O Globo - GDA
Las actividades físicas generan innumerables beneficios. Con frecuencia, los ejercicios y deportes se incluyen en los tratamientos de personas con trastornos mentales y otros problemas de salud.
Sin embargo, la liberación de hormonas como la endorfina, asociada con la sensación de recompensa y bienestar, y la serotonina, que proporciona felicidad, puede volverse adictiva.
A largo plazo, algunas personas desarrollan una especie de dependencia emocional hacia la práctica, ya sea por razones estéticas o por los efectos positivos para la salud. Inicialmente emocionante, el movimiento se transforma en un hábito perjudicial para el cuerpo y la mente.
De sobrepeso a un cuerpo "muy delgado"
Así fue la agotadora rutina de Cintia, una funcionaria pública de 34 años. Por recomendación médica debido a su sobrepeso, comenzó a hacer actividades físicas en 2011. Siete años después, descubrió el Crossfit competitivo, que pasó a formar parte de su vida diaria. Poco a poco, la intensidad de los deportes aumentó.
“Por más que me ejercitara y tuviera un cuerpo dentro de los estándares, no lograba verme en el espejo y destacar mis cualidades. Siempre me parecía insuficiente. Esta distorsión de la imagen me empujaba a realizar muchas actividades físicas al día. Había días en los que hacía musculación, natación y Crossfit, con un total de casi cuatro horas y media de ejercicio diario”.
Cintia confiesa que la presión estética la llevó a cultivar hábitos no saludables y restrictivos, todo esto a pesar de tener ya un cuerpo "muy delgado". Cintia ya no tenía energía para pasar tiempo con sus seres queridos, lo que comenzó a afectar su vida conyugal. “Solo descansaba cuando no podía caminar más" recuerda. Hoy, afirma que su relación con la actividad física es “más madura y equilibrada”.
La dependencia se desarrolla principalmente debido a la liberación de endorfinas. El practicante busca cada vez más esa sensación y, gradualmente, aumenta la carga de ejercicios para lograr el "mismo efecto". Es un proceso similar a la adicción a sustancias.
Generalmente, la dependencia del ejercicio está relacionada con la vigorexia, cuyo nombre científico es trastorno dismórfico muscular. Esta condición hace que los pacientes se vean débiles y sin músculos cuando, en realidad, son fuertes y musculosos. Al ver una imagen distorsionada en el espejo, los afectados pasan horas realizando actividades físicas. Los síntomas comienzan afectando la salud mental, pero poco a poco causan cansancio, insomnio y dolores musculares.
En la vigorexia, la persona sobreestima defectos estéticos. En la adicción al ejercicio, la persona se ejercita de manera compulsiva, especialmente por el placer que la actividad le proporciona. Hay síntomas de abstinencia, pérdida de control sobre la intensidad, la frecuencia y la duración de las sesiones de ejercicio”, dice el médico Fernando Torres.
Según el médico, aunque son condiciones diferentes, los adictos al ejercicio tienen mayor riesgo de vigorexia y viceversa. Ambas condiciones, con entrenamientos excesivos, “llevan al cuerpo a superar sus límites, causando desgaste y sobrecargas excesivas en varios sistemas del cuerpo, incluidas las lesiones”.
Cómo identificar la dependencia
Torres recuerda que cualquier persona puede desarrollar dependencia. Algunos indicios son: necesidad compulsiva de ejercitarse incluso estando cansado, enfermo o lesionado; sentir sufrimiento, culpa o ira al dejar de hacerlo; interferencia en la vida social o profesional; lesiones frecuentes debido a la falta de descanso.
“Socialmente, la persona prioriza el entrenamiento sobre sus responsabilidades diarias, ya sea en los estudios, la carrera, la familia o las amistades. La insatisfacción crónica con la imagen corporal puede ir acompañada de ansiedad, angustia e incluso episodios depresivos" advierte Torres.
El psicólogo deportivo Mateus Vasconcelos señala que, además de problemas físicos como fatiga crónica y problemas articulares, óseos y musculares, la compulsión puede causar irritabilidad y humor depresivo. A largo plazo, la persona puede mostrar síntomas de abstinencia siempre que deje de ejercitarse.
"La persona pierde el control sobre la adicción. Hay factores fisiológicos, como la sensación de bienestar. Desde el punto de vista psicológico, puede generar una retroalimentación positiva (elogios) por una 'mejor apariencia física' y un control emocional. También existe una presión social y cultural por tener un cuerpo perfecto y mantener hábitos idealizados.
El psicólogo destaca que la adicción al ejercicio no se considera un trastorno en sí misma, pero es un síntoma o criterio diagnóstico para otras condiciones, como la anorexia, la bulimia y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
Para tratar esta condición, Vasconcelos recomienda la psicoterapia, en especial la terapia cognitivo-conductual. También resalta la importancia de médicos, como nutriólogos y psiquiatras, y profesores de educación física, que pueden ayudar a reorientar la relación de la persona con la actividad física.