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Edición especial

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IGNACIO ALCURI

Hoy es un día muy especial. Entiéndase hoy por el domingo 25 de octubre, y no por el día en el que escribo estas líneas, que podría ser un día cualquiera, excepto que yo mencioné en más de una oportunidad que no soy de escribir por adelantado, así que asumamos que en este momento para mí es lunes. En realidad es martes, no les voy a mentir.

Pero este diario llegó a sus manos el domingo, y si no lo hizo, usted es de esas pocas personas que prefieren leer diarios viejos en lugar de los diarios del día. Lo siento por usted; prefiero hablarle a la mayoría absoluta que se informa para saber lo que está ocurriendo y no lo que ocurrió. Salvo que usted esté leyendo el diario en la sala de espera del dentista, en tal caso lo compadezco.

Primero lo compadezco por estar en el dentista. Me tocó ir por segunda vez en mi vida el viernes pasado (mi viernes pasado, que ya establecimos que no es el suyo), así que lo acompaño en el dolor. Que en mi caso no fue tanto, quizás por los años que llevo enfrentándome al torno en cada visita al podólogo. Pero dejemos de hablar de mis uñas, que tanto me trauman.

Por un lado lo compadecía por estar en el dentista. Y por el otro, por no tener más remedio que leer diarios viejos, o revistas de chismes viejas, o revistas de comercio exterior viejas. A veces parece que lo hicieran a propósito, para que el sufrimiento ulterior sea menor en comparación.

Me perdí. Ah, decía que es un día muy especial, hoy, domingo 25 de octubre. Acto eleccionario, ése que los amantes de las frases hechas gustan llamar "fiesta cívica". ¿Ya votó? Si la respuesta es afirmativa, haga una pequeña muesquita al borde de esta página. Si la respuesta es negativa, haga dos muesquitas. No pregunte cómo, pero yo me voy a dar cuenta.

Si todavía no votó, hágalo ahora mismo. No deje todo para último momento. Esta columna estará aquí cuando regrese, se lo prometo. Una cosa es sentir las muescas de la página y otra muy diferente es sacar este texto de la página. Todavía no existe la tecnología para hacerlo posible.

Qué bueno que ya esté de regreso. Y a usted, que sí había votado, qué bueno que se haya encontrado con el párrafo anterior y aún así continuó la lectura, confiado de que el texto volvería a incluirlo. ¡Enhorabuena!

Ahora apróntese para esperar el resultado. Tómelo como un evento deportivo, y diviértase levantando apuestas. Y no me refiero al resultado electoral, sino al orden en que los canales cubren la apertura del primer sobre. Diversión asegurada mientras ellos se desesperan.

Esa es solamente la ensalada, porque el plato principal es el momento en que dan los resultados. Para eso, le aconsejo que ponga varios televisores uno al costado del otro, y esté atento a las apariciones de los politólogos en simultáneo. No trate de calcularlo por la hora que aparece sobreimpresa en cada canal, porque se dará cuenta de que justo justo justo ese día los relojes no están tan coordinados.

Decore el ambiente con banderas de su preferencia, y si no las tiene (tanto las preferencias como las banderas) asegúrese de tener suficientes papas fritas y manicitos para disfrutar de la transmisión televisiva. Cotillón y snacks, como cualquier "fiesta cívica" que se precie de tal. Y si el resultado no es el que usted esperaba, recuerde que no se puede perder si no lo dejan jugar. Por muchos juegos más.

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