O Globo - GDA
La española Callie Seaman tenía 16 años cuando comenzó a fumar cannabis para controlar la epilepsia. Los ataques habían comenzado dos años antes y afectaron su capacidad para llevar una vida funcional; antes era una excelente alumna, pero desde el diagnóstico su rendimiento académico se vio perjudicado.
El año era 1997 y, en ese momento, el cannabis, incluso cuando se usaba con fines terapéuticos, aún era ilegal en toda Europa. Quienes quisieran comprarla estaban obligados a negociar con traficantes en las calles o confiar esa tarea a un intermediario.
"Nunca la usé en busca del pegue",dice Seaman. "La usé para poder dormir por la noche, porque no dormir lo suficiente es uno de los mayores desencadenantes de los episodios, y funcionaba".
Seaman, que continúa usando diariamente, desde 2018 puede obtener los principales compuestos de la planta de Cannabis sativa mediante receta médica. Le reconforta saber que el medicamento ahora está sujeto a controles de calidad y contiene cantidades predecibles de la sustancia activa.
Las leyes relacionadas con la cannabis cambian de vez en cuando. En casi todos los países europeos, uno de sus ingredientes activos, el cannabidiol o CBD, es legal. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la cannabis para uso personal no es legal, aunque la marihuana medicinal se está volviendo cada vez más común en el continente.
"No tengo crisis desde hace dos años. La epilepsia puede ser mortal, así que es muy posible que la cannabis haya salvado mi vida", celebra Seaman. Sin embargo, no se sabe con certeza cómo la cannabis ejerce su efecto.
"Entender cómo funciona nunca ha sido tan importante como ahora, ya que esto nos permitiría encontrar formas de usarla en la medicina y reducir los posibles efectos nocivos de su consumo con fines recreativos", explica Micah Allen, profesor del Centro de Neurociencia Integrada Funcional de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
Se cree que algunos compuestos de cannabis ayudan a aliviar la depresión, la ansiedad, la adicción, el dolor crónico, las enfermedades inflamatorias y las náuseas asociadas a la quimioterapia, entre otros problemas. Aunque la cannabis puede ser utilizada de manera abusiva —algunas personas, como adolescentes o mujeres embarazadas, probablemente deberían evitarla por completo— los científicos europeos están intentando encontrar una forma de aprovechar al máximo las propiedades promotoras de la salud de algunos de sus componentes.
Allen lidera un proyecto de investigación que ha recibido financiamiento de la Unión Europea para descifrar los efectos de algunos compuestos de cannabis, como el CBD, en la salud humana. Esta iniciativa de cinco años, llamada Cannabodies, finalizará en enero de 2027.
Principales compuestos
De los miles de compuestos producidos por la planta de cannabis, los de mayor interés médico son los cannabinoides, un grupo compuesto por más de un centenar de estos compuestos. Entre ellos, el CBD y el tetrahidrocannabinol, o THC, se consideran los más importantes desde el punto de vista clínico. Tanto el CBD como el THC desencadenan la liberación de mensajeros químicos en el cerebro que pueden influir en la sensación de dolor, el estado de ánimo, el sueño y la memoria. Sin embargo, el THC induce un estado de intoxicación que no causa el CBD, lo que lleva al mal uso del primero.
Los cannabinoides no curan ninguna enfermedad, pero modifican la forma en que se perciben los síntomas, ya sean físicos o psicológicos, a nivel consciente. Al alterar ligeramente el sistema nervioso, estas sustancias químicas pueden modificar la percepción del dolor de una persona, por ejemplo. También pueden alterar la respuesta emocional a una situación estresante y, en el lado menos positivo, disminuir la motivación.
Poco se sabe sobre cómo exactamente los cannabinoides influencian el cerebro y el cuerpo humano, ya que la mayoría de los estudios se han realizado con animales.
"Este hecho limita sustancialmente nuestra capacidad para concebir tratamientos efectivos basados en cannabinoides", dice Allen.
El proyecto Cannabodies aborda la influencia del THC y del CBD en lo que se conoce como interocepción, es decir, la percepción que las personas tienen del estado interno de sus cuerpos y cómo afecta a sus decisiones. Concentrarse en el hambre, los latidos cardíacos o el dolor son ejemplos de interocepción. Podríamos preguntarnos, por ejemplo, si una persona que siente menos dolor físico después de consumir CBD tiene más probabilidades de esforzarse más al realizar una tarea, o si alguien que está más concentrado en los latidos cardíacos puede sentirse más ansioso después de consumir THC.
Cambio en la percepción
Según Allen, las descripciones que hacen de sus experiencias las personas que consumen cannabinoides parecen indicar cambios importantes a nivel sensorial, pero ningún estudio científico ha abordado esta cuestión.
"Muchos trastornos psiquiátricos tienen que ver con el cambio de la interocepción saludable. Por lo tanto, si se demuestra que los cannabinoides tienen efectos terapéuticos en esta área, sería información muy valiosa", explica el investigador, que pretende sentar las bases científicas para esta cuestión. "Queremos descubrir qué sucede en el cerebro cuando una persona consume un producto de cannabis. ¿Qué vías neurales se estimulan cuando se ingiere CBD, THC o un placebo?
Para esta investigación, los participantes deben realizar tareas durante una resonancia magnética. Básicamente, se les instruye a apretar un dispositivo con la mano o expulsar aire en un tubo en respuesta a pruebas simples, que normalmente utilizan imágenes que aparecen en una pantalla, como si fuera un videojuego. Reciben puntos por cada elección correcta y una recompensa financiera de alrededor de 100 coronas danesas (equivalentes a unos 13 euros) por completar una tarea.
Vardanega y su equipo estudian los factores que determinan la cantidad del ingrediente activo que se absorbe después del consumo de CBD. Depende, por ejemplo, de lo que más haya comido o bebido la persona. También trabajan para mejorar la absorción del CBD, combinándolo con un ácido graso de cadena larga durante la administración. Este método redirige la vía de absorción para evitar que el CBD sea metabolizado por el hígado.
Una tercera línea de esta investigación intenta encontrar una forma de aumentar la absorción del CBD combinándolo con la piperina, un compuesto derivado de la pimienta negra. La piperina es un excelente bioenhancer, por lo que tiene la capacidad de aumentar la biodisponibilidad de otra sustancia, según el profesor Antonio Vicente, bioingeniero del proyecto.
"Estamos buscando maneras de aprovechar esta propiedad para aumentar la biodisponibilidad del CBD tan pronto como entre en el cuerpo", afirma.
El objetivo final del proyecto es crear productos comestibles a base de cannabinoides, como barras de chocolate, bebidas o mantequillas, que sean mucho más potentes que cualquiera de los productos actualmente existentes, pero que contengan la menor cantidad posible de CBD.
"Lo que las personas consumen hoy es caro y no es tremendamente eficaz, y muchos lo encuentran desagradable de ingerir", comentó Vicente. "Creemos que podemos hacerlo mucho mejor".