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La Barra tendrá el sello Ott

| En abril comienza la construcción de un emprendimiento único: Oh! La Barra, un sitio que conjugará compras, gastronomía y hotelería. Valor: US$ 22 millones.

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No pasan desapercibidos los grandes cartelones en la Ruta 101 de La Barra. Dan vuelta una gran manzana, mostrando en fotografías lo que desde 2012 comenzará a plasmarse: Oh! La Barra, un emprendimiento comercial, gastronómico, hotelero y que incluye un centro de convenciones, que demandará alrededor de 22 millones de dólares, en diferentes etapas. En abril comienzan las obras, que culminará en un ambicioso proyecto que seguramente cambiará la vida de Punta del Este. Tras este gran desafío se encuentra nada menos que el reconocido arquitecto uruguayo Carlos Ott, quien, lápiz en mano, ha diseñado una estructura que nada tiene que ver con lo que estamos acostumbrados en relación a centros comerciales.

Oh! La Barra apuesta, desde su diseño, arquitectura y materiales nobles, a fusionarse en el paisaje de ese maravilloso rincón fernandino.

También, detrás de un desafío inédito -basta recordar que La Barra, cada 15 de enero pega un bajón importantísimo en turismo-, está el empresario argentino Javier Stolovitsky, quien de su bolsillo apuesta a Punta del Este a rabiar (ver recuadro). Del nuevo emprendimiento y de tantos otros que viene llevando adelante, Carlos Ott conversó largo y tendido con Domingo.

este internacional. ¿Por qué esta gran apuesta y en este momento? Ott encuentra múltiples razones y las enumera con entusiasmo. "Punta del Este ha cambiado enormemente estos últimos años. En una época no tenía aeropuerto, shopping center, ni un hotel con casino -que es más de Las Vegas que de aquí- y seguimos cambiando. Es evidente el desarrollo hacia el Este. También es cierto que la península cada vez está más agotada en cuanto a acceso, estacionamiento, etcétera. El crecimiento también se nota en el movimiento de La Barra. A las tres de la tarde es enorme, pero a las cuatro de la mañana es quizás mayor. Entonces, creemos que La Barra ya se ha afianzado como un centro gastronómico, de boliches, tienditas. No es la Calle 20, no es Maldonado, y los locales gastronómicos no son los de Gorlero; es algo diferente".

-¿Pesa también la proyección hacia el exterior?

-Creemos que Punta del Este está más internacional que nunca. Estamos de acuerdo que si vamos hoy a José Ignacio y entramos a cualquier boliche, quizás escuchemos un poco de español pero seguro francés, inglés. Punta del Este es uno de los balnearios más importantes del mundo, al nivel de un Saint Tropez, con una clientela de un poder adquisitivo extremadamente alto. Y con una diferencia: es un lugar muy chic, pero que lo disimula a su manera e idiosincracia. En Oh! La Barra vamos a tener las mejores tiendas del mundo, con los mejores productos, pero los locales que van a abrirse no serán como las casas madres en la Quinta Avenida o Champs Elysée. Creemos que teníamos que hacer un centro comercial -no usamos el término "shopping center" que significa una caja de zapatos de hormigón con aire acondicionado. Esto es más una serie de locales, separados, con materiales naturales, donde cada espacio tendrá su individualidad, donde para ir de una tienda a otra uno se saldrá al aire libre, verá el verde, el mar y el cielo. Creemos que la gente que viene a Punta del Este de todas partes del mundo busca eso y, a su vez, la otra gran apuesta es que vamos a abrirlo los 12 meses del año. Siempre hemos hablado de extender la temporada; bueno, nosotros nos jugamos a eso.

-Cada 15 de enero La Barra pega un bajón importante en cuanto a concurrencia...

-Una vez que hagamos Oh! La Barra, ese bajón en los primeros años será mucho más suave, y después no existirá más. Creo que cada vez hay más gente que viene a vivir todo el año a Punta del Este. Y también hay quienes les encanta venir en julio o septiembre, cuando no hay casi nadie.

-¿Por qué La Barra?

-Creemos que es importante la equidistancia entre la Punta y José Ignacio.

-¿Enseguida dijo que sí?

-Javier me dijo, hace tres o cuatro años, que estaba pensando en esto. Y, por supuesto, la primera pregunta fue: ¿locales comerciales en la Barra? ¿Todo el año? Lo fuimos estudiando y estudiando, en un proceso que ya tiene años de análisis. Empezamos a pensar cómo tenían que ser esas tiendas. Visitamos Nueva York, Miami, París, Milán, St. Tropez, San Baart, los lugares del sudeste asiático. Ahí se gestó la idea. Fundamentalmente pensamos en ese público que viene de muy lejos, de alto poder adquisitivo, que cada vez llega más a estos lugares y que quiere algo chic y descontracturado a la vez. Se puede tener una alta calidad de servicios pero en remera y ojotas. El proyecto no sería grande, pero sí tendrá una muy alta calidad.

Cuidados. Ott reconoce la dificultad de afrontar un proyecto tan ambicioso, sobre todo cuando está pensado para todo el año, trascendiendo la temporada estival. El arquitecto prefiere hablar de "apuesta", aunque confía en que "es cuestión de tiempo" la llegada de más turistas extrarregionales, esos de alto poder adquisitivo, esos que buscan el lujo y lo natural a la vez. Además, dado el entorno escogido, hubo que tomar en cuenta cuestiones ambientales.

"Nuestra idea es la antítesis de un centro comercial de hormigón", resalta. En su lugar, repite el concepto de conjunto de bungalows "donde las tiendas tengan su identidad". Y entre ellas árboles y fuentes, azul y verde. "Algo muy agreste".

-Al estilo de La Barra.

-Y sí, La Barra es un conjunto arquitectónico de cosas raras. No hay una unidad. Estos edificios van a ser algo diferente porque va a haber un conjunto, con una cierta homogeneidad, techos de piedra laja, muros de piedra granítica rústica, pisos de madera, muchas plantas, fuentes, verde. Volumétricamente, edificios de dos pisos, con diferentes niveles, aterrazados con la caída bajando hacia la ruta y hacia Punta del Este. De la ruta se van a ver los diferentes locales y viceversa, por lo tanto creemos que el uso de terrazas en todos esos lugares será muy agradable, hoy se va a ver el mar, pero en invierno se verá la lluvia y los relámpagos.

-¿Qué otras características propias tendrá?

-No va tener grandes carteles ni grandes iluminaciones. Será un conjunto más de chalets, excepto que con un uso comercial. Tendrá estacionamientos que desagotarán también la ruta. Más que un conjunto urbano es una ambientación para todo el teatro de la vida puntaesteña. Está pensado para estos personajes, esos actores, que se visten de una forma en verano y de otra en invierno. Y para ese teatro de la vida necesitan una escenografía.

multitareas. Este megaemprendimiento no es lo único que relaciona hoy a Ott con Punta del Este. Al tiempo que enumera algunos de sus proyectos -en Laguna Escondida, en Laguna del Diario, en la avenida Roosevelt, en la Parada 5, en el Puerto Bleu, un "edificio de apartamentitos" en el mismo centro, unos locales comerciales cerca del shopping, un "desarrollo de chacras vinculadas al polo subiendo de José Ignacio a San Carlos"- también describe el vínculo con su país natal, la relación con sus propias obras y reflexiona sobre lo perdurable de su trabajo.

-¿Estos proyectos le demandan estar más en Uruguay?

-Llegué el martes y me voy hoy. Me gustaría dedicarle más tiempo, porque me encanta venir acá. Bah, lo que en verdad me encanta es poder salir a la calle y encontrarme con amigos.

-Entonces, ¿cuánto interviene realmente usted en los proyectos dado su poco tiempo?

-Yo me fui de Uruguay y monté un estudio muy grande en Canadá, que hoy tiene 700 u 800 empleados. Pero me tuve que retirar porque en los proyectos que emprendo me tengo que meter de lleno. Por eso en ese estudio, en el que todavía soy asociado, me llaman y hago los diseños más importantes: dos o tres al año. ¡Pero entiendo que si algo lleva mi nombre tengo que ser culpable! Entonces, quizás a usted le guste o no lo que hago, pero soy el responsable. Por eso, me dedico a la parte conceptual, al desarrollo del proyecto desde el primer día. En este caso, con Javier, el productor, hemos trabajado codo a codo. Porque el arquitecto no puede trabajar aislado de su cliente. Eso exige una compenetración muy importante en el desarrollo. En todos los proyectos trabajo en la parte de diseño. La dirección de obra, lo ejecutivo, lo delego, porque ahí se necesitan equipos, y tengo gente mucho más capaz que yo para hacer eso. Pero lo que me gusta es la parte del diseño, que es lo que intento hacer.

-Hablamos de Punta del Este, ¿tiene algo proyectado en Montevideo?

-Esperamos llegar a un acuerdo con (la Comisión de) Patrimonio y la Intendencia de Montevideo para hacer un edificio muy interesante sobre la rambla. Esperemos que salga adelante, no le puedo dar más detalles, pero sería algo muy atractivo. Y también estamos discutiendo con la Intendencia de Canelones para hacer varios pequeños proyectos comerciales, residenciales y hoteleros.

-De todos sus edificios diseñados, ¿a cuál le tiene más cariño?

-Todos tienen mi corazón, pero son los que están en la mesa de dibujo los que hoy me concentran.

-¿Cuándo se siente más reconfortado? ¿En el proceso creativo, cuando la obra está en el papel? ¿Cuando lo imagina? ¿Cuando ya está construido?

-A Oh! La Barra hoy ya me lo imagino y me reconforta. Pero cuando termino cualquier proyecto ya voy con un ojo crítico; en vez de ver lo macro, veo lo que hay que corregir. La verdad es que cuando se termina un edificio, yo termino arrancándome los pelos. Me peleo con todo el mundo para cambiar plantas, piedras, colores, de todo.

-¿Quiere que su arquitectura quede como legado, le interesa esa trascendencia?

-Sic transit gloria mundi ("Así pasa la gloria del mundo"). Dentro de muy poco tiempo voy a ser cenizas, y no voy a estar aquí para verlo. Eso lo decidirá finalmente el tiempo. Y no podemos juzgar lo que estamos viendo hoy, otros lo harán. Ya hemos visto cómo se equivocaron generaciones anteriores al juzgar a sus contemporáneos. Si Van Gogh volviera a nacer hoy tendría un shock. Estamos aquí por un tiempo corto, y lo único que podemos hacer es disfrutar de la vida que tenemos lo mejor posible.

Proyectos desde la India hasta Argentina

-A nivel internacional, ¿en qué está trabajando que lo tenga atrapado?

-Muchas cosas. Hace unos días salió en The New York Times un gran artículo sobre un proyecto impresionante que estamos haciendo en India con el arquitecto Carlos Ponce de León; trabajando desde aquí, para TaTa. Ayer tendría que haber estado al lado del vicepresidente de China porque se inauguró un hotel gigantesco, una gran esfera de 120 metros de diámetro: el Intercontinental Hotel. Tenemos proyectos muy grandes en Singapur, en Audabi, en Miami, empezamos uno muy interesante en San Isidro, Buenos Aires, que después contaré. Allí estaré el 2 de enero para empezar a trabajar. Va a dar mucho para hablar. Muy interesante.

-¿Un adelanto?

-Una sala de espectáculos polivalente para 15 mil personas. Esa es una parte del proyecto, en el centro de San Isidro. Pero es algo ambicioso. También estamos haciendo el Hotel Boca Juniors, para inaugurar a fin de 2011, y para Eduardo Constantini esperamos largar la extensión del Malba, y también terminar las siete torres en Nordelta. Y empezamos a hacer el proyecto del Campus de la Universidad Argentina de Empresas, en Pinamar.

-Se levanta de mañana, piensa en todo eso, y ¿por dónde empieza?

-Tomando cuatro cafés expreso de corrido. Si uno tiene la suerte de hacer lo que le gusta, se quiere despertar temprano y trabajar. Dormir es una pérdida de tiempo.

Siempre intentando innovar

-¿Cómo ve arquitectónicamente a Punta del Este?

-Siempre fue muy lindo y en cuanto a diseño estoy viendo proyectos muy buenos; de Estudio 5 y de colegas argentinos, uruguayos e internacionales. Y si uno pudiera entrar a ver algunos edificios que están atrás en las chacras, son casas realmente espectaculares y sobre todo de una arquitectura simple, muy bien hecha. La arquitectura que no hace alarde, bien pensada, es la más difícil de hacer. Lo ampuloso lo hace cualquiera, basta con tener dinero. Pero con pocos medios se ven cosas como las que hay en Punta.

-¿Qué es lo que más disfruta observar y sobre todo componer en su trabajo?

-No me gusta la arquitectura neoclásica, historicista; un resabio que me queda de mi educación en la Facultad de Arquitectura de Uruguay, que siempre fue muy modernista donde respetamos el desarrollo de la arquitectura de su tiempo, y yo tengo engranado en mi cabeza que tengo que trabajar con la arquitectura de mi época. No puedo hacer lo del pasado. Y eso me ha costado mucho dinero, porque he perdido clientes grandes en China, en los Emiratos Árabes, en Singapur, en Estados Unidos, donde me decían: "Queremos un edificio con columnas dóricas y frontones como el Partenón", y me he negado. He hecho proyectos muy modernos que a algún cliente no le gustó, lo perdí. No sé si hice bien o mal, pero sí lo que quise. Mi arquitectura, guste o no, siempre trata de aportar algo nuevo.

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