Diez consejos respaldados por expertos para reducir el cansancio y mejorar tu bienestar físico y mental

El cansancio actual no solo es físico, también mental y emocional. Expertos recomiendan estrategias para optimizar el descanso, sincronizar ritmos biológicos y promover pausas reparadoras durante la semana.

Computadora cansancio
Mujer cansada usando la computadora.
Foto: Freepik.

Redacción El País
En un mundo donde la hiperconectividad y las demandas crecientes se han vuelto la norma, el cansancio ha dejado de ser algo ocasional para convertirse en una experiencia habitual.

Hoy, dormir bien ya no basta para sentirnos renovados: el agotamiento se presenta en múltiples dimensiones, no solo física, sino también mental, emocional e incluso estructural.

Diversos estudios internacionales indican que una gran parte de la población experimenta fatiga con frecuencia, aunque duerma las horas recomendadas. Este cansancio generalizado afecta a personas de todas las edades, desde niños y adolescentes hasta adultos. Los expertos coinciden en que esta fatiga moderna es producto de varios factores: la pérdida de límites claros entre el trabajo y la vida personal, la presión por mantener una productividad constante, la exposición prolongada a pantallas, la falta de desconexión digital y hábitos alimenticios poco saludables. Además, vivimos en una cultura que valora la actividad continua y ve el descanso como un lujo, no como una necesidad.

Cansancio, debilidad muscular
Mujer cansada con debilidad muscular.
Foto: Freepik.

La psicóloga Adriana Martínez, de la Fundación Aiglé, explica que la causa es compleja: "Vivimos en una sociedad que exige estar siempre disponibles, actualizados, productivos y emocionalmente estables, y la frontera entre el trabajo y el descanso se ha vuelto borrosa". En respuesta a esta realidad, especialistas en neurociencia, psicología y medicina del sueño están desarrollando nuevas pautas para abordar el cansancio crónico. Estas recomendaciones buscan resignificar el descanso, entendiendo que no basta con dormir, sino que también es vital la calidad del reposo, respetar nuestros ritmos biológicos y aprender a incorporar pausas reparadoras durante el día.

Entre las estrategias recomendadas por la evidencia científica para disminuir la fatiga física y mental se encuentran mantener una rutina regular de sueño, priorizar un descanso que se ajuste al reloj biológico personal y evitar la sobreexposición a estímulos visuales durante los momentos de reposo. También se sugieren siestas breves, que actúan como reinicios mentales y mejoran la atención sin interferir con el sueño nocturno. Además, se aconseja evitar el multitasking, ya que realizar varias tareas a la vez fragmenta la atención y aumenta el agotamiento cognitivo sin sensación de logro.

Es fundamental aprender a escuchar las señales del cuerpo y reconocer el cansancio como una alerta legítima que indica la necesidad de hacer ajustes antes de llegar al agotamiento extremo. Valorar los momentos de inactividad y no llenar cada espacio libre con actividades también es beneficioso, ya que el aburrimiento ocasional permite la regeneración mental y la reconexión con uno mismo.

La salud intestinal también juega un rol importante: una microbiota desequilibrada puede generar fatiga persistente. Por ello, se recomienda evitar los ultraprocesados y optar por una alimentación antiinflamatoria. Además, reducir el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir favorece la producción de melatonina y mejora la calidad del sueño, según especialistas en medicina del sueño.

Finalmente, es clave revalorizar el descanso como una necesidad fisiológica fundamental y no como un obstáculo para la productividad. El psicólogo Aric Prather, de la Universidad de California en San Francisco, enfatiza que "descansar no es perder tiempo, sino una acción esencial para el rendimiento y la salud integral. La pausa también es productiva."

Estas recomendaciones forman parte de un cambio de paradigma: dejar de ver el descanso como una interrupción para la eficiencia y empezar a valorarlo como una herramienta esencial para el autocuidado. En una época marcada por la sobreexigencia y la conexión constante, aprender a detenerse se vuelve vital para preservar el bienestar.

En base a La Nación / GDA

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