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Buscando una definición de la biblioteca ideal

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ALBERTO MANGUEL

Escritor y traductor

El argentino-italiano-canadiense Alberto Manguel fue, de joven, lector personal para Borges, un título nobiliario literario del que suele hacer alarde en todas sus biografías. Desde entonces se ha dedicado él mismo a la literatura como periodista, novelista o ensayista. En este último rubro consiguió su obra más apreciada, Una historia de la lectura que es de 1998. Es un defensor de los libros, en su formato más tradicional, como una herramienta indispensable en la civilización, incluso en tiempos tan digitales como este. Eso queda claro en Lecturas sobre la lectura (Océano, 460 pesos), una variada compilación de arengas que recuperan el íntimo placer que sólo saben transmitir los libros.

La biblioteca ideal está hecha para un lector en particular, todo lector debe sentir que él o ella es el elegido.

Sobre las puertas de la biblioteca ideal está escrita una variación del lema de Rabelais: "Lee lo que quieras".

La biblioteca ideal es tanto virtual como material. Permite toda tecnología, todo recipiente, toda manifestación de texto.

La biblioteca ideal es de fácil acceso. Ni escaleras altas, ni explanadas resbaladizas, ni una confusa multiplicidad de puertas, ni guardias intimidantes deben interponerse entre el lector y los libros.

La biblioteca ideal tiene asientos cómodos pero firmes con descansabrazos y respaldos curvos, como los de la lamentada Salle Labrouste en la Bibliothèque Nationale de France. La biblioteca ideal tiene amplios escritorios de preferencia con tersas superficies de cuero, enchufes para equipo electrónico (con la condición de que trabajen en perfecto silencio), y suaves luces individuales que recuerdan las lámparas de lectura de vidrio verde del Colegio Nacional de Buenos Aires.

En 1250, Richard de Fournival comparó la biblioteca ideal a un hortus conclusus, un jardín cerrado.

La biblioteca ideal tiene cálidas paredes de ladrillo o madera, y también frescas ventanas de vidrio que dan a vistas apacibles. La biblioteca ideal nunca es un hortus completamente conclusus.

La biblioteca ideal contiene sobre todo, pero no únicamente, libros. También colecciona mapas, cuadros, objetos, música, voces, películas y fotografías. La biblioteca ideal es un lugar de lectura en el sentido más amplio del término.

La biblioteca ideal le permite a cada lector tener acceso a los estantes. Al lector se le debe dar la libertad de los encuentros fortuitos.

Ningún estante de la biblioteca ideal está más alto o más bajo que el alcance del lector. La biblioteca ideal no requiere de acrobacias.

En la biblioteca ideal nunca hace demasiado frío, ni demasiado calor.

La biblioteca ideal organiza sin etiquetar.

Ninguna sección de la biblioteca ideal es definitiva.

El mapa de la biblioteca ideal es su catálogo.

La biblioteca ideal tiene acceso fácil y abundante a comida, bebida y fotocopiadoras.

La biblioteca ideal es tanto aislada como frecuentada, íntima y abierta a las relaciones sociales, pensada para la reflexión y para el diálogo, parsimoniosa y generosa, erudita y preguntona, llena de desesperación de muchos y de la esperanza de lo que aún no se ha leído.

La biblioteca ideal encierra la promesa de todo libro posible.

Cada libro en la biblioteca ideal hace eco de otro.

La biblioteca ideal es una antología eterna que siempre se renueva.

La biblioteca ideal nunca cierra.

En la biblioteca ideal se puede garabatear en los libros. (...)

En la biblioteca ideal, la tarea del lector es subvertir el orden establecido.

La cantidad de libros en la biblioteca ideal varía. Se dice que la Biblioteca de Alejandría albergaba 700 mil rollos; los libreros de Jorge Luis Borges contenían apenas 500 volúmenes; el campo de concentración para niños de Birkenau tenía una biblioteca clandestina de ocho libros invaluables que cada noche había que ocultar en un lugar distinto.

Aún cuando está hecha de paredes y estantes y libros, la biblioteca ideal está en la mente. La biblioteca ideal es la biblioteca recordada.

La biblioteca ideal sugiere un texto continuo sin un principio discernible ni un final en el futuro predecible.

En la biblioteca ideal no hay libros prohibidos, ni libros recomendados. (...)

En la biblioteca ideal ningún lector siente jamás que no es bienvenido. (...)

La biblioteca ideal simboliza todo lo que una sociedad representa. Una sociedad depende de sus bibliotecas para saber quién es, porque las bibliotecas son las memorias de la sociedad.

Hay ciertos libros que son, en sí mismos, una biblioteca ideal. Moby Dick de Melville, la Commedia Dante, Memoires de outretumbe de Chateaubriand.

La biblioteca ideal (como todas las bibliotecas) guarda por lo menos una línea que fue escrita exclusivamente para ti.

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