Redacción El País
El doctor Merijn van de Laar, especialista en medicina del sueño, afirma que la idea de que todas las personas deben dormir ocho horas diarias carece de respaldo científico universal.
Esta cifra se popularizó durante la Revolución Industrial, cuando el reformador social Robert Owen propuso dividir el día en tres bloques iguales: ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de sueño.
En la actualidad, solo entre el 10 % y el 25 % de la población mundial duerme ocho horas o más, con un promedio general cercano a siete horas de sueño. Para el experto, fijarse un objetivo rígido puede generar ansiedad, frustración y estrés innecesario.
Lecciones de comunidades tradicionales
En su libro “Cómo dormir como un cavernícola” (2025), Van de Laar relata sus investigaciones con la tribu Hadza en Tanzania, donde observó que es común despertarse por la noche durante dos horas y media sin que eso se considere un problema de insomnio.
Mientras que en las sociedades modernas la vigilia nocturna suele generar preocupación, estas comunidades continúan su descanso sin alteraciones emocionales, mostrando una visión cultural diferente del sueño.
Factores que afectan el sueño moderno
El especialista advierte que la luz artificial, el uso de calefacción o aire acondicionado y la falta de actividad física influyen en el ritmo circadiano.
En comunidades tradicionales, las horas de sueño varían más de una hora entre invierno y verano, mientras que en países industrializados apenas cambian 12 minutos.
Otros factores clave son la alimentación y el ejercicio:
- Una dieta rica en proteínas favorece el descanso.
- Comer grasas en exceso antes de dormir dificulta la digestión y genera molestias.
- La actividad física estimula la adenosina, una sustancia que promueve el sueño profundo, siendo especialmente beneficiosa para adultos mayores.
La importancia del sueño REM y profundo
Van de Laar subraya que el sueño REM es esencial para procesar las emociones y mejorar la resiliencia emocional. Su fragmentación, común en personas con insomnio, puede afectar negativamente el bienestar psicológico.
El sueño profundo, por su parte, es vital para la recuperación física, la reparación de tejidos, el fortalecimiento del sistema inmunológico y el crecimiento muscular.
El experto advierte que el consumo de benzodiacepinas puede alterar estas fases y reducir la calidad del descanso nocturno. También desaconseja depender de suplementos para dormir como valeriana, magnesio u omega-3, ya que su eficacia no está comprobada. Lo mismo ocurre con los dispositivos que miden el sueño, cuya precisión limitada puede aumentar la preocupación innecesariamente.
En base a El Tiempo - GDA