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El capital amigo

Con el Frente Amplio las elites económicas uruguayas viven tiempos de bonanza. Ciertos sectores del oficialismo comienzan a discutir sobre la distribución de la riqueza.

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Fabián Muro

O currió en una reunión de uno de los sectores del Frente Amplio (FA). Cuadros políticos, militantes y empresarios discutían sobre lo que casi siempre se discute en reuniones así: cómo repartir la torta.

Un militante sindical, invitado por primera vez, se despachó a gusto contra la clase empresarial en un tono poco conciliador. Se fue y alguien del sector convocante quiso explicarle a uno de los empresarios, quien también asistía por primera vez, que si el sindicalista hubiese sabido de su presencia, tal vez no hubiese empleado ese tono combativo. Cuentan que el empresario dijo: "Mientras nos voten, no importa el discurso".

Relatada por una persona que asistió al mitin, la anécdota demuestra el grado de intimidad y buen clima que impera en la actualidad entre el gobierno y los ricos de este país. Hoy, un capitalista local puede considerar a la coalición de izquierda como parte de su proyecto personal y empresarial.

Las afinidades entre el capital y la izquierda gobernante son cotidianas en Uruguay, más allá de los explícitos estímulos que desde el programa del Frente Amplio se le da al Estado como regulador y juez que define los rubros prioritarios, y también la declarada intención de ponerle un freno tanto a la acumulación como a la concentración de la riqueza (ver recuadro en esta página).

Los ejemplos del entendimiento entre el poder económico y el actual poder político sobran. Alberto Fernández, de la empresa Fripur, pudo poner un avión a disposición del entonces candidato José Mujica. Juan Carlos López Mena -empresario con importantes inversiones en el sector de transportes- "despidió" a la anterior administración con una valoración muy positiva sobre el relacionamiento entre "el Estado y la empresa privada" en una reunión de la Cámara Uruguay-Argentina.

El 10 de diciembre el dueño de Barraca Erro -la segunda empresa exportadora de Uruguay después de Conaprole- le decía a El País que había un buen clima de negocios. Y los números pueden marear a varios: casi 7.000 millones de dólares en exportaciones, récord histórico. Cerca de 1.300 millones de dólares en operaciones inmobiliarias durante 2010 solo en el departamento de Maldonado. Comercios de artículos suntuosos como licores y otras delikatessen, como Los Domínguez por ejemplo, se declaran sorprendidos por ventas que de un año a otro crecen entre 20 y 30%. Ventas récords en shoppings. Y la famosa frase del presidente: "La oligarquía de este país está comprando 130 y pico de autos por día, en algunas instancias estos días esa propia oligarquía ha reventado la capacidad de venta de los supermercados".

Este auge de consumo, casi a contrapelo del idiosincrático recato uruguayo, se da bajo una administración liderada por un ex guerrillero que hizo una alianza con el Partido Comunista y que incluso antes de asumir como presidente se reunió con la cúpula sindical del país, un gesto que hizo olvidar a algunos de una frase que hoy cobra una densidad particular: "En economía, pienso hacer una entrada lo más a la derecha posible"

En un país que ya parecía condicionado culturalmente para enfrentar una crisis tras otra, la explosión de riqueza sigue descolocando a varios. Y aunque la discusión sobre qué hacer con la opulencia no es nueva, la izquierda uruguaya recién empieza a darla con intensidad.

La Red de Economistas de Izquierda acaba de publicar La torta y las migajas, un balance de los primeros cinco años del gobierno progresista. "Es un período más que suficiente para evaluar el rumbo de una economía", sostienen los autores a modo de introducción, y desmenuzan los balances y documentos.

En las páginas del libro cada cifra presentada refuerza la excepcional bonanza: 25% de crecimiento del Producto Bruto Interno entre 2005 y 2009; un aumento de la riqueza en el sector agropecuario que la Red estima en casi 31.000 millones de dólares en seis años (2003-2009); inversiones extranjeras directas que fueron de 847 a 1.139 millones de dólares; un aumento de la producción de todos los sectores de la economía de 34%.

Las conclusiones, para los autores, van en dirección unívoca: el gobierno favoreció al capital. "Con la nueva ley de inversiones, todo Uruguay se transforma (casi) en una zona franca", sostienen en una parte, mientras que en otra afirman que "el alza en los precios externos condujo a un enriquecimiento escandaloso de los terratenientes (…) que en menos de 10 años han multiplicado por 10 su riqueza real".

Joaquín Etchevers integra la Red y señala que "no se puede separar las valoraciones económicas de la escala de valores que trasuntan. Eso siempre está presente cuando hablamos de economía. Sin perjuicio, claro, de la pertinencia de los indicadores".

Para él, el actual gobierno sigue en una línea trazada por anteriores administraciones. El Frente Amplio, comenta, no solo no revirtió el proceso de concentración de la riqueza en el país sino que éste es hoy mayor de lo que era en años anteriores.

Basados en datos del Instituto Nacional de Estadística, los autores exponen la distribución del ingreso con cifras que muestran que casi la mitad está en manos de los dos deciles más altos (10% de los hogares), mientras que el 50% de los hogares se reparte el 23% del ingreso. "Más bien que esta discusión se ha puesto sobre la mesa en la izquierda", enfatiza Etchevers. "Es que no se puede tapar el sol con la mano".

Hasta desde la Cámara de Comercio y Servicios se coincide en que la repartición de la riqueza puede ser un problema para el país. "En la sociedad uruguaya se está generando un proceso de fragmentación, donde la distancia entre trabajadores formales e informales, trabajadores calificados y no calificados, es cada vez más pronunciada. Este elemento contribuye a una mayor desigualdad en los ingresos percibidos por la población", señala el informe Distribución del ingreso, que se presentó en febrero del año pasado.

INTERNA. La discusión -entre "socializantes" y "apenas progresistas" en términos del presidente- necesariamente lleva a una mirada más cercana sobre los grandes grupos económicos del país, que han atravesado significativas transformaciones en estos años. Del panorama dominado por unas "500 familias" de las que se hablaba en la década de 1960 queda poco sin alterar.

La forestación, la apuesta a la soja -en gran parte de capitales argentinos- y la cada vez más expansiva clase empresarial brasileña, alteraron el escenario del poder económico en el país. Pero para algunos integrantes del gobierno, en el estudio de este fenómeno la izquierda lleva varios años de atraso.

"Es importante dar esa discusión", afirma el director general del Ministerio de Educación y Cultura, Pablo Álvarez. Es uno de los que piensa que un proyecto que se pretenda de izquierda y que intente transformaciones sociales profundas, debe tener una noción precisa de dónde están los sectores principales que concentran el poder económico. "¿Dónde está en última instancia lo que en algún momento se llamó la rosca? ¿Sigue existiendo? ¿Está concentrada hoy en aquellos que son los principales dueños de las tierras? Yo no lo sé, pero habría que investigarlo", razona Álvarez.

El jerarca agrega que su sector -CAP-L, liderado por el senador Eleuterio Fernández Huidobro- está tratando de impulsar una discusión interna en la coalición de izquierda sobre los ricos y la riqueza. Pero constata que a casi nadie le interesa.

La izquierda desde hace décadas viene estudiando a los pobres, y sobre ellos se sabe casi todo. Pero sobre el otro extremo, poco y nada. "Es que si vas a estudiar a los ricos parece que fuera como para una nota de la revista Caras, una cosa superficial, frívola", amplía Álvarez.

El hoy director del Sistema Nacional de Emergencia, el sociólogo Gustavo Leal, coincide. La academia no estudia a los ricos o a la clase dominante. "Los pobres, como son más vulnerables, tienen menos barreras para que se los investigue. En el caso de los rico, es al revés. En la casa del rico entra el que el rico quiere".

Aunque nadie en el gobierno haya propuesto entrar a la casa de los ricos, poner la lupa sobre la elite económica genera rispideces a la interna del FA. "El Partido Comunista dice que tenemos el enemigo dentro del Frente, cosa que no comparto, porque una fuerza policlasista necesariamente tiene ese componente también: la clase rica. Además, no hay revolución que no haya sido financiada. Siempre hay alguien que pone la plata", añade Álvarez.

Carlos Tutzó, secretario de organización del Partido Comunista (PCU), responde que lo que quiere su partido es tocar las grandes ganancias a través de nuevos impuestos, mayor gasto social e inversión productiva. Todo en el marco del programa del FA, según su razonamiento. "Nunca estuvimos en contra de la presencia del pequeño y mediano empresario nacional, al contrario. A esos hay que ayudarlos. Pero sí queremos que haya un reparto más equitativo de la riqueza generada en los últimos años, en particular de aquella generada en el sector agropecuario".

La cercanía entre izquierda y capital es para Leal, leal. "La gente poderosa necesita respaldos y decisiones institucionales para canalizar sus inversiones. ¿Con quién se va a reunir? Se va a reunir con el presidente, con el ministro y con los del puerto. No conmigo ni contigo, porque no tocamos pito en ese entierro".

Una posible explicación para la falta de conocimiento sobre la clase dominante es que esta no es una urgencia para el Estado. La elite se las arregla por su cuenta. Pero también hay un obstáculo técnico: no hay acuerdo sobre qué es ser rico. Según la economista Verónica Amarante, del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, "no hay una definición consensuada de riqueza ni en Uruguay ni en otros países". Y agrega que la Encuesta Continua de Hogares es una "mala herramienta" para medir la riqueza, dado que sólo tiene en cuenta el ingreso por trabajo, y no otras variables que puedan aportar a la riqueza de una persona o familia.

Más allá de quiénes son y cuánto tienen, quienes detentan el capital en el país son vistos por integrantes del oficialismo como parte de un proyecto nacional de desarrollo, uno que vaya más allá del bienestar de la empresa familiar o el éxito del emprendimiento personal.

Por eso es que algunos señalan el diseño del IRPF (ver recuadro) como un estímulo a esos capitalistas, ya que este grava al capital con una tarifa plana -o sea, siempre igual- mientras que fiscaliza el sueldo en forma progresiva.

Otro hecho que suscita discusiones dentro del oficialismo es la aparente falta de voluntad para frenar o desestimular -de acuerdo a lo que se expresa en el programa del FA planeado para 2010-2015- el proceso de acumulación de la tierra: "La desconcentración de la propiedad de la tierra es un proceso que debemos comenzar en el segundo período de gobierno".

También la inexistencia de detracciones a las exportaciones de productos como la soja -como ocurre en Argentina- es interpretada como una medida que, en el mejor de los casos, permite un mayor margen de ganancia que luego genera oportunidades de trabajo. Hasta el momento esa estrategia da resultado. "No cabe duda que la gente vive mejor hoy que lo hacía hace menos de una década", comenta Tutzó sin tener que mencionar el índice más bajo de desocupación de la historia uruguaya: 6,1%.

El capitalismo "en serio" del que alguna vez habló el presidente parece ausente, si por esa noción se entiende una clase capitalista que invierte, arriesga, desarrolla y compite, tanto dentro como fuera del país.

En parte esto se debe a que el empresario o capitalista uruguayo es poco propenso al riesgo. "El que tiene plata en Uruguay no la ahorra, pero tampoco la consume. La coloca afuera", dijo un economista que prefirió no dar su nombre.

El capitalista nacional es parte de una cultura que, a menudo, equipara inversión a gasto. "En los últimos 50 años, solo 14% del PIB fue inversión", explica Mariana Ferreira, de la consultora CPA-Ferrere. Solo Paraguay y Bolivia invierten menos de su PIB. Chile, Brasil y Argentina superan ampliamente a Uruguay en esa comparación, de acuerdo a la economista.

Si bien Ferreira aclara que más de la mitad del total de las inversiones en Uruguay provienen del sector privado, también señala que es el sector público uruguayo el que invierte comparativamente más que el argentino, el chileno y el brasileño.

El Estado sigue siendo un motor muy importante para el crecimiento y desarrollo económico, tal como pretende el gobierno. Con todo, algunos ya empiezan a ver que buena parte de los capitalistas locales comienzan a adaptarse a un mundo globalizado, donde la transnacionalidad y la movilidad del capital es lo que predomina. Al menos eso es lo que se percibe entre algunos entendidos, como en el think tank Centro de Investigaciones Económicas Cinve, que integraba el hoy ministro de Economía Fernando Lorenzo. Rosario Osimani, parte de la directiva de Cinve, dijo que "en Brasil y Argentina se entiende que la unión hace la fuerza".

Ese cambio de mentalidad puede ser el buscado por parte de algunos sectores del gobierno, sobre todo ante el avance de los sojeros argentinos o los industrialistas brasileños, que ya dominan rubros como el arroz (Saman) y los frigoríficos (Marfrig) en el mercado nacional.

La aparente contradicción entre la declaración de apoyo al empresario nacional y el ininterrumpido llamado a inversores internacionales es, para jerarcas como Álvarez, una manera de cumplir con el programa del Frente Amplio: "No está muy discutido, pero de alguna forma en el programa de gobierno se expresa que hay que consolidar una base económica nacional. Como hoy no hay capacidad de inversión económica nacional exclusiva es necesario, por lo tanto, convocar al capital extranjero".

Llegar al equilibrio entre seguir con una economía abierta y al mismo tiempo fortalecer la capacidad de inversión y desarrollo uruguaya sigue siendo uno de los principales desafíos para los gobernantes uruguayos. Solo que en el caso de un gobierno de izquierda, ese acto equilibrista es dificultado por lo que está impreso genéticamente en cualquiera que se precie de izquierda: "Cambiemos el mundo de base, hundiendo al imperio burgués", como dice una parte de la letra de La Internacional.

Lo que dice el programa

"La redistribución del ingreso y de la riqueza es un elemento de identidad de la izquierda (...) Una mejora en la distribución del ingreso requiere de la regulación del Estado para mejorar los niveles de empleo productivo y para enfrentar la concentración de la propiedad de los medios de producción, de una mejor distribución de los aumentos de la productividad para los trabajadores...". (Del programa del FA 2010-2015)

Feeling. El buen clima que impera entre empresarios y gobierno empieza a molestar a algunos del FA.

Visiones del mundo empresarial

RAMÓN ERRO

Barraca Erro

Empresario agropecuario. La empresa factura más de 200 millones de dólares. "Movimos 700.000 toneladas de granos este año", dijo.

LUIS POLAKOF

El Dorado

Tiene 43 supermercados en seis departamentos. Es el director de Desarrollo Económico de la IM. "Las políticas del gobierno mejoraron la calidad de vida".

LAETITIA D`ARENBERG

Grupo D`Arenberg

Empresaria de varios rubros, la emprendedora es honoraria en el Patronato de Cárceles. "El gobierno tiene un límite para dar. No es repartir por repartir".

GERARDO ZAMBRANO

Zambrano & Cía

"Lamentablemente, acá los empresarios se esconden. Creen que el que es exitoso y lo dice, al otro día le van a mandar la DGI. Eso limita la posibilidad de crecimiento".

LUIS CALACHI

Zona Franca Florida

El presidente de Zona Franca Florida también es director de M24, la emisora donde el presidente José Mujica tenía su audiencia radial.

8,2%

creció el sector industrial de noviembre de 2009 a noviembre de 2010, según el INE.

6,1%

es el índice de desocupación en el país, el indicador más bajo que se haya registrado hasta hoy.

6.700

millones de dólares fueron las exportaciones totales el año pasado: nuevo récord.

IRPF

"Que paguen más los que..."

Maldecido por muchos -sobre todo en algunas fechas del año- el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF), fue pensado como parte esencial de la gran herramienta distributiva de la administración pasada. Para los disidentes economistas de izquierda de Rediu (Red de Economistas de Izquierda), el IRPF es "especialmente regresivo para trabajadores y pasivos".

La economista Cecilia Llambí, del Centro de Investigaciones Económica (Cinve), presentó en 2009 junto a tres economistas el estudio Evaluación del impacto de la Reforma Tributaria 2007 sobre la pobreza y la desigualdad en Uruguay. Para ella y su equipo, la reforma ordenó el sistema tributario y el impuesto en sí tuvo un impacto "tal vez no tanto sobre la pobreza pero sí sobre la inequidad". Según explica el estudio, se redujo en un punto el Índice Gini, que mide cómo se distribuye el ingreso en la sociedad. En su opinión, ese punto es un cambio significativo en una reforma tributaria. También ella coincide en que hay un proceso de concentración de la riqueza, tanto a nivel nacional como internacional.

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