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Dejar de fumar, piel agradecida

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Al igual que sucede con el resto de los órganos del cuerpo, el cigarrillo también tiene un efecto nocivo a nivel de la piel.

Esto se produce mediante dos grandes mecanismos: por un lado, a través del contacto directo que ejerce el humo del tabaco, y por el otro, debido a las sustancias tóxicas que se absorben al fumar, y llegan por la circulación sanguínea a todas las capas cutáneas.

Esto provoca en última instancia, el aumento de la producción de radicales libres, que desemboca en daños importantes a nivel celular.

La nicotina, la principal sustancia adictiva, tiene una clara acción vasoconstrictora, lo que se traduce en una reducción del calibre de todos los vasos sanguíneos del organismo.

Los primeros en afectarse son los más pequeños, lo que lleva a una disminución de la cantidad de sangre que llega a los tejidos.

Además de esto, el monóxido de carbono del humo es otro factor que restringe la capacidad de oxígeno que se puede transportar a través de la sangre.

Esa mala oxigenación afecta claramente a la piel, provocando una mayor sequedad y pérdida de elasticidad, lo que se acentúa todavía más en las mujeres después de la menopausia.

Todo esto se traduce en la aparición prematura de arrugas, y en un proceso de envejecimiento que se ve acelerado si lo comparamos con personas no fumadoras que tienen la misma edad.

También se observa una franca disminución del brillo cutáneo, y una coloración más opaca o decididamente amarillenta.

El pelo también se ve afectado, ya que al disminuir la irrigación sanguínea a nivel del cuero cabelludo, se altera el crecimiento capilar normal, y en casos de calvicie androgenética tanto en hombres como mujeres, se produce una aceleración de la pérdida de cabello.

Su textura y calidad también empeoran, volviéndose más quebradizo y seco.

Por otro lado, la alteración que el cigarrillo provoca a nivel de la microcirculación también se manifiesta en un proceso de cicatrización deficiente.

Esto lleva a que el postoperatorio de cualquier cirugía que ha sido realizada en una persona fumadora siempre es más complicado que en un paciente no fumador.

Todos estos efectos nocivos que produce el cigarrillo pasan a segundo plano si consideramos los graves perjuicios para la salud que produce, desencadenando enfermedades que pueden conducir a la muerte.

Pero, de todas formas, en aquellas personas que están realizando el esfuerzo por abandonar este vicio, el notar una mejoría en su aspecto es un algo que puede resultar motivador para poder lograr su objetivo final.

EN CONSULTA | DR. PABLO PERA PIROTTO

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