El cannabidiol (CBD) es una de las 500 sustancias presentes en la planta Cannabis sativa. A diferencia del tetrahidrocannabinol (THC), el CBD no tiene efectos psicoactivos y es el compuesto más utilizado cuando se habla de cannabis medicinal: el uso terapéutico de la planta.
Aunque no puede curar ninguna enfermedad, el CBD se usa mucho como ayuda en el tratamiento de una serie de condiciones médicas. En algunos casos, respaldado por evidencia científica robusta, como en algunas epilepsias resistentes. En otros, aún sin buenos estudios que garanticen eficacia y seguridad.
Es el caso de algunos diagnósticos neuropsiquiátricos, como el trastorno del espectro autista (TEA). Las principales guías médicas reconocen que aún falta evidencia para su indicación en estos pacientes, pero muchos padres reportan beneficios en su uso con sus hijos.
Un nuevo estudio, publicado en la revista científica Journal of Autism and Developmental Disorders, señala que de hecho hay un potencial que vale la pena explorar, pero que faltan investigaciones más amplias para reconocer el uso del CBD en niños autistas.
Los investigadores del Centro de Investigación en Cannabis Medicinal de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, explican que no hay grandes estudios clínicos sobre el tratamiento, es decir, que hayan separado a los voluntarios en dos grupos para que uno recibiera CBD y el otro, un placebo.
Este es el principal tipo de investigación para evaluar la eficacia de tratamientos y una evidencia indispensable para que nuevos medicamentos sean indicados. Por eso, los científicos estadounidenses realizaron un estudio clínico con 30 niños de 7 a 14 años que tenían autismo con síntomas conductuales graves.
Fueron divididos en dos grupos. Durante ocho semanas, el primero recibió Epidiolex, un medicamento oral a base de cannabidiol aprobado en EE. UU. para el tratamiento de convulsiones asociadas al síndrome de Lennox-Gastaut (SLG) y a la esclerosis tuberosa. La dosis utilizada en el estudio fue de hasta 20 mg por kilo al día.
El segundo grupo recibió placebo. Los voluntarios no sabían en qué grupo estaban, en lo que se llama un estudio doble ciego, para evitar que los resultados fueran sesgados. Después de la primera fase, los grupos se invirtieron y fueron seguidos por un nuevo período de ocho semanas, con un intervalo de cuatro semanas entre las dos etapas.
El comportamiento de los participantes fue evaluado de dos formas después de cada etapa: por médicos y mediante cuestionarios basados en dos escalas de comportamiento. Los investigadores observaron que el cannabidiol fue bien tolerado y considerado seguro, sin efectos adversos graves.
Además, aproximadamente dos tercios (68%) de los participantes mostraron mejoría clínica con el CBD en las evaluaciones hechas por los médicos que atendieron a los niños semanal o quincenalmente durante el estudio.
"Las reducciones en comportamientos agresivos e hiperactividad se observaron con más frecuencia, con mejoras en la comunicación en casi el 30%. Como muchos de los participantes no hablaban al inicio del estudio, este fue un cambio notable, con varios niños empezando a usar palabras por primera vez", escriben los autores.
En una de las escalas utilizadas, que examina la frecuencia y gravedad de comportamientos repetitivos y restrictivos, los investigadores también observaron que la mejoría fue casi el doble en el grupo que recibió CBD que en el grupo placebo. Sin embargo, como también hubo mejoría en el grupo placebo, esta diferencia no fue suficiente para alcanzar relevancia estadística.
"El hecho de que ambos grupos mejoraran demuestra el efecto placebo, pero el grupo de CBD mejoró casi el doble que el grupo placebo, sugiriendo que, en un estudio más grande, las diferencias habrían sido más obvias", sugieren los científicos.
Además, al analizar los resultados de la segunda escala, que evaluó problemas conductuales en general, el estudio no encontró "efectos significativos" del tratamiento con cannabidiol, "sugiriendo que no hay un beneficio global del CBD en el tratamiento de niños con autismo y problemas conductuales graves".
Los investigadores afirman que los resultados poco relevantes en las escalas pueden deberse no a que el CBD sea ineficaz, sino a que el estudio fue pequeño: "como el número de participantes fue modesto, las medidas elegidas probablemente no eran lo suficientemente sensibles para identificar diferencias entre los grupos".
En un comunicado, resumen que "los hallazgos del estudio sugieren que, aunque el CBD puede tener algunos beneficios en reducir comportamientos problemáticos en niños autistas, su eficacia no está universalmente establecida, y se necesitan más investigaciones para entender completamente su potencial terapéutico".
Hoy, los usos del CBD con evidencia científica extensa de beneficio se limitan a epilepsias infantiles causadas por los síndromes de Dravet y Lennox-Gastaut; para alivio de dolor crónico, náuseas y vómitos causados por el tratamiento del cáncer; y para mejorar la espasticidad (contracción muscular involuntaria característica de la esclerosis múltiple).