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Las bibliotecas en jaque

| Las instituciones que guardan y prestan libros cuentan cada vez con menos usuarios, y los expertos aconsejan cambiar su función. La Biblioteca Nacional redujo su público a un tercio en tres años.

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TOMER URWICZ

Hay solo tres personas. Son las 12 del mediodía del lunes y la sala de lectura Artigas de la Biblioteca Nacional parece un desierto. En la entrada nadie revisa los ficheros y tampoco hay quien solicite diarios. Se respira un profundo vacío, como en la mayoría de las bibliotecas tradicionales.

La llamada "generación N", esa que nace con las computadoras, Internet y celulares, casi no conoce esos centros llenos de estanterías enormes, polvo y libros por doquier. Les alcanza con navegar por la Red para conseguir material sobre la vida de Pablo Picasso o descargar la última obra de Arturo Pérez-Reverte.

Hoy es más práctico ingresar a una biblioteca digital, la cual no ocupa espacio y cuyo acceso es inmediato. De este modo se pone fin a los horarios restringidos, la burocracia, la dificultad de conseguir documentos de valor histórico y el atraso tecnológico que caracteriza a las bibliotecas clásicas, como enumeró Mario Barité, responsable del Departamento de Análisis de la Información en la Escuela Universitaria de Bibliotecología y Ciencias Afines de la Universidad de la República (UdelaR).

En 2009, la Biblioteca Nacional contó con 26.179 usuarios, entre investigadores y público en general, según un estudio del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) realizado ese año. En los primeros ocho meses de 2012, hubo apenas 5.940. Pero esta no es una realidad exclusiva de Uruguay. En Europa, el 80% de la población no asiste a estos centros. En Latinoamérica, se estima que solo concurre un tercio de sus habitantes, en su mayoría universitarios.

"Es más sencillo y rápido buscar una información en Internet, por lo que nos quedan los usuarios calificados: investigadores uruguayos y extranjeros", dice Carlos Liscano, director de la Biblioteca Nacional. Tal es así que los archivos de las universidades son los que menos han percibido una baja en el caudal de público; el 37,6% de la población con estudios terciarios ha concurrido a una biblioteca en 2009. "Están muy activas y tratan de mantenerse actualizadas, aunque faltan recursos", dice Barité. Incluso, son las bibliotecas que reúnen una mayor cantidad de bibliotecólogos.

A la inversa, en el interior estos profesionales en libros y documentos son una rareza. "Unas diez intendencias no cuentan" con ningún especialista de este tipo, explica Liscano, lo que complica para la implementación de un Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas (ver aparte).

En Durazno hay un bibliotecólogo pero es funcionario municipal. Cuando se jubile no quedará nadie en su puesto. Artigas (el caso "más grave", según el director de la Biblioteca Nacional) no cuenta con un especialista ni siquiera dentro del departamento, "por lo que hay que formar a un profesional o importar uno de otro lado".

Montevideo concentra casi la mitad de las 3.000 bibliotecas que se estima que hay en el país (incluyendo las escolares), según señala Barité. Sin embargo, la concurrencia es similar en la capital y el interior. En el estudio del MEC se indicó que el 82% de los uruguayos no asistió ese año a uno de estos centros.

¿Esto supone el fin de las bibliotecas con paredes? No, coinciden los especialistas. Actividades de promoción de lectura, divulgación de las ciencias y las artes, digitalización de obras exclusivas, interacción con el sistema educativo, modalidades de alfabetización, entre otras misiones, "orientarán a las bibliotecas hacia un nuevo formato institucional, a través del cual pueden ser vistas como centros ciudadanos de información", comentó Barité en la última reunión argentina de bibliotecólogos.

Eso sí, ante la baja universal de usuarios presenciales y el aumento de las consultas virtuales, las bibliotecas "tendrán cada vez menos libros y revistas impresas y cada vez más tecnología", agrega el docente. "Seguirán necesitando espacios de depósito para sus repositorios originales, pero quizás menos planta física para ofrecer sus servicios".

Otro de los nuevos usos es el aprovechamiento del espacio físico de las biblioteca sin consultar el material del lugar. En la sala Varela, al ingreso mismo de la Biblioteca Nacional, varios jóvenes se reúnen a estudiar, a disfrutar del aire acondicionado y del Wi-fi. En su mayoría provienen de los suburbios de Montevideo o los departamentos vecinos y utilizan el sitio como pasatiempo ya que deben permanecer varias horas en el Centro de la capital. "Hay veces que hay cola para entrar", cuenta Liscano e incluso se han incorporado nuevas mesas y sillas. "Lo ideal -dice- sería crear salitas pequeñas para que se puedan reunir de a cuatro o cinco personas con la posibilidad de conversar en voz alta".

De este modo se volvería a uno de los cometidos de las bibliotecas: ser "los espacios más democráticos del mundo", indica Barité. Sitios de libre acceso a obras literarias, científicas y la prensa del día.

En este sentido, la necesidad de hacer de estos lugares un espacio más abierto y agradable es uno de los objetivos, a sabiendas de que la baja de usuarios no se explica solamente por la competencia digital.

En un estudio realizado en 2011 en Brasil por la institución Pro Livro, se señala que solo el 6% de la población accede a los libros mediante Internet. Si bien en Uruguay no se conocen cifras y ya se han digitalizado a varios autores nacionales, los expertos señalan que la tendencia debe ser similar.

La falta de tiempo es el principal argumento para no leer. Casi de forma marginal son señalados los factores económicos y las condiciones de infraestructura, según el último informe del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, de agosto de 2012.

En tanto, las bibliotecas tienen los días contados para cambiar su funcionamiento y atrapar al nuevo público porque, como expresa el director de la Biblioteca Nacional, "seguro que la mayoría de los adolescentes que venían a buscar material para un trabajo del liceo o UTU no vienen más".

LAS CIFRAS

82%

De los uruguayos no asistió a una biblioteca en 2009, según datos del MEC. El 37,6% de la población con estudios terciarios sí lo hizo.

26.538

Fueron los materiales consultados en la Biblioteca Nacional en 2011. En 2009 la cifra era de 61.349 y en 2010, 38.603.

3.000

Es la cantidad aproximada de bibliotecas que hay en Uruguay; unas 240 son municipales y la mitad están en Montevideo.

Falta reglamentación de ley

Era diciembre de 2009 y en el Parlamento se realizó una reunión extraordinaria para aprobar la ley 18.632 del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas. Tres años después, la normativa aún no se reglamentó. ¿El motivo? "Es una ley muy vaga", dice Carlos Liscano, director de la Biblioteca Nacional. Este organismo, según el artículo octavo, es el responsable de la implementación del régimen legal. Pero, dice Liscano, "mientras no haya un bibliotecólogo por intendencia no habrá un Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas". Y agrega: "Tratamos con funcionarios municipales y no con técnicos".

Los materiales a domicilio

En lo que va de 2012 la Biblioteca Nacional envió solo 40 materiales al interior mediante el sistema de préstamo a distancia. Se trata de un servicio destinado a maestros, profesores y estudiantes de docencia de los departamentos del interior. La biblioteca brinda el material por un mes y se hace cargo de los costos del envío y la devolución. Los préstamos se realizan desde y hacia la oficina de Correo Nacional más próxima al usuario. En el sitio web de la biblioteca (www.bibna.gub.uy) se puede encontrar un catálogo en línea donde figura el material disponible, en su mayoría libros de cultura general.

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