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Magia

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Felisberto Hernández

Llegan, de manera muy oportuna, las obras completas en un solo tomo, con prólogo, selección y notas de Oscar Brando.

EN LA NOVELA Tierras de la memoria el protagonista, un joven pianista de 23 años, viaja en tren junto a un compañero de nombre Mandolión que le resulta muy desagradable: "Aunque yo quisiera, aquel ser que tenía enfrente de mí y a medio metro de distancia, seguiría existiendo durante las ocho horas que duraría el viaje. Yo tenía la mala condición o la debilidad de no poder aislarme del todo de las personas que me rodeaban. Al tenerlas cerca no podía evitar el trabajo de imaginar lo que ellas pensarían. Ellas, con su manera de sentir sus vidas, entraban un poco en la mía y según fuera la calidad de esas personas, así sería el sentido que tomarían los instantes que yo viviría junto a ellas. Entonces no me podía entregar, delante de Mandolión, a pensar en lo que deseaba. Y además tenía dos fastidios: uno, porque hubiera preferido la muerte antes de que él descubriera mis pensamientos en mi cara entregada; y otro por tener que defender mi cara, como si ella fuera una mujer dormida y desnuda. Y todavía —pensando con la condición de aquel bruto— mi pudor parecería femenino y su brutalidad masculina".

Este párrafo es un claro ejemplo de lo que la narrativa de Felisberto puede provocar en la cabeza del lector. Es una escritura que envuelve y lleva por sensaciones, provoca recuerdos, genera placer y también el amargo contraste de imágenes paradójicas. Pero no es sólo esto: hay algo difícil de definir y que, a falta de palabras precisas, llamamos magia. Es decir, algo que nos eleva a un estado superior del alma. No sabemos cuáles fueron los procesos inconscientes que sucedieron en la cabeza del escritor para que esas palabras hayan aparecido así, en ese orden, con esa cadencia, con esa puntuación. Sólo leemos el resultado, nos dejamos llevar como en un estado de gracia, y sentimos de inmediato un profundo agradecimiento.

Hay que leer a Felisberto. Ahora vuelve a librerías recopilado por el crítico Oscar Brando en un solo tomo, Felisberto Hernández, Obra Incompleta. Es un retorno con fintas, pues ha debido sortear las anteriores Obras Completas publicadas por José Pedro Díaz y Norah Giraldi entre los años 1967 y 1974 (6 tomos), que luego se reeditarían ampliadas por el propio Díaz en 1981-1983 (3 tomos), y que cargaron con textos afines a tal o cual obra, cuentos con numerosas versiones, problemas de fechas y otras discusiones que han llevado a que Felisberto sea, junto a Onetti, lo más estudiado por la crítica en las últimas décadas.

Estas cuestiones al lector común no le importan, y Brando lo sabe. Por eso esta selección está pensada para ellos. Están los cuentos y novelas que nadie discute, y si alguno merece reservas tiene un adecuado aporte de notas aclaratorias al pie que no interfiere con la lectura. Esto permite, a futuro, que el lector convertido en fan decida ir más allá e investigar en versiones anteriores de un cuento, o en textos que fueron quitados por el propio Felisberto. El título que Brando eligió, Obra incompleta, puede llevar a engaño; sólo deja afuera materiales marginales.

FELISBERTO HERNÁNDEZ. OBRA INCOMPLETA, con prólogo y selección de Oscar Brando. Ediciones Cruz del Sur/ del Caballo Perdido, 2015. Montevideo, 440 págs.

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