El Comercio/GDA
Todos saben que la exposición solar continua sigue siendo el factor de envejecimiento cutáneomás potente, siendo otros relevantes, incluyendo el envejecimiento primario ya codificado, los malos hábitos de alimentación, el tabaquismo, el uso de vapeadores, la deshidratación, la exposición a radiación azul en pantallas electrónicas, el estrés del día, la contaminación medioambiental, entre otros factores agregados.
Si bien es cierto que existe una mayor conciencia sobre este problema de salud pública, todavía no se ha logrado alertar a las generaciones más jóvenes sobre las consecuencias que este daño les genera. Recordemos la estrecha relación entre el cáncer espinocelular y basocelular, así como el melanoma maligno, todos ellos ligados a la radiación solar.
Los rayos ultravioleta de onda larga son los rayos UVA, quienes tienen la capacidad de penetrar de forma más profunda en la piel, contribuyendo al envejecimiento prematuro de la piel. También están los rayos UVB de onda más corta, los cuales poseen un efecto más superficial, produciendo quemaduras de primer y segundo grado en la piel con áreas eritematosas o ampollosas. Estos son más fuertes en verano y en áreas geográficas cercanas al ecuador.
Suena oportuno mencionar todo esto, seguramente quienes lean el presente artículo recordarán que no existía hace 20 años la obligación de ponerles bloqueador solar a los niños ni enviarlos con gorro al colegio para que puedan salir al recreo, ni tampoco se capacitaba en las empresas a las personas para que supieran cómo usar el bloqueador solar, obligando su uso en épocas del año en donde el trabajo es al aire libre, por ejemplo. Existían los aceleradores de bronceado para algunas personas que optaban por oscurecer el color de su piel, tampoco se conocía sobre el daño que producían las cámaras de bronceado, todo un cambio de la realidad de lo que era bueno o malo para nuestra piel.
Lo cierto es que los bloqueadores solares son una excelente herramienta para poder reflejar la radiación que llega hasta la piel. Así, existen cremas con un determinado factor de protección solar que puede ir de cero hasta el 50. Tenemos algunos que se usan para salir a un paseo primaveral, otros para baños recurrentes en piscina, río, mar, aquellos indicados para niños recién nacidos con ultra protección, bloqueadores con color para además disimular algunas imperfecciones faciales como manchas, arrugas finas, entre otros. De consistencia ultrafina para usarlo en interiores cuando se está expuesto a radiación azul, aquella que viene en las pantallas electrónicas. Así, podemos enumerar muchos de ellos con la capacidad de protegernos y evitar el daño de nuestro ADN, el cual podría desencadenar en pigmentaciones, arrugas, flacidez o cambios displásicos compatibles con el cáncer.
¿Cómo cuidar mi piel del sol?
Proteger las zonas expuestas al sol, como el cuero cabelludo, rostro, cuello, escote en damas, antebrazos, dorso de las manos, usando gorros, sombreros o ropa adecuada para cumplir dicha función, es lo más importante. Luego bloquearse, repitiendo el proceso las veces que sudemos o estemos en contacto con agua, como en el mar, ríos o piscinas. Luego, siempre es bueno utilizar alguna crema hidratante o suero con antioxidantes, de esta manera, poder regenerar más rápido la piel, evitando su deterioro con la consecuente aparición de lesiones hipo o hipercrómicas, arrugas finas, flacidez cutánea, cáncer, entre otras.
Es preferible que cualquier crema o suero se tenga frío dentro de la refrigeradora antes de usarlo, con la finalidad de que después de una exposición solar continua pueda potenciar su efecto antiinflamatorio/analgésico y aplicarlo cada 12 o 8 horas, dependiendo del estado de la piel. No olviden que el uso de maquillaje evita la absorción de los nutrientes a nivel de la epidermis; este debe ser retirado antes de hidratar la piel.