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Número para un actor valioso

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De acuerdo, José Sacristán está muy bien. Su físico envejecido, su aire demacrado, el cansancio que rezuma en cada gesto y cada movimiento, se ajustan como un guante a su personaje de asesino profesional venido a menos que deambula por remotos paisajes argentinos.

A lo largo de ese periplo se cruza con mucha gente, incluyendo un par de encuentros que para el espectador uruguayo tienen un particular interés.

Uno de ellos es con Roxana Blanco, que no es solamente una de nuestras mejores actrices teatrales sino que ha demostrado ser también muy buena en cine (no siempre se es las dos cosas), y posee una virtud que es la de las grandes estrellas del Hollywood clásico, es decir los seres humanos más interesantes que se hayan visto nunca en una pantalla: la capacidad de llenar el encuadre simplemente con "estar", sin que se requiera nada adicional (a ella se le podría aplicar el mejor elogio que Katharine Hepburn dirigiera a John Wayne: "uno nunca lo pesca actuando"). El otro es el crítico local Jorge Jellinek, que ya había exhibido una personalidad sugestiva en La vida útil (su considerable físico lo ayuda) y la reitera aquí.

Con la película en sí misma hay más problemas. Es, se supone, algo así como una "road movie" en la que Sacristán va de un lado para otro, demuestra haber perdido la capacidad asesina que se le adjudicara o que al parecer tuvo realmente en el pasado, y no parece ir realmente a ningún lado. El viaje a ningunaparte fue el título de otra película española dirigida por Fernando Fernán Gómez en 1986, pero podría aplicarse a ésta.

Experimento, comedia surreal, ejercicio de humor negro. Casi todas esas definiciones y algunas más se han aplicado a este tercer largo de Rebollo (los anteriores fueron Lo que sé de Lola y La mujer sin piano), lo que demuestra que puede ser muchas cosas a la vez, que es casi lo mismo que decir que no es casi nada en particular. Es imposible no experimentar cierta piedad por su terminal protagonista (y ciertamente la labor de Sacristán ayuda). Es más difícil conformarse con la múltiple voz en "off" (más de una, a veces contando lo que se ve, a veces contradiciéndolo: ya se dijo que era un experimento), que durante un rato constituye un juego interesante pero que a la larga resulta una lata. El conjunto es más pretencioso que realmente convincente.

SABER MÁS

EL MUERTO Y SER FELIZ (**)

España 2012. Dirección: Javier Rebollo. Guión: Javier Rebollo, Lola Mayo, Salvador Roselli. Fotografía: Santiago Racaj. Montaje: Ángel Hernández Zoido. Producción ejecutiva: José Nolla, Lola Mayo, Luis Miñarro, Verónica Cura. Elenco: José Sacristán, Roxana Blanco, Vicky Peña, Valeis Alonso, Fermí Reixach, Jorge Jellinek.

CRÍTICA

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