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"No creo que estar en la tele asegure el éxito"

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"Pedir comida puede ser la excepción, no un hábito", dice la chef patissier. Foto: Francisco Flores.

Sexta generación de pasteleros, forjó su propio perfil al combinar la cocina y la comunicación. Emprendedora ante todo, volvió a los medios con un programa en TV Ciudad.

Fanny y Horacio fueron los primeros clientes de Ximena Torres. Vecinos de piso de su casa paterna, le compran desde hace más de dos décadas la torta Piedra, una receta que tras mucho hacerla su madre le legó. La primera vez que la preparó sola y completa tenía apenas nueve años. Y fue un éxito total. Hoy es el bestseller de La Dulcería, la pastelería que abrió en 2013 y con la que Ximena (35) se confirmó como chef y emprendedora.

No es casualidad que el local —con su fachada pintada de un llamativo verde agua— esté en una esquina de Pocitos, su barrio de toda la vida, a pocas cuadras de la Plaza Gomensoro y de esa casa familiar que, en definitiva, también fue sede de sus primeros proyectos. "Muchas veces había estado buscando local pero no encontraba el indicado... Y un día este me encontró a mí caminando por el barrio", recuerda. Antes, allí funcionaba una tienda de arreglos de calzado de la cual la futura chef era clienta. Ese era el lugar indicado: en pocos metros cuadrados había "mucha infancia" suya, ingrediente fundamental de todas sus creaciones.

Nieta del fundador de la confitería Carrera y su clásico Masini, Ximena creció metiendo mano en más de una cocina. Además, siempre tuvo el gen emprendedor. "Si bien vengo de la sexta generación de confiteros, en la cocina soy la primera mujer, porque mi mamá se dedicó más a la parte administrativa de la empresa", cuenta.

En su niñez, los veranos eran sinónimo de producción en serie. Junto a sus hermanas —es la menor de un trío femenino—, tuvieron zafras de galletitas, pulseras, posavasos y, por supuesto, tortas. "Arrancábamos en diciembre, terminábamos en febrero y nos hacíamos nuestra plata del verano. Y mis padres siempre apoyaban mucho esa locura nuestra".

Su primer emprendimiento se llamó Delicias Caseras, tenía una carta de seis tortas y un menú escrito a mano en pequeños papelitos que ella pasaba por debajo de la puerta de sus vecinos. Recibía los pedidos por teléfono bajo una única condición: 24 horas de anticipación. Los fines de semana, la cocina de los Torres-Carrera no daba abasto. "Una de las tortas era la cheescake que hacía mi hermana Carolina, otra era un pan de manzana y cereales que hacía Rosana. Yo tenía 10 años y gerenciaba, pero toda la casa se involucraba".

Es que en su familia, dice, la crianza siempre fue muy terrenal. "De menos magia y más trabajo", resume. Y en ese sentido, la cocina era un aula intensiva. "Saber cocinar es saber subsistir en cualquier tipo de situación. Que te enseñen a hacer las tareas de la casa te da una independencia que no te brinda ninguna academia ni estudio". Los sábados de mañana, por ejemplo, todos iban a colaborar en la panadería Pancatalán, también de la familia, donde la tarea predilecta de Ximena era envasar magdalenas. "Desde chicas no inculcaron el respeto y la dignidad del trabajo haciendo las tareas que fueran necesarias". Quizás por eso, a la hora de "ir forjando la mejor versión" de sí misma, Ximena no solo se formó como pastelera, sino también como chef, sommelier y comunicadora.

—¿Alguna vez sentiste que la pastelería era considerada la "oveja negra" de la gastronomía?

—Yo lo veo al revés… Yo quería ser química, jugaba con El químico precoz, porque la cocina en general tiene mucho de química y la repostería es mucho más exacta. Cualquier repostero puede ser buen cocinero, pero no todo cocinero puede ser buen repostero, eso es muy difícil que algún cocinero te lo discuta. Creo que cuando pasás a ser repostero elevás la vara. Nunca sentí que se subestimara la pastelería. De repente pasa más con la crítica gastronómica, donde es mucho más fácil que le hagan una crítica a un restaurante que a una tienda de ptisserie, eso es una realidad. Pero me atrevo a decir que es un arte incluso superior a la cocina salada.

Cocina y música.

Ximena salió de su propia cocina y se metió en la de miles de uruguayos con su debut en Día perfecto, el magazine de Canal 12 donde tuvo su primer espacio en los medios. Un año y medio después, producto del éxito de ese segmento, ya tenía programa propio, La receta perfecta, que estuvo cuatro años al aire, hasta 2014.

Antes de ser una chef mediática viajó por el mundo —vivió en Sant Joan Despí, el pueblo catalán donde nació su abuelo— e hizo experiencia en el área de catering. En simultáneo con la televisión, dictó talleres, creó su propia marca y publicó Comer y reír, junto a Manuela Da Silveira.

—¿Te parece que tu éxito en la televisión coincidió con el lugar cada vez más relevante que ocupa la gastronomía en la vida de los uruguayos?

—Sí, cuando yo pasé a tener mi programa, Canal 12 nunca había hecho un programa de cocina, no era parte del proyecto de la empresa. Fue súper vanguardista que apostara a eso. Y que apostara a una mujer chica y desconocida. Hasta ese momento no había una cocinera que hubiera impactado en el medio. Estaba Sergio (Puglia) en Canal 10 y había varios espacios, pero no había programas. Fue una apuesta súper linda que yo agradezco mucho que el canal haya hecho en mí.

Tras tres años fuera del aire, hace algunas semanas volvió a la pantalla chica con La vuelta al plato, un programa de TV Ciudad que sale a las ocho de la noche, un horario "muy valioso" que confirma —junto al éxito de MasterChef en el 10— que la cocina es cada vez más protagonista. "Si lo analizás empresarialmente sin duda algo está pasando en Uruguay como para que hoy haya programas de cocina en prime-time. En su momento el programa del 12 fue guau y ahora la propuesta de TV Ciudad habla de una movida y de un interés del público, porque sin el interés del público toda esta rueda no se mueve. Sin duda está pasando algo". En este proyecto Ximena coconduce junto a Pablo Silvera, cantante de la banda Once Tiros.

No es la primera vez que cocina, música y televisión se conjugan en su vida. A su pareja, el músico Max Capote (nombre artístico de Fabián Acosta), lo conoció un día de San Valentín cocinando para Día perfecto. Al año empezaron a salir, dos años después se casaron y hoy esperan su primer hijo (Juan Jacinto) para diciembre. Ambos tienen una vida pública que incorporan "con mucho instinto", cuidándose y, sobre todo, "sumándose mucho" a la actividad del otro. "En ese sentido no tenemos reparo o fórmula, creemos que la pareja está para adentro pero para afuera también. Yo sigo yendo a sus shows y él siempre me ayuda en la empresa o en los eventos. Los dos somos muy fans del trabajo del otro".

Con y sin Max, Ximena es activa en las redes sociales, sobre todo en Instagram, donde postea desde los cursos que da en sus locales —además de La Dulcería tiene un café en sociedad con la diseñadora Caro Criado—, hasta los eventos de Voces Vitales, la ONG de la que es mentora, y el brunch que prepara el domingo a la mañana. Es una herramienta de trabajo más y la encara como tal, de forma natural y sin community manager. "Yo me fui de Canal 12 hace tres años y lejos de desaparecer pasó todo lo contrario. Creo que en ese sentido las redes jugaron un lugar súper importante. En el imaginario colectivo yo seguí estando... Entonces, ahora, mi vuelta fue súper natural, no fue ¿dónde estabas?. Hice muchos shows de cocina y clases, pero el principal cambio es que antes si no estabas en un medio tradicional no existías y ahora hay una plataforma mucho más multimedia que hace que sigas estando. Yo no creo que porque estés en la tele te asegures el éxito, ni que si estás en la tele nadie se va a olvidar de vos. Creo que el estar en la tele es un apoyo y una colaboración a lo que vos tengas para ofrecer".

Delante y detrás de cámaras, para Ximena cocinar es un acto tan natural como irse a dormir o ducharse. Lo tiene incorporado a su rutina, por más que su día empiece temprano y termine tarde. En su familia, la comida sigue siendo la excusa y la mesa el punto de encuentro. Con La vuelta al plato, que se graba en el Mercado Agrícola, logra la compra "casi directa" al productor. "¡Ya no tengo que hacer un stop más!". Es que en su cabeza siempre resuena la pregunta: ¿qué vamos a comer hoy? Manos a la obra, sin pereza y con pasión.

Generación delivery

Ximena nunca hizo dieta, no consume comida procesada y evita los deliverys. De hecho, tiene su propia teoría: que el mundo llegó a "un punto máximo" del consumo de comida chatarra y que está "en un momento bisagra" para volver a apostar por una alimentación saludable. "Lo natural es que vos quieras alimentar tu cuerpo con lo mejor. Y lo mejor es hacerlo ya sea en tu casa o comprarlo en una tienda que vos confíes en que los ingredientes sean buenos; que no te cambien el chocolate por símil". En su casa toda la comida es casera, pero reconoce que es la excepción. "Cuando yo era chica y pasaba a repartir el papelito con mi menú en el edificio, te podías enterar qué cocinaba cada vecino. Hoy, yo vivo en un edificio y no hay olor a nada, lo máximo que te encontrás es al pibe del delivery en el ascensor". Aunque no se define como "anti", no lo concibe como un hábito. "Puede ser una excepción, el día que no tenés ganas de cocinar o llegás tarde, pero no podés alimentarte en base a delivery. Yo estoy segura de que la cocina te hace tener una vida más sana y más feliz. Que para los niños la memoria sea abrir una caja de pizza es un bajón, te saca gran parte de la felicidad que yo tuve y que soy consciente de que existe en la comida casera".

SUS COSAS.

El risotto.

Aunque su creación más célebre es la Torta Piedra, Ximena se reconoce fan de los risottos, que prepara en todas sus variantes. "Me encanta porque es súper versátil y dócil, todo lo que le podés cambiar". Hoy, para ganar en tiempo, cocina varios caldos y los conserva en el freezer.

Jardinería.

En su tiempo libre, además de cocinar y pasear a su perra Gala, Ximena se dedica a la jardinería. El año pasado hizo un curso de suculentas y se enganchó con eso "como terapia", cuenta. "Ahora hago terrarios en el balcón, donde también tengo hierbas aromáticas". Además, al menos dos veces a la semana en su casa hay flores frescas.

Running.

En una casa "súper deportiva", Ximena hizo desde hockey hasta tenis. Desde hace algunos años ella se enganchó con el running y llegó a participar en varias medias maratones. "A nivel creativo me pasa que arranco a correr con un ingrediente y termino con una receta. Es un muy buen momento para crear".

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"Pedir comida puede ser la excepción, no un hábito", dice la chef patissier. Foto: Francisco Flores.

XIMENA TORRESDANIELA BLUTH

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