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Mi hijo, el oficial

Las inscripciones en el Liceo Militar General Artigas no paran de crecer. Es el centro público con mejores resultados académicos y los padres le encomiendan una tarea de las difíciles: que discipline a sus hijos.

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FRANCISCO MARQUES

Portate bien o te mando al liceo militar", fue el ultimátum de una madre a su hija, mientras señalaba a un alumno del liceo en una parada de ómnibus. Parecerá anacrónica pero esa amenaza aún es un recurso extremo de algunos padres.

Los mitos que rondan al liceo son tan originales como exagerados y bien pueden transformar el mismo en la peor pesadilla del adolescente promedio, pero eso no impide que el Liceo Militar "General Artigas" aumente, cada año, el número de inscripciones.

Según el último anuario del Ministerio de Educación y Cultura, 331.659 alumnos asisten a liceos públicos. La cifra refleja una caída con respecto a años anteriores. Pero las inscripciones en el liceo militar aumentaron un 25%. Este año mas de 300 personas se presentaron a las pruebas de ingreso, para obtener alguno de los 150 cupos que todos los años se abren para tercero y cuarto.

Según el director del liceo, el coronel Gerardo Fregossi, la demanda se debe a que, en materia de educación, hoy lo accesorio pasó a ser esencial, y la prioridad de los padres al elegir un liceo es la seguridad y el respeto. Cualidades que, dice, caracterizan al instituto militar.

El centro tiene 330 alumnos, un cuarto de ellos mujeres. De mañana, los estudiantes cumplen con los programas de Secundaria, y de tarde realizan actividades extracurriculares, propias del liceo. Mucho deporte, desde fútbol hasta esgrima, pero también ejercicios de preinstrucción militar.

"La instrucción militar, que se da en la Escuela Militar, tiene como objetivo formar soldados pero ese no es nuestro objetivo", dice Fregossi. El liceo militar, como cualquier otra institución no escapa a las normas del Código de la Niñez y la Adolescencia, que impide la formación de menores en cualquier forma de violencia. La instrucción pre-militar consiste en ejercicios y movimientos de estilo militar. Desde entrenamiento con cuerdas y carreras con obstáculos, hasta primeros auxilios y lectura de mapas. El objetivo es fomentar el espíritu colectivo.

Todo eso da lugar a mitos. Por ejemplo, a un alumno le preguntaron si era cierto que eran golpeados para adquirir resistencia, y a otro, si en verdad mataban cachorros para forjar carácter. Eso no pasa.

Hace dos años, a partir de los abusos cometidos por los marinos uruguayos en Haití, el Partido Comunista responsabilizó al liceo por el incidente y propuso cerrarlo. La propuesta consiguió adhesiones quizás porque ninguno había sido alumno del centro. "Si hubieran venido acá, capaz que no hacían eso", dice el coronel Fregossi. Desde la oposición se calificó a la propuesta como una "locura absoluta" y hasta José Bayardi, el ministro de Defensa de Tabaré Vázquez, salió en respaldo del liceo.

Pero la mala prensa también llega a los padres. Según Fregossi, algunos siguen viendo al liceo como un reformatorio. Y más de un padre se acercó al liceo desesperado, como el último recurso frente a un hijo díscolo. Ese tipo de casos es rechazado.

Sólo un cuarto de los alumnos proviene de familias vinculadas a las fuerzas armadas. Aunque la familia de Yessica no tiene ninguna tradición militar, su interés por el liceo surgió al ver desfilar a los alumnos en televisión. Dice que solía usar el pelo rosado y hasta era un "poco loca" por lo que en casa causó sorpresa cuando les dijo que eligió esta orientación.

Hoy está en quinto, y dice que una de las cosas que más le gustan del liceo es el respeto con el cual se convive. Y también la disciplina. En todas sus formas, desde la prolijidad en el uniforme hasta levantarse para saludar al profesor.

Y no son las únicas reglas. El liceo funciona con un sistema de puntos positivos o negativos para determinadas conductas. Por ejemplo, el no adoptar la posición militar para hablar con su superior se sanciona con tres puntos, y dejar el ropero abierto se sanciona con ocho, según el estatuto del alumno colgado en la página web del liceo.

Karina fue al liceo privado en el ciclo básico, pero se cambió al liceo militar por el nivel académico. El centro fue el liceo público que mejor evaluación obtuvo en las pruebas PISA (Programa para Evaluación Internacional de Alumnos) de 2009. Su padre enfatiza el respeto que fomentan en el liceo. Según él, los adolescentes de hoy viven en un mundo horizontal, un tanto irreal, donde uno trata de "che" y "vo" hasta al presidente. Algo que aparentemente, no ocurre en el liceo militar donde, por lo menos, se lo castigaría con un par de puntos.

Romina, la chica cuya anécdota da comienzo a la nota, es una de las 150 alumnos del interior que estudia en régimen de interno, con salidas los miércoles de tarde y fines de semana. Del liceo destaca los hábitos y la prolijidad que se enseñan. El estatuto del alumno incluye normas que regulan los usos cotidianos, desde la higiene hasta los modales en el comedor.

Facundo tiene pensado seguir la misma carrera de su padre militar. Curiosamente, es minoría. Históricamente sólo el 30% de los alumnos que ingresan al centro sigue una carrera militar. Una de las cosas que le llamó la atención del centro es la formalidad requerida. Uniforme impecable, zapatos lustrados, pelo corto y afeitada al ras son algunos de los requisitos, bastante previsibles. Y aunque él nunca tuvo problemas, las observaciones -y quita de puntos- son habituales.

Los "arrestos" también están a la orden. Aunque sobre esto también "sobran divagues", como dice Romina, quien por ejemplo, llegó a escuchar que en el liceo se encierran en celdas como a los presos. Lo cierto es que las sanciones previstas por faltas y puntos negativos van desde un sábado bajo estudio vigilado hasta un domingo de tareas comunitarias. Rejas y barrotes, por ahora nada. Al menos no para ellos.

UNA LARGA HISTORIA

El liceo militar General Artigas, ubicado en Camino Castro, fue fundado en 1947 por decreto presidencial, admitiendo mujeres desde 1996. Por él, egresaron mas de 18.000 estudiantes

Orgullo y prejuicio

FUERA DEL LICEO

Al parecer, las responsabilidades no terminan al cruzar la puerta del liceo. Es que el uniforme no pasa inadvertido. Para bien y para mal. El estatuto del alumno exige "la mayor compostura, corrección y educación" en la vía pública. Por ejemplo, hubo sancionados por instalarse a comer y beber en la calle con el uniforme puesto.

Según un alumno, el uniforme atrae miradas, ya sean de curiosidad o admiración. Incluso le pasó de ir en ómnibus y que la gente se acerque a hacerle preguntas o contarle sobre un antepasado militar. Pero no todas las reacciones son positivas.

Según Fregossi, el director del liceo, uno de los aspectos que mas preocupa es la hostilidad que reciben los alumnos fuera del liceo. En una evaluación interna, más de 30 alumnos manifestaron haber sido objeto de alguna agresión. Desde insultos hasta escupitajos y golpes. Entre los alumnos consultados dijeron que si bien esto no es normal, hay casos. A uno le gritaron "asesino" mientras esperaba al ómnibus y a otro "pichón de milico". Y aunque la indiferencia es la norma, también hay impotencia. "Nosotros no tenemos la culpa de lo que pasó hace treinta años", dijo uno de los consultados.

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