Redacción El País
Un estudio de gran escala realizado en Sichuan, China, apunta a que comer comida picante con frecuencia podría reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. Los datos provienen del China Kadoorie Biobank, que analizó a 54.859 adultos de entre 30 y 79 años en la ciudad de Pengzhou durante más de una década.
Según los resultados, quienes incorporaban ají o chile a la mesa casi a diario tenían menos probabilidades de sufrir infartos y ciertos tipos de accidentes cerebrovasculares.
Menos infartos y ACV isquémicos
En el seguimiento —que duró en promedio 10 años— se registraron 12.198 nuevos casos de enfermedades cardíacas y cerebrales. Casi 90% de los participantes consumía picante, y más de dos tercios lo hacía seis o siete días por semana.
Comparados con quienes rara vez lo comían, los consumidores frecuentes mostraron un 11% menos de riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, un 14% menos de riesgo de cardiopatía isquémica y un 12% menos de riesgo de enfermedad cerebrovascular. El mayor beneficio se vio en el accidente cerebrovascular isquémico, con una reducción del 15%. En cambio, no hubo vínculo significativo con el ACV hemorrágico.
Intensidad y edad de inicio, factores clave
El nivel de picante también influyó. Quienes preferían un grado medio redujeron en 14% el riesgo cardiovascular y en 10% el cerebrovascular. En el caso de la cardiopatía isquémica, tanto el consumo medio como el alto mostraron ventajas, con reducciones de hasta 16% en los más fanáticos.
Otro hallazgo interesante fue la edad en que se adquirió el hábito. Comenzar antes de los 10 años se asoció a una caída notable del riesgo cardiovascular, de cardiopatía isquémica y de enfermedad cerebrovascular. Iniciar entre los 11 y 20 años también aportó beneficios, aunque menores. Después de los 21 años, el efecto protector no fue estadísticamente significativo.
Del ají fresco al aceite de chile
Todos los tipos de picante —fresco, seco, en pasta o en aceite— mostraron asociación con menor riesgo, incluso tras ajustar por factores como tabaquismo, consumo de alcohol, educación, ingresos, índice de masa corporal y actividad física.
En un contexto donde las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo (17,9 millones de fallecimientos en 2020 según la OMS), estos hallazgos cobran relevancia, especialmente en países como China, donde la incidencia ha crecido en las últimas décadas.
La posible explicación
La capsaicina, responsable del sabor picante, podría ser la clave. Estudios previos le atribuyen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y de mejora del perfil metabólico. Sin embargo, los autores advierten que este trabajo es observacional y no demuestra una relación directa de causa y efecto. También señalan que en Sichuan el picante es parte central de la dieta y la cultura, lo que puede influir en los resultados.
Para la gente de Sichuan, un plato sin ají parece incompleto, y quizá esa costumbre les esté dando una ventaja extra en salud. De todos modos, los especialistas recomiendan moderación y tener en cuenta la tolerancia personal y la salud digestiva antes de aumentar el consumo de picante.
En base a El Tiempo /GDA
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