Una sola elección duró el único candidato presidencial afrodescendiente de la historia uruguaya. Fue en las elecciones de 1938, las primeras en las que se ejerció el voto femenino, y que terminó ganando Alfredo Baldomir.
Mario R. Méndez, candidato a la Presidencia por el Partido Autóctono Negro (PAN), lista 61, relevó a último momento al fundador del partido, el abogado Salvador Betervide, que falleció poco antes de la votación. "Fue un fracaso electoral", recuerda Mario Silva, de Mundo Afro, lo que determinó que el partido se disolviera unos años después.
Es escasa la información existente sobre Betervide, en particular, y sobre la participación de afrouruguayos en la política del país. Una de las explicaciones posibles es que la sociedad uruguaya, al pensarse a sí misma como una sociedad integrada, no promovió estudios sobre discriminación, y la falta de datos permitió que esa idea perdurara.
En la primera ocasión que una persona de raza negra se postuló al Parlamento, en 1872 -apoyado por el diario La conservación, primera publicación de los afrouruguayos- fue rechazado por "indigno", recordó Silva. Se trataba de José M. Rodríguez.
Cuando asumió en esta legislatura el diputado Edgardo Ortuño (Vertiente Artiguista), algunos lo consideraron el primer negro en ser representante nacional, otros recordaron a suplentes que habrían ejercido por breves períodos.
La participación de los negros en la política se dio tradicionalmente dentro del partido Colorado, dijo Ortuño, en la forma de "agrupaciones de amigos", más o menos escuchadas por los diversos represenantes.
Como un antecedente afrouruguayo en las cámaras, Silva dijo que se solía omitir el caso de la senadora Alba Roballo. Pero, más allá de su fuerte vinculación con la colectividad, para establecer si Roballo era afrodescendiene habría que averiguar sobre sus antepasados, aclaró Ortuño.
Algo parecido ocurrió en las elecciones de 1931, cuando parte de la colectividad apoyó al representante colorado Ricardo Zaballa, quien se decía descendiente de africanos. "A nuestro entender, al comprobar la importancia numérica de los negros en Montevideo, (...) consideró que representaban un importante caudal electoral, lo que lo llevó a recordar su pretendida y nunca demostrada descendencia como hijo de la raza", afirma Romero Rodríguez, en su libro Mbundo Malungo a Mundele. Historia del movimiento afrouruguayo y sus alternativas de desarrollo.
Más allá de que Ortuño sea o no el primero, "lo imporante es no ser la excepción que confirma la regla, lo que implica realizar políticas para que los afrodescendientes tengan igualdad de oportunidades para el acceso a puestos de todo tipo, incluyendo de conducción y poder, para romper con la histórica concentración en los puestos de trabajo menos calificados, remunerados y considerados de la sociedad y el mercado laboral", afirmó el legislador.
La llegada de un afrouruguayo a cargo de representante, que pudiera defender políticas para la población negra, era el objetivo del PAN, fundado en 1937 por Ventura Barrios, Elemo Cabral y Betervide. La opción de integrarse dentro de los partidos tradicionales fue desechada, y se optó por la creación de un partido. Sin embargo, los afrouruguayos siguieron votando a los partidos tradicionales. El PAN fue uno de los cuatro partidos políticos basados en la identificación racial que existieron en América.
En las asambleas fundacionales del PAN se argumentó que era "imprescindible que la lucha se entable bajo la creación de un partido propio, autónomo, con absoluta prescindencia de los partidos preexistentes, dado que dichos partidos de ninguna manera podrán interpretar el problema en la verdadera realidad".
Sin embargo, fue a través de la integración a un partido que no defendía exclusivamente los derechos de los negros que Ortuño llegó a su cargo. La creación de un partido basado en la identidad racial, actualmente, "no sería conveniente", opinó el legislador, porque "si bien hay una situación de injusticia, la forma de combatirla debe ser parte de un programa global de profundización de la democracia".
"Hoy hay señales positivas, de sensibilidad hacia el tema, pero no se han traducido en políticas. El debate sobre el diseño de políticas focalizadas, dirigidas a sectores específicos de la población todavía no se ha dado", dijo Ortuño.
"Para todos los partidos, siempre fue un tema difícil de integrar, cuesta ponerlo en la agenda. Desde la izquierda, creo que eso tiene que ver con la tradición de un discurso generalista, universalista, y con el énfasis en las condiciones materiales por sobre cuestiones más culturales", dijo el legislador.