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La mañana de los fallos

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IGNACIO ALCURI

Muchísimas cosas pueden suceder en cuatro años (antes de empezar, ¿alguien utiliza el verbo "suceder" en la charla de todos los días? ¿Y el verbo "utilizar"?). Las personas pueden cambiar de empleo, de pareja, de proveedor de telefonía celular y de hermano Marx favorito. En un período tan extenso de tiempo, es lógico que se modifiquen las condiciones de vida, la forma de pensar y los gustos.

No piensan lo mismo los señorones de La Haya, que estuvieron cuatro años para determinar que todo tiene que quedar exactamente como estaba. Los uruguayos y argentinos nos merecíamos algo mejor, señores de las pelucas (bueno, parece que ahora algunos no usan pelucas. ALGO cambió).

¿Es que acaso no se dieron cuenta de la expectativa que generaron? El martes pasado dos pueblos se ubicaron frente al televisor como si estuvieran presenciando la llegada del hombre a la Luna, y con los nervios de una final de la Copa del Mundo. Lo primero según testimonio de veteranos, lo segundo según testimonio... de argentinos, lógicamente.

Y eso que estuvo difícil seguir al juez capilarmente impedido que leyó páginas y páginas de la sentencia. Me hizo sentir piedad por los escribanos, que periódicamente deben leer en voz alta los documentos más aburridos del mundo. Creo que a un escribano le das la Guía Alfabética para leer en voz alta, y te dice: "un martes cualquiera".

Mención aparte para la troupe de traductores, que iban desfalleciendo a intervalos regulares, y -me imagino- golpeaban la palma derecha del traductor que esperaba a un costado, cual relevo de la lucha libre, cuando tanta perorata comenzaba a afectarles la salud mental.

De un lado y otro del famoso río se siguió cada ítem del fallo como si se tratara de goles. Los orientales picaron en punta, cuando el calvo árbitro dijo que no mencionarían la contaminación visual, sonora ni olfativa.

Con tres de los cinco sentidos cubiertos, y pocas chances de que nos condenaran por contaminación táctil, los orientales nos pusimos 1-0 arriba. Y el que pega primero, pega dos veces.

No todo estaba perdido para los vecinos de enfrente, esos que miran para otro lado cuando nos cruzamos con ellos.

Debido a unas trapisondas legales, Uruguay fue severamente reprimido. Bueno, si consideramos que "seriamente" es igual a "se portaron mal, prometan que no lo volverán a hacer". La Haya fue lo más parecido a una jueza de menores.

Minuto a minuto seguían los golpes hacia nuestro país por haberse olvidado de mencionar el pequeñísimo detalle de la monstruosa fábrica frente al balneario. Pero, de verdad, tuvimos que prometer que no lo haríamos nunca más.

5-1 abajo y los argentinos saltando sobre sus reposeras. Claro que faltaba el envión final, cuando los referís dijeron que la planta no contamina. ¡Como si hubiera alguna industria en el mundo que no lo hiciera! Vamos, el quiosco de la esquina contamina, y es un tipo viejo que se duerme frente a las revistas. Pero gracias igual.

Pero nadie nos quitará lo fallado. La inversión -que prometió trabajo para nuestros hijos, curar a los enfermos, y operar desde una zona franca- seguirá en pie. Los gualeguaych... gualegu... los piqueteros (creo que les dicen "piqueteros" porque no tienen un gentilicio más sencillo) también se mantendrán en sus puestos, igualito que en 2006.

Gracias, pelado. Me hiciste perder tres horas de mi vida para saber cosas que ya sabía o que no me importaban. Me alcanza con los informativos del horario central.

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