Sabiduría

María Julia Pou

El domingo Chile protagonizó uno de esos episodios que enaltecen a un país y reafirman su democracia. Luego de veinte años de gobierno de la Concertación el país andino eligió a un Presidente de la otra vertiente de opinión que se enfrentó a la fuerza política que desde el retorno de la democracia fue quien lideró el camino hacia la vida republicana.

Varias son las reflexiones que nos provoca la circunstancia de la elección de Sebastián Piñera. En primer lugar el primer gobierno del gran señor que es don Patricio Alwyn tuvo la virtud de no tocar aquello que durante la dictadura de Pinochet Chile había logrado: las reformas de Buchi no fueron cuestionadas por su origen sino evaluadas por sus resultados. También nos merece una mención especial la capacidad de Alwyn en su convivencia con Pinochet -senador vitalicio y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas- respetando al 42% de los chilenos que habían avalado en la elección al General. Fue casi una instancia de esgrima diaria entre dos hombres fuertes que se conocían bien y estaban cuidando el camino de salida por distintos motivos pero con igual interés.

A la Presidencia de Don Patricio le siguieron las de Frei y la de Ricardo Lagos para culminar el proceso con la elección de Michelle Bachelet. Conocido es el ascenso de Chile dentro del concierto de naciones americanas y ello es producto de varios gobiernos que entendieron que había que abrirse al mundo, firmar tratados de libre comercio -Chile ha firmado más de setenta- y de la no tantas veces obvia premisa que el crecimiento es la única manera de progreso que permite la solidaridad que la sociedad busca.

Cuando el candidato triunfante en la elección del domingo, lo fue encabezando la Coalición para el Cambio, no tuvo la necesidad de recurrir a criterios fundacionales -"nada de lo hecho hasta ahora tiene valor"- sino que con inteligencia, frescura y honestidad intelectual logró convocar a la gente para hacer -con todos- las cosas mejor aún de lo que se venían haciendo. También es importante señalar el pragmatismo con que Piñera construyó una coalición para enfrentar otra -la Concertación- en un acto de inteligencia y desprendimiento de muchos, asociados al emprendimiento que seguramente tuvieron que dejar por el momento algunas exigencias de tinte sectorial para integrarse en un todo, con un común denominador que valía la pena.

A Sebastián Piñera le espera una tarea para la que le sobra talento y en la que va a contar con todos los chilenos: este fue el mensaje que el candidato Frei nos mostró en la televisión. Apagados los fuegos artificiales de la campaña, acallados los cantos y los vivas, tendrá a partir de marzo el desafío de continuar con lo que se ha hecho bien, mejorar lo que sea necesario y emprender nuevos caminos para los que Chile está más que preparado, no por casualidad ha pasado a integrar la OCDE, y otros desafíos le esperan.

Cuando en la región no siempre nos tranquiliza lo que vemos, Chile nos ha mostrado una vez más la sabiduría con que ha venido transitando el camino. A los hermanos chilenos nuestros votos para que el futuro sea aún mejor.

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