¿Cómo eliminar la grasa más peligrosa? El patrón que reduce hasta un 16% de la grasa visceral

El secreto del envejecimiento sano: un estudio científico confirma la única fórmula que funciona contra la grasa profunda, que es la más dañina para los órganos del cuerpo.

Balanza
Persona en una balanza.
Foto: Freepik.

Redacción El País
En la discusión sobre cómo evitar el aumento de peso, suele plantearse una disyuntiva: ¿comer mejor o enfocarse en la actividad física? Una investigación reciente de la Universidad de Cambridge aporta una visión más contundente: no se trata de elegir, sino de combinar ambos cambios. Según el estudio, publicado en JAMA Network Open, esto ofrece una protección significativamente mayor frente a la grasa abdominal más dañina.

La grasa corporal no se distribuye de forma uniforme ni tiene el mismo impacto en la salud. Mientras que la grasa subcutánea —la que se acumula bajo la piel— es relativamente inofensiva, la grasa visceral rodea órganos clave y se vincula directamente con enfermedades como diabetes tipo 2, hígado graso y problemas cardíacos. En este contexto, el trabajo liderado por la Unidad de Epidemiología del Consejo de Investigación Médica (MRC) siguió durante siete años a 7.256 adultos del Reino Unido, que tenían una edad promedio de 49 años al inicio del estudio.

Obesidad. Foto: Pixabay
Persona con sobrepeso midiendo su cintura.
Foto: Archivo El País.

Para medir los cambios reales en el estilo de vida, los científicos evaluaron el gasto energético de los participantes con sensores que registraron movimiento y frecuencia cardíaca durante al menos 72 horas. A esto sumaron un análisis detallado de la calidad de la dieta, basado en el nivel de adherencia al patrón mediterráneo: frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, aceite de oliva y menor consumo de carnes procesadas y azúcares.

El seguimiento también incluyó mediciones precisas de grasa corporal mediante DEXA, una técnica de rayos X de baja intensidad que permite distinguir entre grasa, masa muscular y tejido óseo, además de ultrasonido para detectar signos de hígado graso.

Los resultados fueron claros. Tanto mejorar la alimentación como incrementar la actividad física se asociaron por separado con reducciones —o menores aumentos— de peso, grasa corporal total y grasa visceral. Pero quienes lograron modificar ambos hábitos en paralelo obtuvieron los mayores beneficios. Según los investigadores, estas personas acumularon aproximadamente 1,9 kilos menos de grasa corporal y 150 gramos menos de grasa visceral que quienes no cambiaron su estilo de vida. Aunque estas cifras pueden parecer pequeñas, representan alrededor del 7% de la grasa total inicial y un 16% de la visceral, porcentajes clínicamente relevantes.

Hábitos saludables
Mujer con comida saludable y elementos fitness.
Foto: Freepik.

Incluso después de ajustar por índice de masa corporal, la asociación entre mejoras de estilo de vida y reducción de grasa visceral se mantuvo firme. Esto confirma que la grasa profunda del abdomen es especialmente sensible a cambios sostenidos en la alimentación y el movimiento, y que no se trata solo del “número en la balanza”.

El doctor Shayan Aryannezhad, primer autor del estudio, explica que no todas las pérdidas o ganancias de peso son iguales. Importa cuánta grasa se reduce y dónde se reduce. La profesora Nita Forouhi, coautora del trabajo, agrega que pequeños cambios acumulados con el tiempo pueden convertirse en una poderosa herramienta de prevención. Destaca que ajustar hábitos en la mediana edad podría favorecer un envejecimiento más sano.

El estudio también plantea una reflexión para las políticas públicas: si se busca frenar la epidemia de obesidad y sus consecuencias económicas y sanitarias, hacer más accesibles las opciones saludables —en alimentación y actividad física— es una pieza clave del rompecabezas.

En base a El Tiempo/GDA

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar