesta fisiológica a la disminución de la presión sanguínea.
Estos síntomas no solo reducen la calidad de vida, sino que también elevan el riesgo de caídas y lesiones, especialmente en personas con movilidad reducida o equilibrio comprometido.
Causas frecuentes de hipotensión en adultos mayores
La presión arterial baja puede deberse a una variedad de factores, algunos vinculados al envejecimiento y otros al uso de medicamentos o enfermedades subyacentes. Las causas más frecuentes incluyen:
- Consumo de medicamentos.
- Deshidratación.
- Problemas cardíacos.
- Trastornos endocrinos.
- Envejecimiento vascular.
- Cambios posturales bruscos.
Consecuencias asociadas a la hipotensión no tratada
Cuando no se controla adecuadamente, la hipotensión puede derivar en:
- Aumento de caídas: los mareos y desmayos pueden llevar a tropezones y caídas, con riesgo de fracturas, especialmente de cadera o muñeca.
- Hospitalizaciones: debido a lesiones o complicaciones asociadas, como deshidratación severa o síncopes recurrentes.
- Deterioro cognitivo: la falta de oxigenación continua al cerebro puede contribuir a un empeoramiento de las funciones cognitivas.
- Reducción de la calidad de vida: el temor a caídas o desmayos puede limitar la autonomía y la movilidad del adulto mayor.
Recomendaciones médicas para el manejo de la presión arterial baja
Especialistas en geriatría y cardiología coinciden en que un enfoque preventivo y personalizado es clave para mitigar los efectos de la hipotensión. Las principales recomendaciones incluyen:
- Monitoreo regular de la presión arterial: realizar mediciones en distintos momentos del día, incluyendo antes y después de las comidas o al cambiar de postura.
- Anotar síntomas y eventos: llevar un registro detallado ayuda a detectar patrones y facilitar el diagnóstico médico.
- No suspender medicamentos sin indicación profesional: cualquier ajuste en la medicación debe estar supervisado por el médico tratante.
- Mantener una buena hidratación: ingerir líquidos suficientes a lo largo del día, salvo contraindicación médica.
- Evitar el alcohol en exceso: el consumo excesivo puede disminuir aún más la presión arterial.
- Uso de dispositivos de ayuda: bastones o andadores pueden prevenir caídas en personas con inestabilidad postural.
- Ejercicio físico moderado: bajo supervisión médica, la actividad física puede mejorar la circulación y estabilizar la presión arterial.
La OPS también recomienda el uso de tensiómetros electrónicos validados y la aplicación de protocolos adecuados durante la medición: "La medición precisa de la presión arterial es clave para el diagnóstico efectivo, la prevención y el control de la hipertensión. Se puede lograr con el uso de dispositivos electrónicos validados, el uso de un protocolo correcto de medición y la preparación adecuada del paciente", señalan.