En un futuro no muy distante, es probable que el cocinero argentino Edgardo Ríos tenga en su cuenta de Instagram (donde es conocido como mambrunense) más o menos la misma cantidad de seguidores que toda la población uruguaya: tres millones.
Actualmente conquistó a 2,8 millones de seguidores en esa red social, pero en Tiktok ya acumula 3,4 millones, mientras que en Facebook lo siguen 2,6 millones. En Youtube, en tanto, tiene 1,6 millones de personas suscritas a su canal.
En total, entonces, suma aproximadamente diez millones y medio de seguidores en distintas plataformas, lo cual lo convierte en uno de los más populares cocineros de esta parte de Internet.
Aunque se formó como cocinero, sus primeros trabajos fueron como vendedor de todo tipo de artículos y servicios. Algo de ese oficio (o bastante) le quedó, porque sus videos en Instagram tienen ese intangible que va más allá de lo estrictamente culinario.
En parte, eso explica su considerable alcance en redes sociales. Ríos, tal como otras figuras influyentes de Internet, aparece como carismático y afable, tanto por su cuenta -la mayoría de las veces- como cuando tiene algún invitado o invitada.
No se define a sí mismo como chef, sino como cocinero. “Un chef es el jefe de una cocina, la palabra misma te lo dice. Es un cargo, y yo fui chef en algún momento. Pero ahora soy cocinero. Un cocinero de redes sociales”.
El camino que lo trajo a este presente fue largo y sinuoso: “Empecé a trabajar en una verdulería a los 9 años. Mi padre se patinaba toda la plata que ganaba, y mi madre subsistía con lo que podía”.
Ríos descubrió que no le disgustaba trabajar, todo lo contrario. Esos primeros años en la verdulería en la provincia de Corrientes le aceitaron la labia, y de ahí a vendedor no había un largo trecho. “Trabajé de vendedor en todos los rubros, pero en algún momento sentí que tenía que ‘hacer algo de mi vida’, y ahí me puse a estudiar cocina”, cuenta.
Luego de tres años de estudio, enseguida empezó a dar clases de cocina. “Ganaba muy poco, porque el rubro gastronomía es así: ganás poco”.
Tenía que agarrar trabajos por fuera de la docencia, pero en 2020 llegó la pandemia del COVID-19 y se vio de pronto desocupado. “Medio por casualidad, medio por aburrimiento, me puse a hacer un video de una receta para Tiktok. Y le fue bastante bien a ese video, me trajo muchos seguidores. ‘Bueno’, pensé, ‘vamos a hacer otra receta, a ver qué pasa’. Todo era bastante precario, porque no podía salir a comprar nada. Lo tenía que hacer con lo que en ese momento tenía en casa, que eran unas bananas que ya empezaban a pudrirse. Eso lo transformé en un budín de banana y con ese video detonó todo. Se hizo muy viral. Desde entonces, no paré. Empecé a grabar una receta tras otras, y los videos se viralizaban”.
Empezó a construir su imperio digital a partir de Tiktok y como ya se dijo, ahora acumula algo más de diez millones de seguidores en distintas plataformas.
—¿Tenés analizado el o los perfiles de quienes te siguen en redes sociales?
—Sí. Este es mi ingreso principal, y tengo prácticamente todo estudiado.
—¿Y cómo es esa persona que te sigue?
—Es alguien que quiere resolver una comida con pocos ingredientes, y no quiere estar mucho tiempo en la cocina. No quiere complicarse mucho, pero por ahí sí quiere hacer algo diferente. Entonces, le muestro cómo ponerle algo a esa comida que le de un toque distinto. Tipo “hacé este pan, pero ponele esto”. Pero no mucho más que eso. Por ejemplo, he probado hacer videos con recetas un poco más elaboradas, pero la gente no lo acepta. Se aburre, y ahí te das cuenta que lo que muchos quieren es hacer algo relativamente sencillo, y económico. Ese es el público que me sigue: quiere gastar poco y también quiere solucionar rápido.
—Otra cosa que aparentan tener tus recetas es un aire “retro”, como si fueran las preparaciones de tu madre, o abuela incluso.
—Yo las llamo “recetas hogareñas”. Volver a lo básico de la cocina, a hacerte tus propios fideos por ejemplo.
—Eso, supongo, te gustará. ¿Pero no hay espacio para tendencias gastronómicas más contemporáneas?
—Sí, lo hay. También hago otro tipo de recetas, porque también hay una parte de quienes me siguen que quieren contenidos más de esta época. Por ejemplo, he hecho videos con la receta del pan árabe, porque mucha gente me ha dicho que quiere “cuidarse” un poco más. Incluso yo me tengo cuidar más, porque soy diabético y tengo que tener en cuenta eso cuando me alimento.
—Además de ese aire retro que algunas de tus recetas aparentan tener, también parecería que se trata de comidas típicamente argentinas. ¿Es así?
—En parte sí, pero también me formé en cocina internacional, y me gusta. He hecho videos sobre recetas como la sopa japonesa ramen, por ejemplo, pero también comida típica de Paraguay, porque vengo de una provincia que limita con ese país, y cuando era niño era muy frecuente comer cosas típicas de Paraguay.
De la televisión a Internet
Durante años, los programas de cocina fueron un componente básico de la programación televisiva. Con la diversificación de las señales televisivas mediante el sistema de TV para abonados, los y las cocineras se fueron a señales específicamente diseñadas para ese tipo de programas, como Canal Gourmet.
Con la revolución digital, el oficio de cocinar se mudó hacia Youtube y las redes sociales, en particular Tiktok e Instagram, que tienen sus propias lógicas. Mientras que Youtube es la plataforma que más se parece a lo que eran los antiguos programas de cocina en televisión abierta o para abonados (se graba en un espacio acondicionado como un estudio, con una edición más pausada y con una duración algo más extensa), plataformas como Instagram y Tiktok tienen otra lógica, más frenética e impactante, algo que Youtube ha querido replicar con sus “Shorts”.
Edgardo Ríos, tal vez porque empezó en Tiktok, es más de esa lógica rápida. Aun así, sus videos también tienen un aire retrospectivo, y mientras que otros cocineros hacen “reels” que parecen ir a mil por hora, los suyos transmiten algo más apaciguado, aunque duren prácticamente lo mismo.
Las cantidades de “Me gusta” en sus videos varían salvajemente, pero muy rara vez es inferior a 10.000. Otro componente que comenzó a variar considerablemente es la realización. Ríos casi siempre hace los videos “a la antigua” (mira a cámara, habla), pero los intercala con otro tipo de reels, donde no habla y pone sobreimpresos. Es, además, muy prolífico.
—¿Te da un buen pasar ser creador de contenidos?
—Sí, ahora sí. Al principio fue difícil. Vivía en un barrio bastante humilde y medio peligroso en la provincia de Buenos Aires y me recomendaron que me mudara a capital, que así me surgiría más trabajo. Tenía mis dudas, pero fue así: se me presentaron más oportunidades. Y gracias a las marcas y los sponsors, empecé a ganar mejor.
—¿Cuántas personas trabajan contigo?
—Una. Mi pareja.
—¿Ustedes hacen todo?
—Sí. Las compras, la planificación, la filmación, la edición, todo. Soy medio quisquilloso con cómo quiero que queden los videos, entonces prefiero hacerlo todo por nuestra cuenta. Un video lleva un día entero de hacer.
—¿No es muy estresante hacer todo en un día?
—No tanto cuando lo hago por mi cuenta, con mi pareja. Lo más estresante es trabajar con algunas marcas, o con las agencias de comunicación que representan a esas marcas.
—¿Cómo ves tu futuro profesional?
—En algún momento me gustaría abrir mi propia escuela de cocina, pero tengo que cumplir otras etapas antes. Ya llegué al auto (se ríe), y ahora la próxima meta es la casa propia (NdR: cuando se cerró esta entrevista, Ríos ya había concretado ese objetivo). En algún momento, además, me gustaría empezar a viajar más.
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