Publicidad

Cruce de miradas

Compartir esta noticia
 20110811 800x549

María Sánchez

(desde Málaga)

EL 8 DE FEBRERO de 1956 Pablo Ruiz Picasso estaba en la bañera en su casa de Cannes cuando alguien llamó a la puerta. El fotoperiodista David Douglas Duncan esperaba al otro lado con un extraño regalo: un anillo de oro con un gallo picassiano tallado, recomendación de Robert Capa. Jacqueline le dejó entrar más allá de la cocina, hasta el baño, donde el propio Picasso le inquirió: "Ve por tu cámara". El fotógrafo de guerra y el pintor de batallas se entendieron a la perfección desde el primer cruce de miradas.

Picasso en su bañera fue el primer paso a una relación de más de 20 años; y, por eso, es esta imagen también una de las primeras con la que se abre al espectador la muestra "Picasso Crea. A través de la cámara de David Douglas Duncan", en el Museo Picasso de Málaga (España).

PICASSO-DUNCAN. David Douglas Duncan (Kansas City, 1916) es uno de los más destacados fotógrafos de guerra del siglo XX. Participó con la marina estadounidense como fotógrafo de combate durante la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico Sur. Para la revista Life cubrió conflictos en Turquía, Europa del Este, Medio Oriente e incluso el fin del colonialismo inglés en India; pero sus imágenes más conocidas son las que tomó durante la Guerra de Vietnam. Como todos los que han visto la muerte de cerca, esta etapa ha marcado la mirada de Duncan, quien aún hoy se considera un "marine" y habla de la "mirada al infinito" de los soldados durante el descanso de un combate.

Las 115 fotografías que conforman la exposición captan las horas de trabajo así como la vida familiar del pintor español. Además, las instantáneas se intercalan a lo largo de la exposición con 77 piezas de Picasso, lo que provoca una interesante interacción entre las obras de ambos artistas. Un juego de presente -la obra plástica- y lo evocado -la fotografía de su creación- que pivota la mirada del espectador entre el aquí-ahora y el entonces recreado.

Esta muestra prueba que uno más uno, cuando se trata de arte, son más que dos. Aunque Duncan era ya un reconocido fotorreportero, Picasso es una de las principales figuras del siglo XX y fotografiarle suponía un aumento inmediato de su caché. Por su lado, Picasso también supo aprovechar el talento del estadounidense para construir su propio mito iconográfico.

Picasso es el artista más fotografiado del siglo XX, sin embargo, sólo Duncan tuvo el privilegio de inmortalizarlo más de 25.000 veces. La relación entre Picasso y Duncan se basaba en el respeto y la no intromisión. Durante 20 años el fotógrafo se instaló camaleónicamente en la vida del pintor: "No le molestaba ni preguntaba qué hacía. Miraba y disparaba. Sin flash, sin hacer ruido", explica el fotógrafo.

No sólo el pintor olvidaba su presencia, la familia también lo hacía. Claude Ruiz-Picasso, hijo del español, asevera en el catálogo de la exposición la naturalidad de las imágenes: "Lo que se ve es real. Era todo sencillamente natural, su presencia también. Ni se hacían preguntas ni había tabúes". En las fotos más íntimas Picasso aparece con sus hijos saltando a la cuerda, disfrazado, haciendo teatro para ellos o bailando con Jacqueline entre risas.

TEMPERAMENTO. La mirada viva e intimidante de Picasso tantas veces retratada se vuelve lejana y ausente en los momentos de inspiración. Cambios que Duncan percibe y se apresura a capturar con su cámara. Una de esas miradas parece surgir en la mesa: una de las imágenes muestra a Picasso chupando con esmero las espinas de un pescado. Junto a esa fotografía aparece otra en la que la misma espina de pescado es utilizada en la confección de una cerámica. Si la inspiración no le encontraba trabajando, él la conducía hasta el taller.

Pero el silencioso fotógrafo en algunas ocasiones hizo más ruido del esperado. En un documental reproducido en la exposición, Duncan cuenta una anécdota ocurrida una mañana mientras fotografiaba los fondos del pintor: había tanto polvo en los cuadros que debía limpiar la superficie antes de tomar las imágenes. Al pasar el plumero por un autorretrato en carboncillo éste se borró. Cuando Picasso se enteró de lo ocurrido se limitó a gritar: "Jacqueline, ¿qué hay para comer?". Después de comer, le dijo a Duncan: "Yo pinto, tú haces fotos", y sentenció el incidente dándole una patada al cuadro.

A pesar de este incidente, David Douglas Duncan pone en duda las leyendas sobre la controvertida personalidad de Picasso. Y asegura que, después de 20 años de amistad, aún le queda una duda por resolver: "Las jóvenes generaciones quizá piensan que Picasso era misterioso. No lo era en absoluto. Para mí, en cambio, existe un misterio: lo he fotografiado unas veinticinco mil veces. En cada ocasión, parecía completamente normal, semejante a cualquier persona, excepto por los ojos. Se reía, estaba siempre muy atento a lo que decías, se interesaba por ti. Pero en mis encuentros con él nunca llegué a saber en qué pensaba".

Málaga de Picasso

PICASSO nació en Málaga el 25 de octubre de 1881, pero sólo pasó diez años de su vida en esta ciudad del sur de España. En 1891 la familia se trasladó a La Coruña y el viaje sin retorno lo llevaría más adelante a Barcelona y Francia.

Málaga se esfuerza en ser Picasso pero el artista nunca más volvió a ella. Como un amor platónico, o por ser la marca turística más rentable, la ciudad rezuma Picasso por todos sus poros: Museo Picasso, Fundación Casa Natal, Aeropuerto Pablo Ruiz Picasso, Parque Pablo Ruiz Picasso, Hotel Málaga Picasso, colegios y liceos, clínicas dentales, autoescuelas. Afortunadamente, para la estación de tren se acordaron de que María Zambrano también era vecina.

Una suerte de "prócer-artista" cuya omnipresente instauración data de hace menos de diez años. Con la creación del Museo Picasso (2003), Málaga amplió su oferta turística cultural y cambió su imagen para ser una apropiada "ciudad picassiana". Incluso el logo de la marca "Málaga" adoptó la tipografía característica del pintor.

© David Douglas Duncan 2011

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad