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La búsqueda del cuerpo perfecto

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Cirugías plásticas. Foto: Google

Los precios de las cirugías plásticas bajan mientras que la franja de edades de quienes se las practican se amplía. La creciente preocupación por el “rostro rejuvenecido” y la adaptación a ciertos cánones de belleza lleva a que cada vez más sean menos invasivas y que requieran menos tiempo de recuperación.

Era jueves y a Katherina Souto le llegó la llamada que esperó por casi dos años: "Buenas noticias, el lunes te operás". Del otro lado estaba la cirujana plástica Lucía Barbieri, del Hospital de Clínicas, y le avisaba que por fin iba a poder realizarse la mastopexia —levantamiento de mamas— que le habían prometido.

La suya fue una cirugía estética, pero que le solucionó un problema práctico. A sus 49 años y luego de pasar por dos embarazos, esta enfermera estaba sufriendo el dolor y las incomodidades diarias de las mamas caídas. Eran tales, que muchas veces el peso le causaba sangrados y problemas de higiene. "No es solamente que quiero estar más linda", dice luego de salir de la consulta de control, a una semana de haber pasado por la operación.

Ahora, le quedan varios meses de recuperación y al menos uno sin esfuerzo físico, pero no pierde oportunidad para destacar la atención que recibió. "Para mí un levantamiento de mamas era inaccesible, sale US$ 4.000 y con la mitad de la atención y dedicación que me dieron acá". Souto se cubre el pecho y mueve ambas manos hacia abajo para señalar el aspecto alargado que tenían sus senos. Luego hacia los costados, al recordar cómo eran los bikinis que solía usar en la playa. "No podía lucir absolutamente nada, era como un bolsillo". Ahora, piensa en el que va a usar el próximo verano.

En la Cátedra de Cirugía Plástica Reparadora y Estética atienden a quemados, personas que han tenido accidentes o enfermedades y que necesitan cirugías reconstructivas, pero también hacen liftings, implantes, cirugías de nariz y de párpados, entre otras. Son gratis para los pacientes del hospital que deseen intervenirse, pero no son las prioritarias. Por eso, las esperas pueden ser muy largas.

Barbieri, residente de la cátedra, estima que cada vez son más las personas que consultan por este tipo de intervenciones. Cada miércoles y viernes —días en que funcionan las consultas— se sientan en los pasillos fríos del Clínicas al menos una o dos personas que solicitan alguna intervención para transformar su apariencia física. La lista de pacientes pendientes tiene, en promedio, unas 20 personas a la espera de la llamada para realizarse una cirugía de este tipo.

Si bien pueden costar miles de dólares en clínicas privadas, para los usuarios del Clínicas son gratuitas. Aquellos que se atienden en mutualistas y quieren operarse en el hospital deben pagar el costo de la sala de operaciones y la internación. Al ser un hospital de formación, tanto la cirugía estética como la reconstructiva son necesarias. "Es medicina y es cirugía, conviven perfectamente porque son dos cosas totalmente iguales. Una cosa es reparar algo que se deformó por un accidente o por un cáncer de piel y otra es mejorar una nariz o realizar un aumento mamario. Es lo mismo porque deben hacerlo profesionales, con las mismas precauciones y los mismos riesgos", indica Óscar Jacobo, encargado de la cátedra, quien trabaja tanto en el ámbito privado como en el público.

Hacia los extremos.

Una mujer sale de una clínica estética privada de Pocitos del brazo de un hombre. Sus lentes oscuros y el pañuelo que rodea su cara traen a la memoria a la figura de Audrey Hepburn, pero detrás de los accesorios se esconde la hinchazón de una cirugía que lleva pocos días de recuperación. La mujer, que debería rondar los 70 años de edad, acaba de hacerse un lifting facial y una cirugía de párpados.

En los últimos años se amplió la franja de edades en la cantidad de personas que se someten a cirugías plásticas: empiezan más jóvenes y lo prolongan más hacia la vejez. "A los 18, 19 o 20 años cada vez más se plantean el aumento mamario y no es infrecuente ver a alguien de 70 o 75 años que se quiere hacer un lifting facial", describe Jacobo.

Los cirujanos plásticos consultados coinciden: hoy en día las cirugías estéticas son mucho más accesibles de lo que eran antes. De hecho, el doctor Julio López Garbarino, que atiende en su clínica privada y mutualistas, explica que hay personas de otros países que viajan a Uruguay a operarse o que aprovechan una visita para someterse a un procedimiento. "En mis comienzos, la gente que se operaba era de un poder adquisitivo elevado y había alguna persona que juntaba durante mucho tiempo, pero hoy en día ha cambiado bastante", dice López Garbarino, que tiene más de dos décadas de experiencia.

Tanto en la cátedra como en la Sociedad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Uruguay (SCPU) estiman que en Uruguay hay alrededor de 100 cirujanos plásticos. El país con más cantidad de estos profesionales es Estados Unidos, con 6.300 y lo sigue Brasil, con 5.473, según datos de 2014 de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS). Las operaciones más practicadas en todo el mundo han sido la lipoaspiración, aumento de mamas y cirugía de párpados, según el organismo, y Jacobo cree que Uruguay sigue la tendencia internacional, aunque no cuenta con números oficiales para verificarlo.

Los profesionales consultados coinciden en que la operación como regalo de cumpleaños a los 15 ya no es una tendencia tan fuerte como en años anteriores, pero que la rinoplastia (operación de nariz) sí se le practica a menores de edad. Según dicen, uno de los grandes "no", que suelen dar, tiene que ver con practicarle un aumento de mamas a una joven menor de edad, ya que su cuerpo sigue en crecimiento y no es aconsejable.

Lo nuevo, explica López Garbarino, son las consultas por operaciones en genitales, en mujeres y hombres. "Para el que no lo sufre o no está informado puede parecer una exageración, pero muchas realmente tienen su justificación. Todas las operaciones que he practicado estaban justificadas", argumenta.

En mujeres, ocurre tras sufrir las consecuencias de un parto o en personas que tienen labios menores grandes que abultan la ropa interior y, según el profesional, pueden generar menos sensibilidad a la hora de tener relaciones sexuales. Esto también puede generar problemas de higiene, sostiene. "Era un tema sobre el que daba miedo consultar, pero hoy hay más comunicación y conocimiento del cuerpo. Hay cosas que se ven en las redes, en internet, que hace 30 años era impensado", opina. Para el cirujano plástico Alberto Elbaum, se trata de una "moda" que debería corresponder a ginecólogos.

En los hombres, lo más frecuente es la operación en la zona genital por lo que se conoce como micropene, es decir, cuando tiene un tamaño menor al promedio para un bebé. "Para quien tiene un pene casi oculto, uno o dos centímetros más, van a ser importantes. La persona se va a sentir mejor, con más autoestima".

Los especialistas perciben un crecimiento en la cantidad de consultas masculinas, pero aún siguen siendo casi una cuarta parte de las que hacen las mujeres. "Yo tenía días para recibir hombres y días para mujeres. Ahora charlan sobre lo que se hicieron o se van a hacer en la sala de espera", dice Elbaum, que afirma que un 40% de sus pacientes son hombres. Lo más común para ellos, según la presidenta de la SCPU Beatriz Manaro, son las lipoaspiraciones en la zona abdominal o la reducción de las glándulas mamarias. Actualmente, según la profesional, "van menos prejuiciosos a la consulta".

La tendencia, tanto en mujeres como en hombres, es a pedir procedimientos menos invasivos y más rápidos. Manaro explica que ha rechazado muchas solicitudes. Uno de sus grandes "no" son los pedidos desmedidos, como operar una nariz que está "correcta" o la solicitud de extracción de costillas. "Lo mejor es enemigo de lo bueno", suele repetir.

"Cada cirujano tiene su precio, sus necesidades y su ética. Cada uno sabe cuándo hay que decir que no y cuándo se puede un poquito más", indica López Garbarino.

Lo bello y lo feo.

En la sala de espera del doctor López Garbarino hay una pequeña mesa cubierta por papeles que promocionan tratamientos estéticos. No se ven revistas con modelos ni cuerpos de famosos, pero sobre las sillas luce un cuadro de una mujer desnuda. La creación curvilínea, de pezones respingados y mirada provocativa da la bienvenida a los pacientes a la habitación. En su oficina, el doctor los recibe rodeado de certificados y títulos.

—¿Qué es la belleza?

—Es un conjunto de rasgos y de actitudes, que en su conjunto crean una armonía en la persona. Esta a su vez debe saber mostrarla. Aunque dicen que sobre gustos no hay nada escrito hay un concepto bastante generalizado. Hay cosas que nadie las discute.

—¿Una cirugía puede hacer bello a aquello que no lo es?

—Yo creo que lo puede hacer más armónico. Vos podés tener unos ojos preciosos y una nariz que es un gancho. De repente la operás y queda una nariz normal. El éxito de la cirugía es cuando no se nota.

Aunque es común decir que la belleza está en el ojo de quien mira, los cirujanos parecen tener claro qué es lo lindo y lo feo y suelen referirse de esa forma a los rasgos de los pacientes.

"Cada sociedad construye sus patrones de belleza. Uruguay asoció sus pautas de belleza a lo europeo durante mucho tiempo, sutil, leve, ni barroca, ni sobrecargada, ni demasiado sexualizada, ni excesivamente exhibicionista", explica el profesor adjunto de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República Luis Gonçalvez Boggio. "El cuerpo modulado, posible de ser adelgazado, rejuvenecido o desintoxicado ha pasado a ser una fórmula a ser adquirida", agrega y explica que la mayoría de quienes se operan son mujeres porque es el género sobre el que recaen las "exigencias" del mercado.

El psicólogo cree que, a diferencia de las operaciones reconstructivas, aquellas que se realizan por razones meramente estéticas confrontan "problemas básicos de narcisismo". "Las personalidades narcisistas dependen mucho de su imagen. A tal punto de que les resulta difícil distinguir entre lo que creen ser y la imagen de lo que realmente son. Pierden la perspectiva real de sí mismos y se identifican con una imagen idealizada".

Hoy, las personas son "eternamente candidatas a algo", dice. "Al cuerpo perfecto, al empleo perfecto, al amante perfecto". Sin embargo, para el psicólogo estos ideales difícilmente se pueden alcanzar o, cuando se logran, cambian, y el mercado pasa a ofrecer algo nuevo.

Los cirujanos muchas veces se sienten que deben oficiar de psicólogos de sus pacientes. Elbaum, por ejemplo, dice estar muy atento a lo que motiva las intervenciones. "Muchas veces vienen a solucionar otros problemas y creen que a través de la cirugía estética se puede lograr. Esos son los pacientes disconformes, hagas lo que hagas, la cirugía no va a solucionarlos". A ellos, suele decirles que no. En la mayoría de los casos, opina, la aprobación de la cirugía depende más de la mirada ajena que de la propia. En eso, Manaro discrepa: "Antes las personas se operaban para satisfacer o agradar más. Hoy en día es para gustarse a sí mismas".

Los precios y costos de una cirugía.

Cerca de un 40% de lo que vale una cirugía plástica lo lleva el costo de usar una sala de operaciones, explica el encargado de la cátedra de Cirugía Plástica, Óscar Jacobo. No es lo mismo si una persona decide operarse en el Hospital Británico que si lo hace en una clínica privada. A eso hay que sumarle los salarios de los anestesistas, enfermeros y más personal, junto con el costo de los materiales. Todo eso, sumado a la variación entre un profesional y otro hace que los precios varíen mucho en el mercado. Sin embargo, afirma, en Uruguay, "ninguna cirugía plástica puede costar más de US$ 10.000". En el resto de la región pueden ser más baratas, especialmente en Colombia. Mientras tanto, en Estados Unidos pueden partir (de forma aproximada) de los US$ 6.000 y llegar hasta los US$ 30.000. En Argentina, por otra parte, los precios son similares a Uruguay, aunque en ocasiones pueden superar fácilmente los US$ 10.000.

El metacrilato de la polémica regional.

Su nombre es polimetilmetacrilato y su aplicación en cirugías fue permitida por la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense hace algunas décadas, para la intervención reducida en surcos nasogenianos, explica el encargado de la Cátedra de Cirugía Plástica de la Facultad de Medicina Óscar Jacobo. En Argentina, varias celebridades de la televisión y el teatro han presentado denuncias por problemas con la aplicación de este material, especialmente en glúteos. "Al precio que vale la ampolla de metacrilato seguro que no están inyectando eso, porque sería extremadamente caro. Habría que ver qué se está inyectando", dice Jacobo. "A la consulta llegan o complicaciones o pacientes que fueron operados, no saben por quién, ni el nombre del cirujano, Muchas veces llegaron por televisión o por una oferta de la tarjeta de crédito a una clínica", sostiene. Otra de las preocupaciones de los profesionales tiene que ver con la aplicación de productos en peluquerías o por cosmetólogos. El cirujano Alberto Elbaum entiende que solamente deberían hacerlas cirujanos estéticos. "La gente busca precios y, obviamente, en una peluquería o una con un cosmetólgo lo van a conseguir. Los costos van a ser menores, los resultados pueden ser catastróficos", advierte Elbaum. En Uruguay, desde la Sociedad de Cirugía Plástica Reparadora indican que no se detectaron casos similares a los de la vecina orilla y que cuando reciben denuncias de clínicas que trabajan sin autorización o título correspondiente acuden a las autoridades. El País se comunicó con el MSP, pero no recibió respuesta.

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JIMMY CASTILHOS.

"Trabajé toda mi vida gracias a mi imagen".

"Quiero que me saques esta cara de cansado", le dijo Jimmy Castilhos a su cirujano. Fue antes de convertirse en conductor para El País TV. La exposición frente a cámaras lo motivó someterse a un medio lifting facial y, más adelante, a una cirugía de párpados que, sumados a otros tratamientos le implicaron un gasto de más de US$ 10.000. No fue para modificar sus rasgos, sostiene, sino para tener una apariencia más "fresca". "Nosotros manejamos un valor estético externo. Desde que empecé a trabajar siempre hice roles de buen mozo lo que me exigía que yo me viera un poco mejor que el resto". Se trataba de seguridad y de constituir lo que él considera un producto: "Yo trabajé gracias a mi imagen toda mi vida", explica. El dolor luego de la operación fue traumático, recuerda, pero él lo considera un gaje del oficio.

MARÍA JOSÉ DUPRÉ.

Un cuerpo esculpido a medida.

María José Dupré es vedete y modelo transexual, conocida como la uruguaya con más cirugías plásticas. Ya lleva 40 y dice que le ha ayudado a mejorar su autoestima, además de impulsar sus apariciones en los medios y su carrera como vedette. "Si te ven bien te contratan", dice casi como un eslogan. "Me discriminaron mucho, siempre por lo estético. Era gordita, además era un chico porque no estaba operada. Siempre me atacaron por lo de afuera y nunca se preocuparon por cómo pensaba. Con la edad que tengo puedo decir que fue un error empezar a invertir y tomar mucho tiempo en reparar la carcaza", sostiene, aunque reconoce que eso fue lo que le habilitó volverse conocida. "Pero no es eterna" advierte; y reconoce que si tuviera que volver atrás rechazaría las cirugías. Hoy, solo se somete a ellas por "mantenimiento", cuenta.

ABIGAIL PEREIRA.

"Las cirugías fueron una necesidad".

La primera operación que se hizo la artista transgénero Abigail Pereira salió mal. Era una mamoplastia, pero contrajo un estafilococo que provocó que le tuvieran que sacar uno de los implantes, razón por la que pasó seis meses con uno solo. Era parte de los riesgos previstos y le tocó sufrirlo la primera vez. "Las cirugías estéticas fueron una necesidad para mí, las necesitaba para asimilarme a lo que yo quería ver en el espejo, que era la figura de una mujer". En total, estima que el costo de sus cinco cirugías fue de US$ 25.000. Considera que sentirse conforme con su cuerpo era parte de estar sana y de su bienestar. "El modelo de belleza está impuesto hace muchísimo tiempo y en la televisión se potencia muchísimo más. Parece no haber espacio para quienes no se adecuan estéticamente a lo que la gente piensa", reflexiona.

CLAUDIA FERNÁNDEZ.

Televisión, autoestima y retoques.

Una vez por año, la modelo y conductora de televisión y Claudia Fernández se inyecta toxina botulínica (botox). "Con lo que supone la televisión hoy y el HD hace que uno tenga esa exigencia. La misma sociedad te lo pide, yo diría que las mujeres. Nosotras somos las más críticas con nosotras mismas", apunta. La decisión de realizar este procedimiento no quirúrgico fue a pocos años de cumplir los 40 y, según dice, intentó esperar la mayor cantidad de tiempo para tomar la decisión. Su primera cirugía fue una mastopexia. Según explica, el subir y bajar de peso en un período de tiempo corto había hecho que sus senos no lucieran como ella deseaba. "Fue una cuestión personal, no porque nadie me lo exigiera", agrega. En Uruguay, opina, no hay una cultura de abuso de las cirugías estéticas.

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Cirugías plásticas. Foto: Google

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