O Globo - GDA
El entorno de la educación superior puede ser muy estresante. Además de las clases, trabajos y exámenes, la mayoría de los estudiantes tiene que trabajar, pagar las cuentas y enfrentar otras presiones de la vida moderna. Por eso, muchas universidades en Estados Unidos han implementado programas donde los estudiantes pueden interactuar con animales de compañía para ayudar a aliviar algo de esa tensión.
Estudios han comprobado que, además de mejorar el estado de ánimo de los estudiantes, estos programas realmente pueden generar reacciones fisiológicas que alivian el estrés. La gran mayoría (85%) de estos programas utiliza únicamente perros. Sin embargo, según investigadores de la Universidad Estatal de Washington, en Estados Unidos, la interacción con gatos puede ser extremadamente positiva para reducir el estrés y aumentar el bienestar, especialmente para personas altamente emocionales.
La emotividad es parte de un modelo bien establecido en la psicología llamado "los cinco grandes" (traducción de "big five" en inglés) rasgos de personalidad. Las personas con esta característica tienen emociones intensas y son altamente reactivas a ellas.
En el nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Anthrozoös, los investigadores buscaron evaluar si habría interés entre los participantes de estos programas en interactuar con gatos, en lugar de únicamente con perros. También buscaron entender cómo las características humanas pueden influir en esta preferencia. Para ello, entrevistaron a más de 1.400 estudiantes universitarios y empleados de más de 20 universidades.
Los resultados mostraron que la presencia de gatos tuvo gran aceptación entre los participantes, especialmente entre aquellos cuyo rasgo de personalidad de emotividad era más fuerte.
"La emotividad es una característica bastante estable; no fluctúa y es un rasgo bastante consistente de nuestras personalidades. Descubrimos que las personas en el extremo superior de esta escala estaban significativamente más interesadas en interactuar con gatos. Dado que investigaciones anteriores han demostrado que estos individuos pueden estar más abiertos a formar lazos fuertes con los animales, tiene sentido que quieran que los gatos sean incluidos en estos programas", dijo la coautora Patricia Pendry, profesora del Departamento de Desarrollo Humano de la Universidad Estatal de Washington.
La asociación entre la personalidad y la disposición para interactuar con gatos se mantuvo incluso después de analizar otros factores, como visitar un lugar que promueve la interacción con perros, tener un gato como mascota o identificarse como mujer. Los investigadores también evaluaron la influencia de factores negativos, como tener alergia o fobia a los gatos, lo que lógicamente redujo el interés de los participantes en interactuar con los felinos.
Según Pendry, una de las razones por las que las intervenciones en el entorno universitario tienden a centrarse en los perros es el mayor número de animales de terapia canina disponibles y una percepción común de que los gatos pueden ser inadecuados para esa función, ya que a menudo se les percibe como impredecibles, distantes o caprichosos. Pero el estudio mostró que, además de no ser cierto, muchas personas prefieren interactuar con gatos en la terapia, en lugar de con perros.
Tener la opción de elegir con qué animal interactuar puede aumentar el número de personas interesadas en este tipo de intervención, lo que les ayudaría a reducir el estrés y aumentar su bienestar.
"Estamos buscando maneras de ayudar a más personas a reducir sus niveles de estrés. Añadir gatos puede ser otra forma de alcanzar a un público más amplio", afirma Pendry.