Mañana a las 18.00 se inaugurará el hogar Hospice San José, en una ceremonia que contará con las presencias del subsecretario de Salud Pública, José Luis Satdjian; el presidente del Instituto Nacional del Cáncer, Robinson Rodríguez; autoridades de los ministerios de Salud Pública y Desarrollo Social; la doctora Estela Corrazo, responsable del residencial, además de varios de los voluntarios que formarán parte del staff del hospice u hospicio.
La iniciativa para la creación de este hospicio es de la Fundación Luis Manuel Calleja, que tiene menos de un año de funcionamiento. Como lo indica su propio nombre, homenajea al académico español en el área Política de empresas, que falleció en 2020.
En su trayectoria como docente, Calleja tuvo un vínculo estrecho con Uruguay a través de la Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo (IEMM), donde dictó clases durante años. Más allá de su labor universitaria, y de consultoría para distintas empresas, Calleja también era conocido por su espíritu humanista y caritativo.
Haciéndole honor a su legado y espíritu, la fundación que se bautizó con su nombre impulsó la creación del Hospice San José, que se sitúa en Uruguayana 3393, donde mañana habrá un acto protocolar de inauguración. “Luis Manuel tenía una prédica muy fuerte de ayuda al prójimo”, puntualizó Pablo Regent, actual presidente de la fundación.
“Cuando él falleció, a un grupo de sus amigos -algunos los conocimos trabajando junto a él en la IEMM y otros fueron alumnos suyos- se nos ocurrió buscar una actividad donde pudiéramos servir a gente muy necesitada, y que tuviera este concepto de amor al otro”, agregó sobre la génesis del hospicio y la filosofía que lo sustenta.
De esa manera, invirtieron tiempo y esfuerzo en convocar a personas de diversas áreas para edificar el sueño de tener un lugar para ayudar a los demás. “Justo apareció una hija mía, Luisa”, dice Regent, “que había estado en un hospicio en Etiopía. Ella trajo a más gente y así empezó a cobrar forma el proyecto”.
Un hospicio es un centro de atención para personas que ya se encuentran en la última etapa de la vida, cuando ya han recibido un diagnóstico terminal irreversible y solo resta aguardar el final de la vida.
Siempre se trata de lugares destinados a personas que por sí mismas no podrían sustentar los últimos cuidados, ya sea por falta de recursos financieros o porque no tienen algún familiar que pueda ocuparse de ellos. Son casas, cuya misión es acoger a personas desvalidas sin recursos y donde se les mantiene a costa de la beneficencia pública y las donaciones de algunos conciudadanos.
El principal nombre asociado a los hospicios es el de Cicely Saunders, una enfermera y trabajadora social inglesa (1918-2005), quien dedicó buena parte de su vida a fomentar la creación de estos espacios para que las personas de menores recursos pudieran tener un último lugar en el cual ser atendidos, tanto en lo medicinal como en lo espiritual y psicológico.
Regent amplía: “Ahí se hospedan quienes ya están más allá de lo que la medicina puede hacer por ellos. No tienen cura, pero sí se les puede aliviar el dolor, para que vivan la fase final con la mayor calidad posible. A estas personas se las atiende en lo sanitario hasta donde sea posible, pero principalmente en lo emocional, psicológico y trascendental”.
En el caso de Hospice San José, atenderá únicamente a pacientes oncológicos en su etapa terminal, explica el presidente de la fundación.
Luisa Regent será la responsable de la coordinación general y la casa contará con un equipo de profesionales encabezado por la doctora Estela Corrazo, además de licenciados en Enfermería y un equipo de voluntarios que hasta el momento está integrado por 50 personas.
Regent explica que el hospicio requiere contar con un equipo de 100 voluntarios, y que la fundación seguirá trabajando para completar ese número. Toda la gestión del hogar se sustentará únicamente con donaciones y el presupuesto para su funcionamiento requiere aproximadamente $ 650.000 mensuales.
La capacidad máxima del hospicio es de seis personas en simultáneo, pero en la actualidad solo pueden atender a tres, dada la por ahora insuficiente cantidad de voluntarios que se han anotado para aportar su trabajo.
“El corazón de este proyecto son los voluntarios, y estamos haciendo lo que podemos para llegar a 100. La idea es que se acerquen para conocernos, y saber qué hacemos en Hospice San José para darle a aquellas personas que no tienen otra posibilidad, un lugar para sus últimos días en un ambiente de calidez y atención”, concluye. Para acercarse e informarse sobre el voluntariado para el hospicio, escribir a la dirección: [email protected].