Redacción El País
En nuestro país, hablar de colesterol alto es casi tan común como hablar del tiempo. La mayoría conoce a alguien que lo padece o ha recibido la advertencia de su médico en algún chequeo. Aunque se trata de una condición silenciosa, tiene un impacto directo en la salud cardiovascular y, si no se controla, puede derivar en complicaciones serias.
La buena noticia es que, con cambios en la rutina, es posible bajarlo sin necesidad de recurrir de inmediato a medicación.
Alimentación más consciente
El primer paso es mirar qué ponemos en el plato. No se trata de prohibir todo, sino de regular. Reducir las grasas saturadas —presentes en embutidos, frituras y productos ultraprocesados— es clave. En su lugar, conviene priorizar aceites de buena calidad como el de oliva, frutos secos, semillas y pescados como el salmón o el atún, que aportan ácidos grasos omega 3 beneficiosos para el corazón.
También es recomendable aumentar la ingesta de fibra, presente en frutas, verduras y cereales integrales. La fibra soluble, que encontramos en alimentos como la avena o las legumbres, ayuda a disminuir la absorción del colesterol en el organismo.
Mover el cuerpo hace la diferencia
El ejercicio regular es otro aliado fundamental. No hace falta inscribirse en un gimnasio si no se quiere: caminar a buen ritmo, andar en bicicleta o incluso bailar son formas accesibles de mover el cuerpo. Con 30 minutos diarios de actividad física moderada ya se logran mejoras en los niveles de colesterol y, de paso, en el estado de ánimo.
Reducir el alcohol y dejar el cigarro
El exceso de alcohol no ayuda en nada al colesterol. Moderar su consumo —o evitarlo— marca la diferencia. Lo mismo ocurre con el cigarro: dejarlo no solo reduce el colesterol malo (LDL), sino que además aumenta el colesterol bueno (HDL).
Mantener un peso saludable
El sobrepeso y la obesidad están directamente relacionados con el colesterol alto. Perder unos pocos kilos, aunque no se llegue al “peso ideal”, ya puede generar mejoras significativas en los valores. La clave está en hacerlo de forma gradual y sostenible, sin recurrir a dietas extremas que solo generan efecto rebote.
Controles médicos periódicos
Aunque los cambios en el estilo de vida ayudan, es indispensable hacerse controles periódicos de sangre. Solo así se puede saber con precisión cómo están los niveles de colesterol y tomar decisiones a tiempo. El médico será quien determine si alcanza con la alimentación y la actividad física o si es necesario sumar medicación.
Una cuestión de constancia
Bajar el colesterol no es un objetivo de una semana, sino un camino que se recorre con constancia. Adoptar pequeños cambios, mantenerlos en el tiempo y entender que la salud cardiovascular se construye día a día son las claves para lograr resultados duraderos.
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