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El 6% para la educación

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El 1° de febrero de 2014, cuando se entraba ya plenamente en año electoral, este editorial llevó por título: "Vamos a darle el 6%". Refería así al compromiso de campaña de Vázquez de alcanzar un presupuesto para la educación equivalente al 6% del PBI en una eventual futura administración suya. 

Y señalaba: "¿qué problema habría pues en fijar desde ya un gran pacto nacional que asegure ese 6% a partir de 2015? Ninguno. Para avanzar decididamente en este asunto pues, los precandidatos presidenciales de todos los partidos debieran ponerse de acuerdo, desde hoy, en que efectivamente se intentará llegar a ese 6% para la educación".

Sabido es que esta idea de alcanzar un acuerdo interpartidario previo a las elecciones no tuvo ninguna consecuencia. Ninguno de los candidatos de la oposición sintió que debía adherir a ella. La promesa de Vázquez fue solo de Vázquez y hoy debe cumplir. En aquel momento se sustuvo —y se sostiene— que los problemas de la educación pasan por otro lado, y que incluso quizá podía llegar a precisarse más dinero que ese 6%. Empero, con el diario del lunes, parece claro que sus estrategias no acertaron por dos motivos.

Por un lado, porque todo el mundo siempre estuvo (y sigue estando) de acuerdo en que hay que asignar más recursos a la educación. Y Vázquez fue convincente en su anuncio concreto, que además dejaba contentos a los gremios docentes. Con su fórmula mágica del 6%, sencilla de entender y fácil de leer, fue quien mejor transmitió la certeza de que habría de ser el presidente que más se ocuparía de la educación a partir de 2015. Un compromiso general de todos los candidatos en campaña hubiera permitido legitimar esa idea para todo el sistema, y también hubiera dado mayores seguridades a los actores de la educación de que ese 6% se alcanzaría rápidamente y con decisión.

Por otro lado, si todos se hubieran puesto de acuerdo en que ese era el piso presupuestal para este quinquenio, entonces los temas de campaña podrían haber girado en torno a otras cuestiones vinculadas a ese tema de la educación.

El editorial ya citado planteaba algunas preguntas en este sentido, que vale la pena refrescar hoy: "¿Vamos a seguir aceptando que los sindicatos, en particular el de Secundaria, estén dirigidos por una izquierda extremista que no cuenta con el respaldo de una legitimidad que represente a la inmensa mayoría de los profesores? ¿Vamos a seguir invirtiendo y aumentando salarios de profesores sin exigir ninguna contrapartida de mejoras de resultados en la calidad del aprendizaje? ¿Vamos a seguir fijando reglas de juego gracias a las cuales los profesores de Secundaria mejor evaluados y con más experiencia eligen los mejores liceos y dejan los más difíciles de zonas carenciadas o periféricas a los profesores más novatos y menos capacitados?".

Vázquez ya ganó con luz las elecciones y tiene la obligación de cumplir con sus promesas electorales. Si todo el sistema político hubiera adherido al compromiso de dar el 6% a la educación en este presupuesto, al ministro de Economía Astori no le sería hoy tan fácil poder afirmar que este monto es un objetivo al cual "se tenderá" a lo largo de esta administración. Porque, sencillamente, la oposición estaría más legitimada para exigir que se cumpliera con lo pactado en campaña electoral. Porque, claramente, este 6% no sería un compromiso solamente de Vázquez, sino de todo el sistema político.

Hay quienes creen que obligarse a semejante monto para la educación es hacer demagogia, y que eso fue en realidad aquel compromiso de campaña de Vázquez.

Sin embargo, en política, lo que se precisa es ganar elecciones. Y Vázquez, con esa propuesta sencilla, sacó varios cuerpos de ventaja en un tema como el de la educación que, en principio, era muy difícil de enfrentar para el Frente Amplio en campaña.

Pero además es equivocado creer que no hay dinero para la educación. Alcanza con administrar mejor las empresas públicas, por ejemplo, para encontrar recursos: ¿cuántos cientos de millones de dólares se perdieron con Pluna? ¿Cuántos se pierden con Ancap o se despilfarran con Antel todos los años? Con austeridad y gestión eficiente de los recursos es claro que hay más plata para la educación. Y era justamente un cambio de gobierno el que debía de traer un cambio en la gestión pública.

No hay que confundir irresponsabilidad con iniciativa, ni hay que quedarse quieto por haber perdido las elecciones. No es del todo tarde.

La oposición debe exigir que el gobierno cumpla con el 6% prometido.

editorial

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