La fruta roja que fortalece los huesos, mejora el sueño, el ánimo y ayuda a aliviar el dolor muscular

Las cerezas, además de ser sabrosas y refrescantes, aportan calcio, hierro y antioxidantes. Son aliadas de la salud ósea, el buen descanso y el bienestar emocional.

Cerezas
Cerezas.
Foto: Freepik.

Redacción El País
Las cerezas no solo son protagonistas de las sobremesas veraniegas o de postres tentadores. Detrás de su color intenso y sabor dulce se esconde un arsenal de nutrientes con impacto directo en la salud ósea, muscular y emocional.

Esta fruta contiene alrededor de 200 miligramos de potasio cada 100 gramos, mineral que favorece la eliminación de líquidos y colabora con el equilibrio electrolítico del cuerpo. También aporta fibra (2 %), que mejora la digestión, y una batería de vitaminas y antioxidantes que la convierten en una opción saludable para toda la familia.

¿Qué beneficios aporta su consumo regular?

Distintos estudios y portales especializados en salud, como Tua Saúde, detallan los siguientes efectos positivos de la cereza:

  • Fortalecimiento óseo: su contenido de hierro y calcio ayuda a mantener huesos fuertes y previene enfermedades como la osteoporosis.
  • Cuidado visual: gracias a los carotenoides como el betacaroteno, la luteína y la zeaxantina, protege los ojos del daño celular y la luz azul de pantallas.
  • Mejor estado de ánimo: favorece la producción de serotonina, lo que ayuda a regular el estrés, la ansiedad y la calidad del descanso emocional.
  • Prevención del envejecimiento prematuro: al ser rica en vitamina A, C y antioxidantes, combate los radicales libres que afectan la piel y las células.
  • Mejora del sueño: contiene triptófano, un aminoácido que contribuye a la producción de melatonina, hormona clave para regular el ciclo del sueño.
  • Recuperación muscular: aunque no aporta proteínas, sí ayuda a reducir la inflamación muscular, siendo útil tras entrenamientos físicos intensos.
Cerezas
Cerezas.
Foto: Pixabay.

¿Cómo consumirlas y qué precauciones tener?

Las cerezas pueden comerse crudas como postre o colación, pero también se prestan para otras preparaciones: jugos naturales, compotas, mermeladas, tortas, ensaladas y hasta infusiones. Su sabor y textura permiten usarlas tanto en recetas dulces como saladas.

Sin embargo, es importante consumirlas con moderación, sobre todo si se busca controlar la ingesta de azúcar. La porción recomendada ronda los 150 gramos por día. Personas sensibles a los salicilatos, como quienes padecen intestino irritable, podrían experimentar molestias como hinchazón o mayor motilidad intestinal si se exceden en su consumo.

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