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Son 45 los uruguayos que viven en Doha

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El Sheraton, primer hotel de lujo que tuvo Doha, es considerado un icono. Foto. Flickr

En la capital de Qatar “el futuro es ahora”. Es el país que tiene renta per cápita más alta del mundo.

Luis Suárez, Lionel Messi, Neymar y Gerard Piqué, serán los encargados de dar las indicaciones sobre las medidas de seguridad antes de que el avión de Qatar Airways despegue. A través de un video que se proyecta por los monitores de televisión, Messi informará dónde están las salidas de emergencia y Piqué cómo utilizar las máscaras de oxígeno en caso de despresurización, Neymar indicará cómo proceder ante una emergencia, y Suárez será quien recuerde que los celulares deben ponerse en modo de avión y cómo colocarse los chalecos salva vidas. El partido comienza cuando el Boeing 777 tome vuelo en el aeropuerto de Guarulhos, para aterrizar trece horas más tarde en Doha, la capital de Qatar. No hay dudas, en esa península sobre el golfo Pérsico (que los lugareños prefieren llamar golfo Arábico) se disputará el Mundial 2022.

Entre los extranjeros residentes hay 45 uruguayos, altamente calificados. Son ingenieros o arquitectos y están muy bien conceptuados. Además, Jorge Fossatti es el Director Técnico de la selección de fútbol de Qatar.

Llegar a Hamad la flamante terminal aérea de Doha, es arribar a un lugar donde el futuro es presente. El aeropuerto, inaugurado hace poco más de un año, tiene capacidad y tecnología suficientes para recibir a los 15 millones de personas que desfilan por allí anualmente.

Al salir de la terminal, y pese a que son las 22 horas, el calor abrasa. Es plena noche, hay 29 grados y 80 por ciento de humedad. Habrá que acostumbrarse, al día siguiente el termómetro trepará hasta los 42 grados y allí se mantendrá hasta la caída del sol. En un taxi Mercedes Benz, modelo jamás visto en Uruguay, el visitante transitará por la autopista que lleva a la ciudad bordeada de árboles y césped. ¿Cómo habrán hecho para que crezcan árboles y plantas en pleno desierto?

Un jardín propio de un país tropical rodea al Sheraton, el primer hotel de lujo que tuvo Doha, considerado hoy un icono de la ciudad. Fue inaugurado en 1982 y completamente remozado en 2002. Pedro Rodríguez, Director del hotel, da la bienvenida a los huéspedes. Es sevillano y su simpatía y cadencia al hablar revelan su origen andaluz. El Sheraton es, tal vez, uno de los edificios que retratan mejor a Doha. La opulencia, traducida en la abundancia y variedad de mármoles y cristales y las maderas nobles, sorprenden. En una de sus confiterías se encuentra la lámpara de cristal de Murano más grande del mundo. Emula a una palmera, mide tres metros de alto, y figura en el libro Guinness de los récords.

El Doha Forum 2017 es la razón del viaje. Durante dos días en el Sheraton, jefes de Estado de países árabes, ministros de la Unión Europea y Estados Unidos, políticos de América Latina y expertos en la crisis de los refugiados de todo el mundo expondrán y discutirán posibles soluciones para una situación que avergüenza, duele y —fundamentalmente— padecen más de 6 millones de personas.

Hasta 1970 Qatar fue protectorado británico. En 1971 declaró su independencia. El árabe y el inglés son los dos idiomas que hablan sus habitantes. Su población ronda los 2.600.000, 350 mil de ellos son cataríes, el resto extranjeros de la India, Pakistán, Nepal, Filipinas y Sri Lanka. La mayoría de los extranjeros viven en los alrededores de la capital. Doha y sus aledaños concentra el 90 por ciento de la población.

¿El estado ideal?

En Qatar, sus habitantes no pagan impuestos, tienen educación gratuita y obligatoria de los 6 a los 16 años; también la salud —de excelente nivel— es gratis. Lo mismo sucede con el agua y la luz. En 1990, Qatar comenzó un proceso de transformaciones económicas que lo llevó de ser un país muy pobre a una nación inmensamente rica. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), hoy tiene la renta per cápita más alta del mundo (US$ 120 mil). Su territorio es de 11.650 kilómetros cuadrados , algo menor al departamento de Durazno. Desde su surgimiento como Estado independiente, Qatar es gobernado por una monarquía absoluta, hoy encabezada por el Emir Tamin Bin Hamad Al Thani, de 36 años de edad.

Ibrahim Ibrahim es un economista catarí graduado en la Universidad de Nueva York. En 1988, se constituyó en el asesor económico del entonces jefe de Estado, el Emir Hamad bin Khalifa Al Thani (1993 y 2013), que lideró un plan para la explotación de la mayor riqueza del país, el gas. Tras descubrirse que bajo su territorio se encuentra la tercera reserva mundial de gas natural, además de petróleo, Ibrahim, fue el hombre clave para la transformación del combustible en gas líquido y la creación de un sistema de distribución que permite su exportación a Japón, Corea, China e India. Los beneficios no demoraron en llegar y a partir de 1990 una prosperidad descomunal se apoderó del país. Sus habitantes, pasaron de vivir de la pesca a tener acceso a todo aquello que la plata puede comprar.

"La riqueza está concentrada en varias familias cataríes", es cierto, comentó a El País un alto funcionario de un organismo internacional, y agregó "la brecha entre los más ricos y los extranjeros residentes, es enorme, pero no hay pobreza". El sueldo de un funcionario promedia los U$S 10 mil mensuales y hacer la compra en un supermercado semanalmente para cuatro personas cuesta unos US$ 300. Un maestro comienza su carrera ganando US$ 10 mil al mes y llega en pocos años a los US$ 20 mil.

Los inmigrantes trabajan en las empresas de gas y petróleo, en la construcción y en los servicios. Sus salarios son inferiores a los del promedio, pero en pocos años logran reunir un capital que jamás obtendrían en sus países de origen.

Ciudad que cambia.

Doha es una ciudad en permanente transformación. Allí se instalaron los estudios de arquitectos más reconocidos del mundo, que trazan una metrópolis que no para de cambiar y cuyos edificios están más adelante de cualquier vanguardia. No existe, o al menos no se ven, construcciones viejas. Nada que revele historia. La escasez de terrenos ha obligado ganarle tierra al mar. Ese es el caso de La Perla, una urbanización con rascacielos erigidos en una isla artificial. Allí, en un mall, están las tiendas de las marcas más caras y famosas del mundo: Gucci, Versace, Roberto Coin, Longines , Cartier… Los representantes de Ferrari y Rolls Royce, exhiben sus modelos. La gama de precios de las Ferrari va de los 300 mil a los 3 millones de euros. A metros de las automotoras, se venden adornos de cristal de Murano. Una pantera de tamaño natural color azul marino, cuesta US$ 270 mil. "Es el número 8 de una serie especial de 10", manifestó a El País la vendedora.

En contrapartida a tanta ostentación se encuentra la Qatara Foundation, que impulsa proyectos de educación. Hoy el Museo de Doha exhibe una muestra conjunta de pintura y escultura de Pablo Picasso y Alberto Giacometti.

El 80 por ciento de la población practica el Islam. Desde 2008 existe en Doha una iglesia católica. Las mujeres visten el Abayar (túnica y velo), aunque el velo no es obligatorio. Pocas utilizan el burka o el niqab. Los hombres usan el Thobe (túnica) y el kufiyya en la cabeza. A las mujeres se les permite conducir. Las que siguen estudios universitarios se destacan en matemática y ciencias.

La venta de alcohol está autorizada solo en los hoteles y restoranes. Es común ver a los hombres reunidos, al atardecer y noche, en esos lugares.

Considerada una de las ciudades más seguras del mundo, Doha, cautiva y deslumbra por su arquitectura que nos dice que el futuro allí es presente. Sorprende por sus milenarias costumbres. E invita al mundo a conocerla.

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El Sheraton, primer hotel de lujo que tuvo Doha, es considerado un icono. Foto. Flickr

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