Redacción El País
En la vorágine diaria es normal que aparezca alguna discusión o un momento de irritabilidad, pero cuando el mal humor deja de ser una reacción puntual y se instala como estado permanente, los especialistas advierten que ya no hablamos de carácter, sino de un síntoma de alerta. Esa es la postura del psiquiatra Juan Muvdi, conocido en redes como @drmuvdi, quien suele abordar estos temas con una mirada clínica pero cercana.
Cuando la reacción deja de tener proporción
Muvdi explica que la clave está en detectar la reacción desmedida frente a estímulos menores. “La gente puede ser difícil, eso lo sabemos todos”, señala en su video, pero aclara que si ante cualquier situación aparece una actitud de pelea constante, algo no está bien. Para el especialista, esa predisposición a la fricción —esa sensación de estar siempre “prendido fuego”— no debería naturalizarse como parte de la personalidad. La irritabilidad crónica, insiste, es una señal que invita a revisar qué está pasando puertas adentro.
La ira persistente no es un rasgo: es un signo
Para explicar su enfoque, Muvdi utiliza una comparación muy gráfica: tener mal humor constante es como tener fiebre. No es una causa en sí misma, sino un indicador de que algo subyacente puede estar desregulado. Así como la temperatura sube por múltiples razones físicas, el enojo permanente puede ser la punta del iceberg de otras condiciones mentales que suelen confundirse o pasarse por alto.
Qué puede estar detrás del mal genio permanente
El psiquiatra aclara que este estado no siempre está vinculado a la ira como emoción primaria. Entre las condiciones que pueden esconderse debajo de esta irritabilidad persistente menciona TDAH, problemas de sueño como el insomnio, cuadros de ansiedad o depresión. En muchos casos, incluso, la persona cree que “siempre fue así”, cuando en realidad se trata de síntomas que pueden abordarse con acompañamiento profesional.
Consultar a tiempo cambia el pronóstico
Muvdi invita a dejar de romantizar la idea de “soy así” o “tengo el genio corto” y propone practicar una autoobservación honesta. Si el mal humor es cotidiano y se instala como forma de vida, la recomendación es clara: pedir ayuda. “Si sentís que esto te pasa, consultá”, subraya el especialista, recordando que vivir a la defensiva no debería ser la normalidad para nadie.
En base a El Tiempo/GDA
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