Ya lo he escrito más de una vez, pero como dicen que el público se renueva, va de nuevo: no existen climas “malos”, solo ropa inadecuada. Ese proverbio no podría venir de otro lugar que de la península escandinava, donde los inviernos son largos, duros e intensos. Y aunque la reciente ola polar nos haya hecho dudar de esa idea, el invierno uruguayo —al menos hasta la llegada del cambio climático— sigue siendo relativamente benigno.
Y como a los uruguayos nos gusta salir a pasear incluso cuando el sol se toma licencia, hoy recomendamos un clásico de clásicos para disfrutar del aire libre en los meses fríos: el Parque Rivera. Las 40 hectáreas que se extienden al norte del barrio Malvín y lindan con Carrasco Norte son un imán para familias, parejas y flâneurs en verano, pero también en invierno mantienen su encanto.
El mero hecho de que el Estadio Charrúa esté dentro del parque ya asegura movimiento: el fútbol es una de las pocas cosas capaces de superar el frío y las pocas ganas de salir. Pero hay bastante más. Caminatas entre senderos arbolados, ramas recogidas para prender la estufa, mates bajo algún árbol frente a la laguna —que, por cierto, también tiene esos botecitos a pedal idénticos a los del Parque Rodó— y, cada tanto, alguna selfie con fondo otoñal o perro en primer plano.
El parque también ofrece algo de vida urbana bajo los árboles: una cafetería, un centro de actividades, gente que va a hacer ejercicio o simplemente a mirar la vida pasar. Porque incluso cuando el cielo está gris y el aire corta, salir sigue siendo una forma de estar mejor.
Un lugar para hacer una pausa.
No solo hay naturaleza y deporte, también hay café, tortas y sándwiches caseros, servidos en un rincón rodeado de árboles. Café Devera —así se llama la cafetería ubicada dentro del parque— abre de martes a domingo, de 10 a 18 horas en invierno, y en verano se extiende hasta más tarde, y es una excelente excusa para merendar, desayunar o almorzar al aire libre, mientras se toma un respiro de la ciudad sin salir de Montevideo.
Detrás del mostrador está Natalia Vera, quien contó que todo comenzó con “NyC Delicias Caseras”, un pequeño emprendimiento de pastelería que ella ya venía desarrollando.
Gracias al apoyo del Cedel Carrasco (Centro de Desarrollo Económico Local Carrasco), el proyecto fue incubado y tomó nueva forma con la apertura de la cafetería en el parque. Hoy, junto a su hermano Guillermo —él se encarga de lo salado, ella de lo dulce— está al frente del local. “La gente valora poder merendar rodeada de árboles”, dice Natalia, resumiendo lo que muchos de sus habitués expresan.
Actividades para la comunidad.
El Cedel ofrece en el parque actividades para toda la comunidad.
Varias veces por semana se pueden aprovechar clases gratuitas de yoga, stretching y otras propuestas pensadas para el bienestar físico y emocional. Además, a lo largo del año se organizan talleres sobre temas variados como por ejemplo compostaje.
Estas iniciativas aportan un valor extra al espacio verde, transformándolo en un punto de encuentro donde la naturaleza y la vida comunitaria se combinan.
Un rincón ideal para disfrutar del aire libre, y también a cuidar el cuerpo, la mente y el entorno natural.
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