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La otra vida de los alimentos

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En Uruguay no hay certezas sobre cuántos alimentos se tiran. Foto: Darwin Borrelli
[[[Darwin Borrelli ]]]

Con la comida vencida, dañada y desaprovechada en Latinoamérica, se podría alimentar a un tercio de las personas que pasan hambre en el mundo. En Uruguay no hay certezas sobre cuántos alimentos se tiran, pero tanto el gobierno como las organizaciones civiles están gestando proyectos con el objetivo de reducir a la mitad los desperdicios.

Entre las seis y media de la mañana y el mediodía de este viernes un grupo de jóvenes elegían, separaban, lavaban y repartían frutas y verduras en la zona del Mercado Modelo. No se trataba de ningún negocio, sino del sobrante de lo que cinco —de las más de 500— empresas del Mercado Modelo donaron en vez de tirar a la basura. Solo con esos desechos los estudiantes llegaron a separar 700 kilos de alimento que alcanzaron para abastecer a 10 ONG con comida sana. El reparto, puerta a puerta, lo hicieron en flete alquilado, y a cambio las organizaciones tuvieron que pagar los costos del traslado. En total, fueron $ 360 por varios cajones con zapallitos, zanahorias, mandarinas, limones, membrillos y remolachas.

La organización se llama Red de Alimentos Compartidos (Redalco) y fue fundada en agosto por tres estudiantes que pasaron de las ciencias sociales a convertirse en los feriantes voluntarios de los viernes. Marcelo Sus, Yamandú Plada y Marcel Birnfeld tienen entre 22 y 24 años y cursan el tercer año de la carrera en UdelaR. Todos los viernes, junto a una decena de jóvenes que colaboran con la organización, se dedican a elegir la fruta sana y salvarla de las volquetas.

Los integrantes de Redalco se centraron solamente en el Mercado Modelo, por donde pasa un 60% de la producción de frutas y verduras a nivel nacional. Calculan que si por año circulan por el centro comercial unas 300.000 toneladas de alimento y que si el 1,5% es desechado, por día se tiran 16,3 toneladas. Según explican, si solamente un 15% de esas frutas y verduras estuvieran sanas, se podrían salvar 2,4 toneladas de alimento en condiciones para ser ingerido.

La cantidad de comida que se desecha solamente en América Latina alcanzaría para alimentar a más de un tercio de la población que sufre de hambre en todo el mundo. Los desperdicios latinoamericanos —348 mil toneladas por día— equivalen a 223 kilos por día para cada habitante de la región, según estimaciones formuladas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En Uruguay varias iniciativas locales surgieron en los últimos años para aprovechar de la mejor manera posible lo que sobra en materia alimentaria.

En el mundo la preocupación por aprovechar mejor los alimentos ha crecido con los años, especialmente a través de la sociedad civil y los gobiernos. El concejal del municipio de Courbevoie, en Francia, encarna parte de este cambio. El hombre, de 35 años y perteneciente al partido "Derecha diversa", propuso obligar a los supermercados a donar toda la comida que está a punto de vencerse.

La propuesta se convirtió en ley por unanimidad en el Senado y este año comenzó a aplicarse. Ahora, quienes hicieron campaña en favor de la medida esperan convencer al resto de la Unión Europea de adoptarla.

Tendencia local.

Francia fue el primer país en crear una ley de este tipo, que ya tiene una réplica en proceso en Uruguay. Según informó Ecos a mediados de este año, el diputado colorado Adrián Peña presentó un proyecto de ley que propone obligar a los supermercados, establecimientos comerciales de grandes superficies que venden alimentos y empresas que los producen, comercializan y distribuyen, a donar en vez de destruir la comida que no se puede vender pero que está en condiciones de ser consumida. Esto incluye además los excedentes y lo que está cerca de la fecha de vencimiento ya que la ley no le permitiría a estos establecimientos almacenar productos que estén cercanos a la fecha de caducidad.

En palabras del creador del proyecto: "Lo que a unos nos sobra, quizás a dos cuadras lo está necesitando otro y no somos conscientes de ello". Es que la propuesta de aprovechar los alimentos desperdiciados difícilmente genere discordia. Desde que se presentó el proyecto, la comisión especial de Población y Desarrollo de la Cámara de Representantes ha discutido con diferentes actores vinculados al tema, desde el Pit-Cnt hasta el Instituto Nacional de Alimentación (INDA).

Si bien hay consenso de que se trata de una buena idea, su puesta en práctica no parece fácil.

"No es que la mercadería se tira. La parte de envasados muchas veces se canjea con el proveedor cuando está por vencerse", dijo el gerente de la Asociación de Supermercados del Uruguay (ASU), Daniel Menéndez. Entre el 85% y 90% de la mercadería funciona bajo ese acuerdo. En su intervención en el Parlamento, junto con el vicepresidente de la asociación, Guillermo Rey, Menéndez explicó que se debe tener un tratamiento especial para cada uno de los tres tipos de alimentos que se comercializan en supermercados. Los secos (empaquetados), los congelados y los frescos. Estos dos últimos necesitan refrigeración especial y desde la ASU plantean que es necesario tener un buen registro y trazabilidad de lo que se dona. "Una cosa es un alimento hoy. Mañana puede llegar a ser un problema para el consumo humano si no cumple con la cadena de frío, y estamos hablando de veinticuatro horas de diferencia", dijo en Diputados.

Menéndez aclaró además que hay algunas instituciones que entregan las sobras de alimentos frescos a personas que tienen criaderos de chanchos. Sin embargo, si no están habilitados pueden ser un problema. El director de Desarrollo Ambiental de la Intendencia de Montevideo (IMM), Óscar Curutchet, indicó que la comuna "trabaja en denuncias específicas sobre el tema, pero el control depende del MGAP". Los criaderos de chanchos ilegales preocupan a las autoridades, porque se convierten en un problema ambiental y sanitario cuando los desechos terminan en los arroyos.

Los otros residuos.

El final que suelen tener los desechos de los alimentos frescos y vencidos —en Montevideo— es la Usina 8 de Felipe Cardozo, es decir, la basura. Y eso es lo que ocurre también con el desperdicio de bares y restaurantes, que no entrarían en el proyecto del diputado Peña. Desde la IMM estiman que un 40% de los residuos capitalinos son orgánicos y una gran parte es yerba.

"En Francis se tira todo, no le hemos encontrado otra solución", dice el dueño del restaurante e integrante del consejo directivo de la Asociación de Hoteles y Restaurantes del Uruguay (AHRU), Alberto Latarowski. Se trata de un tema de higiene, explica, puesto que una vez que una persona toca un plato ya no se puede afirmar que es seguro comerlo.

"Es muy poca la comida que queda desechable", agregó Juan Martínez, presidente de la AHRU, quien destacó que en algunos departamentos como Maldonado se está intentando separar lo orgánico para reconvertir los desperdicios. En Montevideo, la planta Tresor crea abono con residuos industriales, como una forma alternativa de generar valor. De hecho, los integrantes de Redalco pretenden poder llevar lo que sobra de su selección de frutas y verduras a esta planta para aprovechar lo que reciben.

Juan Pablo Speranza es director de la fábrica de pastas La Spezia, presidente de la Cámara Industrial de Alimentos (Ciali), y tiene su propia forma de gestionar excedentes. "Lo que está caducado lo retira un servicio privado de desechos. Las industrias por ley tenemos que estar afiliadas a una empresa que, habilitada por la IMM, se lleva la basura y lo orgánico que está fuera de fecha", indicó. Además, La Spezia tiene un acuerdo especial con una ONG a la que todos los domingos le da pasta. A su vez, como los lunes son días de cierre, deja que particulares de la zona retiren alimentos que sobran del domingo y que están en condiciones de ser consumidos.

El empresario calcula que el 5,7% de la producción del mes se desperdicia o termina siendo donada. Las empresas que proveen de alimentos a los supermercados estiman que en promedio entre el 1,5% y el 2% de sus productos serán devueltos. Para los restaurantes es una cifra difícil de estimar. Lo que falta en todos estos ámbitos es normativa.

"Cada local hace lo que entiende necesario. Obviamente que la comida que es desechada va a disposición final", dijo la directora de Salud de la IMM, Analice Berón, quien explicó que la Intendencia está trabajando en el tema junto con otras instituciones. Hace algunas semanas se creó el Comité Nacional para abordar la disminución de pérdida y desperdicio de alimentos, con el apoyo de la FAO, organización que tiene como prioridad fomentar el encare del tema en la región.

El comité está integrado por la FAO, el INDA, la IMM, legisladores, el Ministerio de Salud Pública, el MGAP y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama-Mvotma). "Recién estamos en el análisis de la temática, en cómo vamos a abordarlo para tratar de reducir los desechos a la mitad para 2030", dijo Berón, quien agregó que ya hay propuestas sobre la mesa de diferentes organismos.

Responsabilidades.

Uno de los aspectos más interesantes del debate tiene que ver con quién es responsable por las condiciones en que se donan los alimentos en caso de que haya una intoxicación, por ejemplo. Peña propuso que debería ser de las organizaciones civiles, pero no todos coinciden.

"A nosotros nos parece que el que produce el efecto, el impacto, tiene que ser parte de la solución", dijo Gerardo Lorbeer, director del INDA, a los legisladores en agosto. "La organización que se lleva alimentos de una gran superficie no puede ser 100% responsable, luego de la utilización biológica por alguien o de los problemas que puedan suceder".

El principal desperdicio de las grandes superficies, que son las afectadas por el proyecto de Peña, son los productos ultraprocesados, explicó Lorbeer. "Sirven para comer y algunos tienen propiedades alimentarias, pero tienen un gran riesgo potencial, que va de la mano de lo que estamos viendo como sociedad. Tienen altísimos contenidos de azúcar, de sal y de grasas, entre ellas, trans o grasas saturadas o insaturadas".

El sustento de un proyecto como el presentado por el diputado colorado está en las organizaciones civiles, que serían beneficiarias y administradoras de la comida. La referencia en el tema son los Bancos de Alimentos.

En Uruguay el proyecto local empezó en el apartamento de Santiago Abdala hace algunos años pero recién se conformó como asociación civil en 2014.

Si bien empezó con modestas donaciones de parte de empresas que distribuyen alimentos empaquetados, los volúmenes pronto superaron la capacidad del pequeño departamento, por lo que el banco de alimentos se mudó a un depósito sobre la Ruta 1. Como resultado, se pudieron gestionar las donaciones tal como las empresas administran sus productos, lo que facilitó su distribución. Actualmente reciben excedentes y productos a punto de vencer y avisan a diferentes ONG que las pueden retirar.

Este sistema no sólo facilita la confianza de las empresas y les ahorra el gasto de la destrucción, sino que además permite manejar enormes cantidades de alimentos de manera inteligente.

De todas formas, aún queda por resolver quiénes controlarán el camino de las donaciones y en qué manos quedarán esos productos.

Italia y Francia: pioneros de la donación de alimento

En 2015 Francia fue noticia tras convertirse en el primer país del mundo en prohibir a los supermercados destruir los alimentos que no se venden por diferentes razones. El origen de la medida está en un concejal del norte de París, que empezó con una campaña de recolección de firmas a través de internet. Rápidamente la idea de Arash Derambarsh llegó a las 200.000 firmas en señal de apoyo, y luego terminó siendo aprobada por el Parlamento. Este año entró en vigencia y uno de los elementos que los activistas destacan de la ley es que obliga a los supermercados a establecer acuerdos con las ONG, lo que aumentará el flujo de productos con los que cuentan.

Italia, por su parte, aprobó en agosto de este año una ley que alcanza a productores, vendedores y ciudadanos facilitando el papeleo para las donaciones de alimentos y permitiendo a particulares retirar la comida que sobra en restaurantes. Además, define por primera vez en su sistema normativo el concepto de "derroche" y "excedencia", según destaca el portal de El Mundo. La norma, llamada "Desperdicio cero", incentiva la donación al reducir impuestos para quienes donen lo que les sobra. "Con esta normativa nos acercamos un poco más al objetivo de recuperar un millón de toneladas de comida y donarla a quien la necesita a través del trabajo insustituible de las organizaciones caritativas", dijo en su momento el ministro de Ganadería italiano, Maurizio Martina.

En Tucumán, provincia de Argentina, un grupo de dueños de establecimientos gastronómicos decidió inaugurar las "heladeras solidarias" que contienen alimentos que no fueron tocados por clientes pero que quedaron sin vender. La condición para que sean donados es que estén en porciones, cocidos y en buen estado.

Nueve personas contrajeron salmonella en Mercedes

El primer caso ocurrió el martes con el ingreso de un hombre que se encuentra en CTI del sanatorio CAMS. Y ya son nueve los enfermos. Dos de los pacientes presentan insuficiencia renal. En total son dos niños, una adolescente y seis mayores las personas que se vieron afectadas con cuadros de vómitos y diarrea, al consumir productos adquiridos en un mismo comercio de la capital de Soriano. Las autoridades aseguran que la situación está bajo control. Se identificó al comercio y se trabajó para retirar los alimentos contaminados.

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