En qué consiste el masaje terapéutico denominado "Método Jharo" y desarrollado en Uruguay

Creado por la masajista René Malonda, la licenciada en Educación Física Lucía Muro explica para qué sirve y qué beneficios tiene esta técnica de masajes.

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Una técnica para relajar cuerpo y mente.
Foto: Canva.

La relevancia del masaje para el bienestar físico y mental está, desde hace mucho, fehacientemente comprobado. Quienes recién llegan a las muchas técnicas que se han desarrollado a lo largo de los años, pueden pensar que se trata de algo más o menos reciente. Pero los masajes terapéuticos se remontan miles de años atrás. Algunos eruditos ubican su nacimiento en la India, nada menos que unos 3.000 años antes de Cristo, como parte de la “Salud vital” del sistema medicinal alternativo, propio de India: Ayurveda.

Otros narran cómo algunas de las técnicas llegaron a las partes más orientales de Asia, en las que evolucionaron hasta convertirse en variantes propias de lo que luego serían países como Japón o China, y la conexión entre el masaje con la espiritualidad y la doctrina religiosa, un vínculo influido por el nacimiento y desarrollo del budismo y el taoísmo. Por su parte, el periodista y escritor estadounidense, Robert Noah Calvert, en su libro "La historia del masaje", daba cuenta de cómo las sociedades griegas y romanas los habían incorporado a sus costumbres sociales y terapéuticas.

Esos orígenes y desarrollos, hacen que hoy coexistan muchos tipos de masajes, desde aquellos con fines de alivio en el caso de aquellas personas que -por ejemplo- acarrean con problemas crónicos de lumbalgia, a aquellos tipos de masaje diseñados para acelerar la recuperación de los músculos de deportistas de elite. Desde hace unos pocos años, se desarrolló en Uruguay un método más reciente, denominado Jharo. La licenciada en Educación Física, personal trainer y masajista Lucía Muro es una de las primeras en ejercer como masajista del Método Jharo, lo describe así: “Combina varias técnicas al mismo tiempo que funciona como un masaje de relajación”. La profesional agrega que el objetivo del Método Jharo no es solo lograr la relajación física sino también mental.

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Foto: Instagram @bienestar_cuerpo_mente
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Para conseguir esos fines, el Jharo incorpora disciplinas como la meditación y distintas técnicas de respiración, entre otras herramientas para, como como dice la profesional, “hacer descender las frecuencias de las ondas cerebrales, para hacer que tanto el estrés físico como el mental y emocional disminuyan”. De lo que se trata primero es de aplicar el masaje propiamente dicho, para “aflojar todo el cuerpo y a partir de eso ir aplicando las distintas técnicas adicionales”. La masajista agrega que el método tiene un nombre más largo, que es “Método Jharo de sanación con frecuencia cromática”.

—¿Cómo es eso?
—Lo de frecuencia cromática viene por el hecho de que utilizamos focos lumínicos de distintos colores en una parte de la meditación. Jharo, por su parte, alude a “Dios” en hebreo y a círculo”.

Lucía cuenta que entró en contacto con el método a través de quien lo gestó, René Malondra. “Ella lo fue desarrollando a partir de sus propias experiencias como masajista y como practicante de la meditación. También le agregó algunos elementos nuevos y así nació. En un momento me preguntó si quería aprenderlo y ahí empecé”.

Según cuenta, Malondra y ella se asociaron para implementar y difundir el nuevo procedimiento, y ya tenían todo más o menos pronto para iniciar su proyecto, cuando la pandemia del coronavirus llegó a Uruguay. Eso, obvio, alteró todos los planes iniciales, lo cual llevó entre otras cosas que René y Lucía acordaran seguir cada una por su lado.

¿Qué perfiles de pacientes acuden a su emprendimiento? “Por lo general, vienen por distintas contracturas y -a medida que vas conociendo al paciente- te das cuenta que a menudo esa contractura, esa tensión, no tiene exclusivamente origen en un problema físico. Además de lo físico, a menudo hay una carga emocional y mental que hace que el cuerpo ‘te hable’, te vaya diciendo cómo se siente”, comenta la experta.

Y es en esa intersección -entre lo físico y lo mental y emocional- que este método entra a tallar a favor del o la paciente de acuerdo a lo que narra Lucía. “Muchas veces, este método ayuda a quienes pueden estar padeciendo de angustia o ansiedad, porque se trabaja para bajar las frecuencias mentales, para disminuir la intensidad de los pensamientos, además de lo estrictamente físico, que es útil para aquellos que -por ejemplo- trabajan muchas horas en una misma postura, como los oficinistas”.

Una sesión dura entre una hora y 15, y una hora y media, dice Lucía y añade que una sesión es apropiada para vivir la experiencia, pero que -como suele ocurrir- se necesitan varias de estas para empezar a ver los efectos concretos del método. “Si se quieren lograr resultados duraderos y que contribuyan a bajar los niveles de, por ejemplo, ansiedad, es aconsejable pensar en, mínimo, seis sesiones”, dice Lucía y alude a que así lo pautó René, quien desarrolló el Jharo. “Las sesiones pueden ser una vez por semana o una cada dos semanas. Dependerá de la persona, y no es algo que tenga un límite de género o edad: se puede aplicar hasta a niños como lo he hecho, porque a veces el método es como si te fueran contando un cuento”.

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