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Terminaron los Juegos Olímpicos

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Terminaron los JJ.OO. y de pronto se produjo un vacío. Una sensación de vacuidad que no era la de los atletas y sus equipos de entrenadores, masajistas, etc., sino algo más vasto.

Porque los Juegos Olímpicos, que Brasil sorteó con éxito, no solo tuvieron en vilo a media humanidad a lo largo de veinte días, sino que pasaron a ser el entretenimiento obligado y una suerte de compañía, compartida por cientos de miles de televidentes.

Lejos quedaron los tiempos en que el público que se deleitaba con estas competencias olímpicas y participaba de esa orgía de excelencia deportiva, se reducía al estrecho círculo de quienes acudían a los estadios y piscinas. Como también las épocas en que, con el avance de las comunicaciones, comenzó a verse más o menos por televisión algo de lo que sucedía en la villa olímpica de turno. Pero en la actualidad es tan fantástica la calidad de las transmisiones, de las imágenes, del colorido, que el espectáculo olímpico es una fiesta virtual para los sentidos. Y así vibramos desde cualquier rincón del mundo, con el prodigioso jamaiquino Usain Bolt, con el tiburón norteamericano (23 oros), Michael Phelps; las bellezas de la gimnasia olímpica donde siguen brillando las rusas, como con el nado sincronizado; las audacias de Simone Biles en gimnasia artística; el triunfo de la nadadora americana Kathie Ledecki o las hazañas de la velocista norteamericana Allyson Felix, quien acumula ya seis medallas de oro.

Tanto como con los esforzados remeros y los "mountain bikers"; los veleristas, oro para Argentina igual que con el hockey masculino; los ciertamente menos agraciados deportes como la lucha greco- romana y el levantamiento de pesas, incluidas las féminas; el tiro al blanco y con arco; la esgrima; el tenis; el ping-pong y también el fútbol, aunque no con el destaque habitual. Más todo lo vinculado al fundacional atletismo, culminando en la muy griega y tradicional maratón.

Detrás de la admirable capacidad de superación de cada competidor, de los talentos de cada uno, de los esfuerzos y sacrificios de los competidores y de los méritos que les corresponden también a los equipos que los preparan y los apoyos que cada concursante recibe de su país y fuentes privadas, hay cientos de historias personales, unas más felices y otras más trágicas. Como la del maratonista etíope, Feyisa, quien habiendo logrado la presea de plata, al momento de recibirla se atrevió a desafiar al Comité Olímpico Internacional (COI ) y a Sebastian Coe, presidente de la IAAF, a los que no les gustan las manifestaciones políticas. Formó una X con sus brazos en alto, por encima de su cabeza.

Para muchos habrá pasado absolutamente desapercibido, pero otros supieron lo que hacía en ese instante. Aprovechar ese momento en que la atención mundial se enfocaba en la ceremonia de cierre, para mandar un mensaje desesperado. Consciente de que si regresaba a su país su vida corría peligro, como le ocurre a su familia que ha sido llevada presa por pertenecer a la tribu Oromo, perseguida por el gobierno que se apropia de sus tierras y recursos.

Otra sin peligro de muerte, pero a quien su sinceridad puede traerle malas consecuencias, fue nuestra atleta compatriota Deborah Rodríguez, quien no sin amargura hizo comentarios sobre la realidad uruguaya. Hizo notar que gran parte de los competidores pueden dedicarse completamente a su entrenamiento, pero en Uruguay tienen que al mismo tiempo trabajar, encontrar el tiempo para estudiar si quieren progresar y el respaldo financiero, a pesar de alguna ayuda estatal, es más escaso que abundante. Si bien la nadadora Maya Dirado de Estados Unidos, país que arrasó en trofeos, trabaja en una consultora en California. Respecto del factor económico en los resultados finales y la creencia generalizada de que para un país de poca población y recursos, es imposible conseguir los más altos premios, al observar atentamente el medallero, se ve que no es tan así. Son varias las naciones con un ingreso per cápita algo mayor y aún menor que el nuestro, y un número de habitantes apenas superior o similar, que se fueron de Río con oros, platas y bronces en su haber. Por ejemplo, Croacia y Nueva Zelanda que están mejor económicamente, pero también Bahamas, Jamaica, Armenia, Kosovo, Lituania etc. Por otro lado pesa en los rendimientos y especialidades, los tipos genéticos, el clima y lo cultural.

En lo comercial se corren otras competencias. Ser sponsor incrementa el valor de la marca en un 10% y también aprovechan los del ambush marketing. Como la firma Beats, gracias a los auriculares que llevaba el hijo de Phelps, al que todas las cámaras enfocaban o los relojes que vendía Apple, con los colores de los países, en las inmediaciones del estadio.

EDITORIAL

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