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Karina Vignola: Primavera en familia

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Karina Vignola

La casa de Karina Vignola luce un particular cuidado por los detalles en la decoración: en cada pared colorida o en cada divertido portarretrato con fotos familiares se nota la mano de la dueña de casa.“No hay grandes marcas, está todo decorado por nosotros”, resume con orgullo sobre su hogar, mientras toma mate en una mesa que pintaron con su marido Gaspar y sus hijas Luana (8 años) y Alina (4 años). Tras la aceptación que tuvieron los trabajos de decoración de eventos que mostró en las redes, la conductora de Púmbate se animó a abrir su propia empresa de ambientación bajo el nombre “Karina Vignola Deco”. Todos los detalles.

—Lanzaste tu propia empresa de decoración de fiestas y ambientación, ¿cómo nace tu interés por este rubro?

—Mi mamá siempre tenía la casa impecable y le gustaba pintar macetitas, cuadritos y estar en los detalles. Yo también siempre tuve esa inquietud. Mi casa no está decorada con grandes marcas sino con cosas que hacemos nosotros. A raíz de eso empecé a ayudar a amigas que se mudaban, a hacer los cumpleaños de mis ahijados, sobrinos, cumpleaños de 15 de hijas de mis amigas... Tenía miedo de dedicarme de manera profesional, pero me decían "animate Karina", y un día de la nada subí algunas fotos de decoraciones que había hecho al Facebook y enseguida la gente me empezó a felicitar y a escribir. No esperaba tanta repercusión. Apareció gente que no conocía para preguntarme de qué color pondría una cortina, y entonces empecé a pasar piques para conseguir cosas lindas y accesibles. Después la gente me preguntaba presupuestos. Todo empezó con ese ida y vuelta. También participamos con un stand en la expo Miss 15. Ahora tengo agendados casamientos, cumpleaños de 15 y muchos cumpleaños de niños.

—¿Es una especie de hobby o apuntás a que la empresa crezca y en unos años tener empleados, un local..?

—Ahora que me animé y arranqué, apunto a todo. Es un negocio que depende de mí y eso es buenísimo. Estoy muy contenta y siento que esto está para crecer. Ya se acercaron algunas empresas con las que hicimos sorteos en las redes y generamos un vínculo comercial. La idea no es solamente ofrecer la decoración sino también empezar a vender productos lindos y accesibles para que la gente pueda decorar su casa. Y a artículo yo le pongo mi estilo.

—¿Cuál sería tu estilo?

—A mí me gusta personalizar todo. Agarro un portarretratos común y corriente, lo pinto de todos los colores y queda divino para la pared del cuarto de un hijo. Le pongo cintitas y detalles que enriquecen artículos que sin nada son fríos. Ahora también estoy como loca haciendo flores de papel porque me encantan y son tendencia.

—¿Cuál rol cumplen tu marido Gaspar Valverde y tus hijas Luana y Alina en este proyecto?

—Gaspar tira ideas, me acompaña, baja las cosas y me ayuda a cargarlas. El otro día hicimos una fiesta de la primavera en el Parque Rodó en la que me invitaron a decorar un árbol que estaba tristón en el medio de donde estaba todo armado. Yo le puse muchas flores de papel y muchos colores. Cuando lo fui a desarmar, me acompañaron Gaspar, Luana y Alina. Para mí es muy natural, pero en ese momento vino una señora con los ojos llenos de lágrimas, que había tenido un episodio familiar nada bueno hacía poco tiempo, que me dijo que le llenó el alma vernos a nosotros cuatro trabajando juntos. Cuando me lo dijo me emocioné mucho. Yo soy la cara de este emprendimiento porque soy a la que le gusta decorar, pero es un emprendimiento totalmente familiar.

—¿Buscaste también este proyecto para contar con cierta estabilidad con una actividad por fuera de los medios?

—Claro que sí. Nosotros somos comunicadores, pero a todos los artistas les pasa lo mismo. Uno sabe que un día está pero al siguiente no. Un día la gente te dejó de acompañar, ya fuiste, quedaste en el anonimato y te quedás sin trabajo. Pasa con los músicos, los actores, los comunicadores. Tener otro proyecto nos da un poco de paz. No me imagino la vida sin televisión y hoy estamos en un programa que nos gusta mucho, pero este proyecto depende de nosotros, y estar en la televisión muchas veces no depende de uno. Cuántas veces estuvimos en el freezer todos…

—Al margen de lo dinámica que siempre ha sido la industria de la televisión, ¿ahora se percibe un momento particularmente difícil?

—Sí, está cambiando. Todos lo sentimos. Hay que ver para dónde va. Yo no quiero ser tan negativa de afirmar que la televisión se está cayendo, pero no hay dudas de que no es lo mismo que antes. Hay menos producción nacional. Hay que ver qué pasa con la televisión ante el avance de la tecnología, pero yo igualmente creo que la actualidad y la identificación todavía es algo que solamente se puede encontrar en la televisión abierta. Y no sé hasta qué punto eso se puede perder. Yo mantengo las esperanzas.

—¿Cómo manejás la exposición de tus hijas?, ¿lo pensás mucho antes de realizar fotos para la revista, por ejemplo?

—No tengo ningún problema en exponerlas, siempre y cuando ellas estén bien. Me gusta que estén en un lugar cómodo, se saquen las fotos cuando tengan ganas y como tengan ganas. Nadie las obliga, ellas están fascinadas y lo toman como un juego. Mientras sea en ese contexto, me encanta. Muchas madres me van a entender: no hay nada más lindo que sacarse una foto divina con sus hijas. Yo lo disfruto y me encanta verlas después en una revista. Todo lo que puedan criticar me resbala, que arranquen por la punta.

Karina Vignola montó un escenario en el estudio fotográfico que incluyó grandes flores de papel, juguetes, velas, luces, una enredadera y muchas flores naturales con motivo de la primavera para mostrar parte del trabajo que lleva adelante como decoradora en su nuevo emprendimiento. Gaspar Valverde, su marido, la ayudó a cargar el decorado y armar la escenografía.
Karina Vignola montó un escenario en el estudio fotográfico que incluyó grandes flores de papel, juguetes, velas, luces, una enredadera y muchas flores naturales con motivo de la primavera para mostrar parte del trabajo que lleva adelante como decoradora en su nuevo emprendimiento. Gaspar Valverde, su marido, la ayudó a cargar el decorado y armar la escenografía.

—¿Percibís que pueden seguir tus pasos en lo profesional?

—Luana hace comedia musical, que es algo que creo que la ayuda para la vida y lo disfruta mucho. Ahora está copada con la muestra final. Son muy desinhibidas porque en casa jugamos al dígalo con mímica, bailamos, improvisamos. Hay una motivación que viene de la naturaleza nuestra. Yo las apoyo en todo, me gustaría que hagan lo que quieran hacer y que sean felices. Pero la verdad es que preferiría que estudien otra cosa si puede ser... Les recomendaría estudiar algo diferente porque estamos en un país muy chico, hay pocas oportunidades, el techo está muy bajo, y en otras profesiones se puede crecer más. Pero si esto es lo que las hace felices no va a haber vuelta.

—¿Cómo sos como madre en esta etapa en la que tu hija mayor está en primaria?, ¿la ayudás con los deberes?

—Gaspar y yo nos ocupamos y somos muy presentes. Pero no me interesa que sea la mejor estudiante del mundo. Va a un colegio doble horario y no me gusta que vuelva a casa con 8000 deberes. Quiero que sea una niña que juegue y que disfrute. Coincido en los valores del colegio que le inculcan que sepan compartir, que sean solidarios, que sepan disfrutar. A Luana le va divino en la escuela, pero si mañana le va más o menos, que le vaya más o menos. Yo no quiero una maquinita. Hay horarios en los que tienen que jugar, estar con mamá y papá, pelearse con la hermana, mirar televisión, dibujar, disfrazarse. No pueden ir 14 horas a la escuela para después llegar a casa y tener 800 cosas para estudiar. No estoy de acuerdo con eso, y no la mando a un colegio que tenga esa teoría.

¡Mirá el backstage de la producción!

Si no puede ver el video haga click aquí.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Karina Vignola. Foto: Julmart Bueno

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