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Diez años después de UPM

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El dinamismo comercial de Gualeguaychú  se siente en 25 de Mayo, su principal avenida. Foto: D. Rojas

LO QUE QUEDA DEL ENFRENTAMIENTO

En Gualeguaychú siguen responsabilizando a la empresa por un presunto aumento de cáncer y enfermedades respiratorias, mientras en Fray Bentos aprendieron a convivir con la fábrica, de la que muchos esperaban una mayor incidencia económica.

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La mayoría de los habitantes de Gualeguaychú siguen pensando que que UPM es la madre de todos los males ambientales de la zona. Foto: D. Rojas
Ambientalistas aún repudian la "usurpación". Foto: D. Rojas
El conflicto dejó heridas que no llegan a cicatrizar. Foto: D. Rojas
Integrantes de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú se convocaron en la plaza San Martín. Foto: Daniel Rojas
Muchos esperaban una mayor incidencia económica de la fábrica. Foto: D. Rojas
La cruzada "ambiental" comenzó a principios de 2002. Foto: D. Rojas

Este mes se cumple una década de la puesta en funcionamiento de la primera planta de celulosa del país. Mucha agua pasó debajo del puente San Martín, y sin embargo, 10 años después, la mayoría de los 100.000 habitantes de la entrerriana localidad de Gualeguaychú siguen pensando que UPM es la madre de todos los males ambientales de la zona.

"Los efectos no se van, esto no va a ser de un día para el otro. La gente sigue pensando lo mismo", dice Agustín, un veterano taximetrista que recorre el centro comercial de la ciudad. Allí, los niños crecieron con la idea de que la ex Botnia tenía efectos contaminantes porque se lo dijeron hasta en la escuela.

"Las manifestaciones han mermado un poco desde aquella época pero el problema continúa y sigo pensando que es nocivo. Hay muchas enfermedades acá en Gualeguaychú, mucho cáncer también en niños", advierte Claudia Vaisbapir, una vecina del centro. "Creo que hay una investigación en marcha, que espero sea profunda porque no dudo que la papelera ha marcado un punto de inflexión en Gualeguaychú", agrega.

En esa misma línea se expresa Jorge Jasse. "Es increíble lo que está sucediendo, hay mucha gente afectada de cáncer, de todas las edades, ¿qué te parece que puedo opinar? Encima ahora quieren instalar otra, no se dan cuenta de que no sirve. A Uruguay le convendrá en lo material, pero lo humano lo dejan a un costado", afirma convencido.

Como una extensión de Gualeguaychú, en dirección a la frontera se encuentra Pueblo Belgrano. El centro poblado se ha desarrollado en los últimos años por encontrarse inmerso en una zona verde, en una de las salidas de la ciudad, por estar cerca del balneario Ñandubaysal y porque han creado un complejo termal. Allí funciona la maderera de Cristian Zanandrea.

"No estamos de acuerdo con la planta, pero también es cierto que nos pone en una disyuntiva porque nosotros también trabajamos con la madera, tenemos un negocio y siempre estamos tratando de tener cuidado con la madera que se va plantando y la que se va cortando para vender", reconoce el comerciante. Zanandrea confía en que no se derogue la ley de la madera que hoy prohíbe la exportación de rolos con destino a las fábricas de celulosa de Uruguay.

"En mi caso, que estamos en línea recta con la papelera (a unos 20 kilómetros), hemos sentido olores raros, picazón en la piel y ardor en los ojos. Antes eso no pasaba, aunque tampoco es comprobable que sea por eso. Solo digo que mi familia lo está experimentando", aclara.

A su modo de ver, el diferendo fue más a nivel político y gubernamental, y nunca debió involucrar y alejar, como sucedió, a los vecinos de ambas comunidades.

"Creo que en un primer momento hubo como un distanciamiento entre pueblos, el conflicto se llevó a lo personal y no tendría que haber sido así porque nosotros con Fray Bentos tuvimos una relación de ir y venir como si fuera una misma comunidad. En cierta manera es entendible porque a los fraybentinos les prometieron trabajo, aunque no sé si con el tiempo fue todo lo que esperaban", dice Zanandrea.

Decepción.

UPM produce anualmente 1,3 millones de toneladas y genera 560 puestos directos en la operativa de la planta. Según un informe de CPA Ferrere, en forma directa e indirecta entre los bosques y la cadena logística, se generan unos 7.000 empleos.

En Fray Bentos, donde sindicatos como el Sunca se movilizan actualmente por fuentes de trabajo, varios opinan que la realidad sería sumamente compleja si no estuviera este emprendimiento.

El empresario gastronómico Carlos Gilardoni se encargó de separar dos etapas: la de la construcción, cuando Fray Bentos volvió a ser, como en la época del Anglo, una ciudad cosmopolita con 6.000 trabajadores en la zona; y la fase operativa, con cerca de 800 puestos fijos.

"Durante la construcción de la planta, los primeros tres años, nos fue bárbaro a todos los comerciantes. Si ellos creen (los asambleístas de Gualeguaychú) que con el puente cortado nos hicieron daño, están equivocados, porque en realidad nos hicieron un favor", dice Gilardoni.

"La gente no cruzaba a gastar en Argentina, y digo más: con el puente abierto, los finlandeses se habrían ido todos a vivir allá. Conocí extranjeros que me decían: "Me conociste porque no nos dejan pasar, si no estaríamos todos del otro lado. Los alquileres son más baratos, es una ciudad más grande y atractiva", le decían al "Paraguayo", como se le conoce a Gilardoni en el centro de Fray Bentos.

"Después de que se terminó de construir la planta, entramos en una caída bastante importante, no sé si por razón del gobierno o qué, porque realmente el trabajo que se creía que iban a dar no era tanto", señala Gilardoni. "Hasta hace poco llegamos a estar peor que en 2002. La carga impositiva tanto nacional como municipal es monstruosa y estamos tirando".

Omar Lafluf, actual diputado por Alianza Nacional y exintendente de Río Negro durante 10 años, fue un actor clave en el desarrollo del conflicto con Argentina. Por eso recuerda cada detalle de lo vivido y hasta se anima a criticar a la empresa que antes defendió a capa y espada. Dice que nunca antes recibió tantos pedidos de trabajo como este año.

"No hay dudas que el emprendimiento transformó la región y especialmente a Fray Bentos, que hoy es más ciudad. En 2012 contabilizamos en el gobierno municipal más de 80 empresas que no estaban registradas. Es cierto, muchas llegaron por el "boom" de la soja, pero unas cuantas lo hicieron para brindar servicios directos e indirectos a Botnia, hoy UPM", explica Lafluf.

Menciona también el monitoreo que se instaló en la zona, los laboratorios de LATU y OSE, y la creación de la Universidad Tecnológica (UTEC) como factores generadores de conocimiento y desarrollo. Como contrapartida, recuerda un total de 16 medidas que adoptó el gobierno argentino, sin contar el piquete al puente San Martín, que provocaron la pérdida de 150 puestos de trabajo directos y un perjuicio social "enorme" a cientos de familias que se vieron separadas como consecuencia del bloqueo. Esto sin contar el costo económico que implicó al país, entre otros asuntos, el juicio en La Haya.

"Perdimos la inversión de Ence, pero además por 10 años no se dragó el río, complicaron toda la operativa portuaria, impusieron restricciones para frenar el turismo, dificultaron las licencias de importación y en Fray Bentos perdimos algunos proyectos como la planta de tratamiento de efluentes de la ciudad que iban a asumir los finlandeses", destaca.

A su juicio, UPM "tendría que poner en la balanza todos los perjuicios que sufrió el país, que fueron muy grandes y con momentos muy duros". Por eso Lafluf entiende que "en esta negociación (por la segunda planta), UPM no debería pedir más esfuerzos de los que el país le otorga a cualquier empresa que quiera invertir", concluye.

Ambientalistas aún repudian la "usurpación".

Este jueves, en conmemoración de los 10 años de la planta, integrantes de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú se convocaron en la plaza San Martín, con banderas y pancartas. Minutos más tarde, cruzaron a las puertas del Consulado de Uruguay y leyeron una proclama "para expresar el sentir de los ciudadanos" y repudiar "la usurpación del río Uruguay efectuada por Finlandia y Uruguay". "Nuestro reclamo sigue siendo a favor de la salud humana y por lo tanto, de la vida", alegaron. Criticaron a los gobiernos de ambos países por ser "permisivos".

Conflicto dejó heridas que no llegan a cicatrizar.

La cruzada "ambiental" comenzó diplomáticamente a principios del 2002, bastante antes de que los cortes de ruta radicalizaran todo. El primero de los piquetes se realizó el 23 de diciembre de 2005 a la altura de Arroyo Verde.

La protesta fue subiendo de tono hasta que en mayo de 2006, el entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, anunció que la lucha contra las pasteras en el río Uruguay se transformaría en una causa nacional que estaba dispuesto a llevar hasta la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Fue el 20 de noviembre de 2006 que se inició el piquete que increíblemente se extendió en forma ininterrumpida por tres años y medio.

Fue una época en la que diversos cuadros de inteligencia policial y militar trabajaron sigilosamente en la zona para determinar la veracidad de un posible atentado a la planta. Llegaron incluso a camuflarse entre los operarios contratados. El foco de la atención nacional estaba en Fray Bentos. Los cortes se extendieron a las fronteras de Paysandú-Colón y Salto-Concordia. El 8 de noviembre de 2007, en la Cumbre que se celebró en Santiago de Chile, el presidente Tabaré Vázquez otorgó la autorización para que la planta empezara a operar. Ese momento marcó uno de los días de mayor tensión entre Argentina y Uruguay. Kirchner se cruzó en un pasillo con Vázquez y criticó duramente su decisión: "Lo tuyo fue una puñalada en la espalda", le espetó el presidente argentino, según recogió el libro La ruptura, de Martín Pintos.

La chimenea de Botnia empezó a humear, enfureciendo a los asambleístas y a quienes acompañaban a Kirchner en Santiago de Chile. Vázquez temió duras represalias, ordenó el cierre de fronteras y hasta pidió ayuda a Estados Unidos ante un posible conflicto bélico. Efectivos de la Armada colocaron un vallado en el medio del puente, cerraron los puertos y se restringió el espacio aéreo. Es que los activistas, que ya sabían de manifestarse en territorio uruguayo, habían amenazado con extender la movilización por tierra, aire y agua.

Fue un periodo en el que, además, entre 150 y 200 operarios del puente San Martín se quedaron sin trabajo producto del bloqueo de los ambientalistas.

Muchas veces ganó la irracionalidad, pero también Uruguay impuso sus intereses. Todo contribuyó a que se congelaran las relaciones bilaterales y los lazos de hermandad que históricamente unieron a Fray Bentos con Gualeguaychú.

La protesta del gobierno argentino se apaciguó varios años después con el resultado en La Haya sobre la mesa, la conformación de un comité científico binacional y la judicialización del reclamo de los asambleístas a los que antes había apoyado.

Recién hoy, 10 años después, las comunidades intentan tímidamente acercarse de nuevo para ir cerrando heridas en forma paulatina. Para ello es necesario avanzar sobre los aspectos que unen a las comunidades ribereñas, dejando encapsulado el conflicto por Botnia.

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