“No me da la cabeza”: el síntoma silencioso que podría señalar el inicio de la perimenopausia

Sentirse dispersa, agotada o desconectada no siempre es estrés. Puede ser una señal temprana de perimenopausia, una etapa de profundos cambios hormonales que afecta la mente.

Mujer de mediana edad
Mujer con síntomas de la perimenopausia.
Foto: Freepik.

Hay frases que quedan resonando. “Estoy agotada”, “Me cuelgo con todo”, “No sé qué me pasa”, son algunas de las más comunes entre las mujeres que acompaño. Pero hay una en particular que aparece cada vez más y cuando la escucho sé que detrás hay algo más profundo, invisible e incluso incomprendido: “No me da la cabeza”.

Así empezó la historia de Ana y quizás, sin darte cuenta, también puede comenzar la tuya. ¿Te pasó de sentarte frente a la computadora con la intención de avanzar y terminar salteando entre pestañas sin concretar nada? ¿De olvidar por qué abriste una app o de quedarte en blanco antes de hablar? No son simples distracciones ni síntomas del “estrés de todos los días”. Es algo que muchas mujeres sentimos en determinado momento y que nos cuesta reconocer como lo que realmente es: un cambio interno que no empieza en la agenda, sino en las hormonas.

Eso le pasó a Ana, una mujer de 46 años, brillante, inquieta, con una carrera construida a base de esfuerzo, inteligencia y energía. Durante años fue de esas que resolvían veinte cosas a la vez sin olvidar detalle, que lideraban equipos sin perder el ritmo. Hasta que un día, sin motivo aparente, empezó a sentirse perdida dentro de su propia cabeza.

Lo primero que me dijo fue: “No me da la cabeza” y detrás de esa frase había mucho más que agotamiento. Había frustración, miedo, tristeza, confusión. Porque cuando tu mente deja de funcionar como siempre, cuando no podés confiar en tu memoria o tu lucidez como antes, empezás a sentir que estás perdiendo algo muy valioso: tu identidad.

Ana no entendía qué le pasaba. Actividades que antes resolvía con agilidad se le hacían cuesta arriba y en medio de todo eso también notaba cambios en su cuerpo, alimentación y estado de ánimo. Lo que más le dolía era la sensación de no reconocerse.

Perimenopausia

La mayoría de las mujeres relacionamos la menopausia con la desaparición del ciclo menstrual, los sofocones, los cambios de humor, pero casi nunca hablamos de la etapa que la precede: la perimenopausia, esa transición silenciosa que puede comenzar incluso diez años antes del cese definitivo del período.

En esa etapa, el nivel de estrógenos empieza a oscilar y eso puede afectar mucho más que la ovulación. Puede tocar la concentración, la memoria, el estado de ánimo, el sueño, la forma en que metabolizamos los alimentos e incluso cómo sentimos y pensamos.

Como no sabemos qué puede estar pasando, muchas veces lo atribuimos al estrés, al exceso de tareas, al desgaste o directamente a un “se me están quemando los papeles”.

Mujer en la cama tapándose la cara
Mujer en la cama tapándose la cara
Foto: Freepik.

Soluciones

El cuerpo habla, pero la cabeza es la que grita. Ana pensaba que necesitaba ayuda con su peso pero al conversar en serio, lo que de verdad la afectaba no era su silueta sino la desconexión con su mente. Entonces reordenamos las prioridades porque cuando no podes pensar con claridad, no podes tomar decisiones conscientes, ni sostener hábitos, ni mucho menos sentirte bien en tu cuerpo. Lo primero fue devolverle lucidez, energía, presencia y recién después miramos la alimentación y la composición corporal.

¿Qué hicimos para ayudarla?

1. Ordenamos la alimentación. Incluimos más proteína de calidad en cada comida, menos saltos y ayunos prolongados, y nutrientes para alimentar el cerebro. La exigencia intelectual necesita combustible real.

2. Sumamos movimiento con sentido. Actividad física que combine fuerza y gestión emocional, no más entrenamientos que la dejan muerta, elegir algo que mueva el cuerpo y calme la mente.

3. Trabajamos con una ginecóloga especializada. Evaluamos sus niveles hormonales, vimos si era candidata a modulación hormonal, reordenamos sus síntomas por prioridad. Porque sí: esto se puede modular, acompañar y mejorar. Pero nadie lo va a hacer por vos si no lo pedís.

4. Tecnología al servicio del descanso. Sumamos recursos simples y efectivos: alarmas, recordatorios, apps para descargar la mente; rutinas para frenar, descansar y recuperar foco.

A veces, la solución no está en hacer más sino en hacer espacio para pensar. Cuando tu cabeza no para, tu sistema colapsa. Pero cuando podés estructurar tu día, darle descanso y ordenar tus ideas, todo empieza a fluir.

Después de unos meses Ana volvió a sentirse ella. No exactamente igual que antes pero más lúcida, firme, conectada consigo misma. Si a vos también te pasa que te sentís confundida, dispersa, cansada, y no entendes por qué; si pensas “será el estrés”, pero ya no te cierra esa explicación; si sentís que no sos vos o que tu cabeza no te responde igual… ¡pará! Escuchate. Pedí ayuda.

Neblina mental hormonal, ¿qué es?

La caída de estrógenos no solo afecta al cuerpo, también impacta en tu cerebro. Lo que le pasaba a Ana tiene un nombre muy claro en el lenguaje clínico: neblina mental. Aunque suene sutil puede ser profundamente incapacitante.

Es una mezcla de lentitud, olvido, falta de foco y confusión que te invade incluso en las tareas más cotidianas. No es un problema de actitud, es un síntoma real, con causas reales y con abordajes posibles.

Los estrógenos cumplen un rol fundamental en muchas funciones cerebrales. Son claves para la sinapsis, la agilidad mental, la memoria verbal, la regulación emocional. Cuando empiezan a faltar o a fluctuar drásticamente, el cerebro lo siente pero como nadie nos habló de esto, muchas veces lo último que imaginamos es que tenga que ver con nuestras hormonas.

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