Redacción El País
La causa exacta del color amarillo de la orina humana ha sido un misterio histórico, a pesar de saber qué puede indicar tener un color más oscuro en esta. Sin embargo, un equipo de científicos estadounidenses identificó a la enzima responsable de la secuencia de eventos que da lugar a que se dote de este color.
El profesor asistente Brantley Hall, del departamento de biología celular y genética molecular de la Universidad de Maryland, ha liderado el estudio que resuelve la incógnita del tono amarillo de la orina. “El descubrimiento de esta enzima desvela finalmente el misterio detrás del color amarillo del orín”, comentó Hall en un comunicado de la universidad. "Es sorprendente que un fenómeno biológico cotidiano haya permanecido inexplicado durante tanto tiempo, y nuestro equipo se siente emocionado de poder explicarlo", añadió.
El proceso comienza con la degradación natural de los billones de glóbulos rojos del cuerpo tras cumplir su promedio de vida de seis meses. Los científicos ya sabían que la bilirrubina, un pigmento de color naranja brillante, es un subproducto de este cambio celular. La bilirrubina se segrega en el intestino, donde espera ser excretada. En este punto intermedio, los microbios intestinales actúan descomponiéndolo en otras moléculas.
Hall explicó que los microbios intestinales poseen la enzima bilirubin reductase, que convierte a la bilirrubina en un subproducto incoloro llamado urobilinógeno. Este luego se degrada espontáneamente en una molécula llamada urobilina. “Es la urobilina final la responsable del color amarillo en la orina que todos conocemos", indicó el equipo de Hall. Los resultados de la investigación fueron publicados el miércoles 3 de enero en la revista Nature Microbiology.
Además de responder a una pregunta fisiológica de larga data, la identificación de la bilirubin reductase y el urobilinógeno puede mejorar la comprensión de diversas enfermedades. Por ejemplo, el equipo de Hall descubrió que la enzima bilirubin reductase está ausente en recién nacidos y personas con enfermedades inflamatorias intestinales, lo que podría influir en la aparición de ictericia neonatal y la formación de cálculos biliares.
“Ahora que hemos identificado esta enzima, podemos comenzar a investigar cómo las bacterias en nuestro intestino afectan los niveles circulantes de bilirrubina y las condiciones de salud relacionadas, como la ictericia”, comentó Xiaofang Jiang, coautor del estudio. “Este descubrimiento sienta las bases para entender el eje intestino-hígado”, concluyó.
Este contenido fue hecho con la asistencia de inteligencia artificial y verificado por un periodista de El País.
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