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El regreso de La Carreta

El nieto de José Belloni le da nueva vida a una obra maestra

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Además de ser uno de los más escultores más importantes del siglo pasado, José Belloni tiene el privilegio de ser uno de los pocos que le dijo "no" a Benito Mussolini. Fue cuando el Duce, líder poco afecto a las negativas, le dijo que "La Carreta", el enorme grupo escultórico cuyo bronce Belloni fundía en Florencia, se iba a quedar en la Italia fascista. Eso no iba a ser posible pero antes de llegar a su actual destino, debió permanecer un mes en tierra florentina. Cuando se inauguró, 30.000 italianos celebraron esa instantánea de la campaña uruguaya, retratada con un realismo que aún hoy se presenta subyugante.

Hace 78 años que la estatua es parte del patrimonio estatuario de Montevideo y, desde entonces, una de las obras más arraigadas del imaginario cultural nacional. Eso no la libró del vandalismo, el robo de alguna de sus partes y el mal uso simbolizado en turistas y niños trepándose a ella como si fuera indestructible. No lo era. Y como José Belloni, nieto del escultor, lo vino diciendo durante los últimos 20 años, necesitaba una ayuda para evitar su deterioro. Después de insistir durante todo ese tiempo, Belloni por fin consiguió que la intendencia de Montevideo (por acción directa del intendente Ricardo Ehrlich) más la acción de un privado, dispusiera fondos para reparar el monumento.

El panorama era aterrador. Había unas 40 faltantes de bronce, unos bueyes caídos, el carromato estaba 10 centímetros por debajo de su altura original.

"El daño mayor es el que hizo la gente al subirse", dice Belloni, nieto. "La base se hundió, y lo que más trabajo da es recuperar la armonía del grupo". Hasta esta semana, Belloni y su equipo (integrado por su esposa, también escultora, Yanet Chango, y dos moldeadores, los hermanos Fernández) estuvieron trabajando en la propia carreta, allí en el Parque Batlle, rodeado de turistas que se entusiasman con el monumento y preguntan por el trabajo. Chango siempre tiene una historia para contarles. Han levantado la estructura y moldeado las piezas que faltan. "Hay como un mito de que el bronce es oro", dice Belloni. "Y por la cola de un buey que robaron acá, no pueden darle más de 50 pesos, y con suerte".

Ahora lo que sigue es fundir el bronce y piensan que para abril podría reinaugurarse el monumento. Para eso también hay que acondicionar el entorno, porque Belloni pensó su obra como un paisaje rural donde la fuente refleje el grupo escultórico como un espejo de agua del campo, un camino de piedras marque el sendero que sigue la carreta, y plantas autóctonas den realismo al escenario. Nada de eso fue respetado y hoy una parte de la escultura está tapada por una vegetación bastante molesta, una escalera de concreto permite subir hasta la obra y la fuente, seca, tiene dos enormes macetones de ladrillo en su interior. El que ideó esa reforma no tuvo muy en cuenta las intenciones originales del autor. El nuevo diseño recupera aquel viejo planteo de la obra aunque se le agregará una alarma perimetral (como ya tiene otra obra de su abuelo restaurada por Belloni, el monumento a Rodó ) y cuidador las 24 horas. Para los que creen que la degradación del monumento es producto de estos tiempos tan irrespetuosos, Belloni muestra una foto de su abuelo contra un buey que ya tiene la guampa cercenada. El escultor murió en 1964.

Belloni se autoproclamó "custodio de los monumentos" y desde hace ocho años está haciendo un relevamiento del estado de la estatuaria montevideana. Entre las en peor estado está otra de su abuelo, "La Diligencia" que en el Prado sufre de un deterioro que debería ser detenido ya. "Los monumentos de Montevideo colapsan", sentencia Belloni en medio de "La Carreta", una maravilla escultórica de la que los montevideanos no siempre hemos sido muy conscientes.

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