Redacción El País
El vínculo entre el sueño y la alimentación es más estrecho de lo que se pensaba. Investigadores del Instituto Herbert Wertheim UF Scripps de Innovación y Tecnología Biomédica (Estados Unidos) analizaron cómo la falta de sueño incide en el apetito y los patrones de descanso, identificando una relación directa entre ambos procesos. Los resultados apuntan a que dormir poco no solo afecta el humor y la concentración, sino también la forma en que el cuerpo regula la energía y el deseo de comer.
El sueño funciona como un mecanismo de conservación energética, lo que explica por qué, ante un déficit de descanso, el organismo busca compensar con más alimento o más horas de reposo. Según los autores, este hallazgo refuerza la idea de que el cuerpo interpreta la privación del sueño como una señal de gasto energético, lo que dispara el apetito y retrasa la hora de dormir.
Un modelo experimental para entender la relación
Aunque diversos estudios habían vinculado la privación crónica del sueño con un mayor consumo de calorías, los mecanismos exactos detrás de esa relación seguían siendo poco claros. Para avanzar en esa línea, los científicos publicaron en JNeurosci un experimento con moscas de la fruta (Drosophila), un modelo biológico muy usado en neurociencia por su capacidad de reproducir patrones de conducta comparables a los humanos.
Durante las pruebas, las moscas fueron sometidas a distintos niveles de restricción del sueño. Cuando esa falta de descanso generaba pérdida de energía, los insectos compensaban comiendo y durmiendo más. En cambio, cuando el cansancio no afectaba su nivel energético, no se observaron cambios significativos ni en la alimentación ni en la duración del sueño. Esto sugiere que el hambre y el descanso responden a un mismo circuito biológico que busca restablecer el equilibrio del cuerpo.
Privarse del sueño puede aumentar el apetito
Los resultados confirman que la privación de sueño vinculada a una caída de energía provoca un aumento del deseo de comer y una mayor tendencia a dormir más tarde. Este comportamiento se explicaría porque el cuerpo intenta reponer la energía perdida de dos maneras: a través del alimento o mediante el sueño.
Uno de los autores del estudio señaló que estos hallazgos podrían servir de base para desarrollar intervenciones conductuales más efectivas y menos invasivas, orientadas a mejorar tanto los hábitos de sueño como los trastornos metabólicos. En otras palabras, abordar el descanso y la alimentación por separado puede no ser suficiente: ambos sistemas están tan interconectados que cualquier intento de regular uno sin considerar el otro podría ser ineficaz.
Dormir bien, una herramienta para regular el apetito
La conclusión principal del trabajo es clara: el sueño cumple un papel esencial en la regulación energética, y su alteración repercute directamente en el metabolismo y en los antojos. Por eso, mejorar la calidad del descanso podría ayudar a controlar el apetito y reducir la ansiedad por comer fuera de horario.
Los investigadores plantean que el tratamiento de los trastornos del sueño y los problemas metabólicos debería ser integrado, considerando ambos como procesos interdependientes. Así, en lugar de centrarse únicamente en la dieta o en el descanso, los enfoques terapéuticos más prometedores serían aquellos que atiendan el equilibrio entre ambos. Dormir mejor, en definitiva, podría ser una forma simple y natural de comer mejor también.
En base a El Tiempo/GDA
-
La alimentación puede incidir en la calidad de sueño y un estudio vinculó a una dieta con dormir mejor
Longevidad: las 7 acciones recomendadas para envejecer con salud óptima y bienestar emocional
Leonardo Sande: "Ser saludable no es solo una cuestión de peso"
Si te cuesta conciliar el sueño, el error puede estar en tu alimentación: qué comer para dormir mejor