Ana Abbona Santín
Ya sea que decidas recorrer tu país, hacer ese viaje soñado a un lugar que has visto docenas de veces en películas o series, o un destino exótico y único, las personas de todas las edades disfrutan de interrumpir sus obligaciones y entregarse a explorar nuevos lugares o revisitar aquellos en los que se sienten a gusto.

El novelista francés Emile Zola —autor de clásicos de la la literatura gala como Los Rougon-Macquart y Thérèse Raquin, entre varios— dijo en un momento de su vida que “Nada desarrolla tanto la inteligencia como los viajes”. Muchas personas estarán de acuerdo con esta aseveración, porque nuestro cerebro se ve favorecido en varias formas cuando viajamos.

Viajar te permite desconectar de la rutina diaria y de las preocupaciones, lo que ayuda a reducir los niveles de estrés y ansiedad. Pero para que esto suceda, debemos cuidar algunos detalles.

Lo primero es la planificación. Cuanto más te organices antes de emprender el recorrido, menos probabilidades tendrás de preocuparte por los imprevistos.

Además de planificar el itinerario, asegúrate de tener todo lo que necesitas para tu viaje, incluyendo documentos, medicamentos, ropa cómoda y artículos de tocador. Si viajas con niños, recuerda llevar sus juguetes y snacks favoritos.

Llevá tu música, un libro o aquello que te ayuda a mantener la calma cuando te toca esperar o en un viaje largo. Los imprevistos son inevitables, así que es importante mantener tu flexibilidad.

Conocer nuevos lugares y culturas nos obliga a aprender cosas nuevas, lo cual resulta estimulante para tu actividad cerebral y mejora -entre otras cosas- la memoria.

Cuando viajamos a un nuevo lugar, nos exponemos a nuevas culturas, idiomas, comidas y experiencias. Esto nos obliga a aprender cosas nuevas y a expandir nuestros conocimientos.

Los viajes pueden constituir experiencias desafiantes y gratificantes a la vez, que te hacen abandonar tu zona de confort y propician el uso de tus habilidades mentales.

Al viajar, tienes la oportunidad de conocer gente de diferentes culturas. Esto te ayuda a desarrollar una mayor comprensión y tolerancia hacia los demás, mientras formas nuevas amistades y relaciones.

En general, los viajes como una vitamina para tu cerebro, porque lo revitalizan. No solo estimulan tu atención y tu memoria, sino que te aportan placer y felicidad. Incluso te permiten relativizar tus problemas y verlos desde otra perspectiva.

También tienen un impacto en tu autoestima, ya que por placentero que resulte un viaje, siempre habrá contratiempos que deberás resolver. Y cuando superas una prueba, aunque sea menor, tu autoimagen mejora.

Viajar es bueno para la salud de tu cerebro, lo rejuvenece, nos causa bienestar y nos libera del estrés. Y la felicidad que consigues viajando es mucho más duradera que cualquier cosa material que puedas comprar.

Viajar es especialmente beneficioso para las personas mayores. Disponer de más tiempo, estando ya retirados, permite que los paseos y traslados se vuelvan más asiduos que en las etapas previas de la vida. Este colectivo muchas veces opta por los viajes organizados, con un itinerario y horarios pensados para brindar confort, tranquilidad y seguridad.

Y más allá del disfrute que de por sí ofrece el viajar, cuando somos mayores se presenta también la oportunidad de romper la rutina y los hábitos —a veces muy arraigados—, y de ejercitar la autonomía.

Viajar es una de las experiencias más gratificantes que puede tener un ser humano. Es una oportunidad para escapar de la rutina de todos los días, aprender sobre nuevas costumbres y culturas y también es algo que te permite ver el mundo con nuevos ojos, al menos por un período de tiempo, lo cual enriquece tu experiencia y perspectiva. ¿Estás listo para experimentar el placer de trasladarte hacia otros destinos? ¡Comienza ya mismo a planificar tu próximo viaje!