Qué necesita tu cuerpo cuando baja la energía: claves para recuperar el ánimo desde el plato y los hábitos

Menos sol, más antojos y poca motivación. La energía baja, pero no es flojera: es una señal. Con alimentos adecuados, buenos hábitos y pequeños ajustes, es posible sentirse mejor en esta etapa.

Qué comer heladera
Mujer elige qué comer de la heladera.
Foto: Freepik.

El invierno no solamente enfría el cuerpo: también baja nuestra energía, reduce la exposición al sol, nos vuelve más sedentarios y muchas veces nos lleva a una alimentación más calórica y menos variada.

A fines de julio, es común sentir que el cuerpo “ya no da más”. Pero… ¿es solo el frío o también influye lo que comemos, lo que dejamos de hacer o lo que nos falta?

La buena noticia es que el cuerpo siempre avisa. Si aprendemos a escucharlo, podemos acompañarlo desde el plato, el movimiento y algunos hábitos simples.

¿Es normal sentirse más cansados en esta época?

Sí, lo es. En invierno, la menor exposición al sol disminuye la producción de vitamina D, un nutriente clave para muchas funciones desde el sistema inmunológico hasta el estado de ánimo. A esto se suman una alimentación más densa y menos colorida, menos movimiento físico y el aumento en el consumo de harinas y azúcares. Todo esto impacta en nuestro ritmo físico y emocional.

El resultado: más sueño, más irritabilidad, menos motivación y más antojos.

La vitamina D.

La vitamina D se produce cuando la piel se expone directamente al sol. Por eso, en invierno suele haber una caída general en sus niveles, lo que puede generar:
- Mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias.
- Dolores musculares o sensación de debilidad.
- Bajo ánimo, apatía o tristeza invernal.
- Cansancio persistente.

Si bien algunos alimentos aportan pequeñas dosis (pescados grasos, yema de huevo, hígado o lácteos fortificados), muchas veces no es suficiente. En algunos casos, un suplemento puede ser necesario, siempre bajo indicación profesional.

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Si elegís frutos secos como snacks no le errás nunca.
Foto: Goodfon.

El estado de ánimo.

El invierno bajan hormonas como la serotonina y la dopamina, que regulan el bienestar emocional. Pero hay alimentos que pueden colaborar naturalmente en su producción, como:
- Avena, cereales integrales.
- Frutos secos (nueces, almendras).
- Banana madura.
- Chocolate amargo (mínimo 70%).
- Legumbres.
- Lácteos.
- Semillas, huevos, tofu y pollo (ricos en triptófano, aminoácido clave para la serotonina).

Nutrientes.

Además de la vitamina D, hay otros protagonistas que vale la pena reforzar en esta etapa:
- Hierro: su déficit genera fatiga, palpitaciones y falta de concentración. Carnes rojas magras, lentejas, garbanzos, espinaca, yema de huevo + vitamina C (cítricos, tomate) para absorberlo mejor.
- Magnesio: bajo magnesio lleva amás tensión y calambres, dificultades para conciliar el sueño. Lo encontrás en banana, avena, chocolate amargo, semillas, frutos secos.

- Fibra: en invierno el tránsito intestinal suele enlentecerse, sobre todo si estamos más quietos y consumimos menos fibra y agua. Una buena estrategia es incorporar frutas cocidas (como manzana o pera), avena, semillas de chía y legumbres.

- Agua: aunque no tengamos sed, la deshidratación también cansa. Sumar caldos, infusiones calientes, agua con limón.

Qué comer.

En invierno convienen preparaciones que abrigan el cuerpo sin apagarlo:
- Sopas de vegetales
- Guisos con legumbres
- Tortillas al horno
- Avena cocida
- Frutas y verduras cocidas (zapallo, zanahoria, brócoli, manzana al horno, en preparaciones como budines, muffins y galletas)
- Proteínas en todas las comidas, incluso meriendas

Estas opciones aportan calor, saciedad y nutrientes sin provocar picos de energía seguidos de bajones, como ocurre con los excesos de azúcar y harinas refinadas.

Hábitos diarios.

Comer bien es fundamental, pero para mantener la energía en invierno, también ayudan pequeños gestos:
- Dormir al menos 7 horas con buena calidad.
- Aprovechar la luz solar, aunque sea por 15 minutos al día.
- Moverse todos los días: caminar, estirar, bailar… todo suma.
- Evitar dietas extremas o culpas alimentarias: generan más estrés.

El invierno invita al repliegue, pero también al cuidado. Cuando la energía baja, no es flojera: es el cuerpo pidiendo ajuste. Con alimentos nutritivos, hábitos realistas y un poco de luz, podemos atravesar esta estación con más vitalidad. Comer bien en invierno no es solo salud: es abrigar el cuerpo desde adentro.

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