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Conectados al nacer

| Los niños y jóvenes del siglo XXI están creciendo en un entorno donde la tecnología es una reina cada vez más venerada. Celulares, videojuegos e Internet son parte de un universo virtual que a veces, ante el pasmo de los padres, avasalla al mundo real. Efectos: aprenden más rápido, no gustan de los libros, les incomoda el silencio y están hiperestimulados, afirman los expertos.

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El País

MARÍA INÉS LORENZO

"Vivimos en una época donde el aburrimiento parece ser el peor de los castigos y, por tanto, las nuevas generaciones hacen un continuo esfuerzo para huirle".

Lo primero que hizo Juan, de nueve años, cuando abrió su regalo fue mandarle un mensaje de texto a su mejor amigo: "¡Tengo el último juego de la Play!" La respuesta no se hizo esperar: "¡Conectate así me lo mostrás por la webcam!" El resto de la tarde transcurrió mientras chateaban, hablaban con sus contactos del Facebook, intercambiaban fotos, se recomendaban sitios para bajar música al iPod, y, de reojo, daban un vistazo al televisor encendido.

Por más esfuerzo que hagan, los padres no terminan de entender (ni a veces de aceptar) ese comportamiento. Es que cuando ellos eran pequeños disfrutaban su tiempo libre jugando a "la bolita", las muñecas, la rayuela o la mancha. Internet directamente no existía y, con suerte, su mayor aproximación a la tecnología fue a través del Atari o la maquinita individual del Tetris. Y aunque ambos escenarios están separados por solo un par de décadas de distancia, a veces da la impresión de que transcurrieron siglos.

El cerebro humano responde con plasticidad al contexto al que está expuesto, por lo que es esperable que se presenten cambios en una cultura muy tecnificada. Sin ir más lejos, a los niños y jóvenes de hoy se los llama "2.0" porque están acostumbrados a la existencia de múltiples estímulos simultáneos. Es una generación que se incomoda ante el silencio; le cuesta concentrarse en una sola cosa, así como estar sin conexión a aparatos proveedores de compañía.

¿Qué cambió en la psiquis infantil luego de la revolución tecnológica? ¿De qué manera se ha modificado la forma de jugar, aprender y relacionarse? ¿Las nuevas generaciones son más inteligentes? ¿Aprenden más rápido? ¿Leen menos?

"Los niños de hoy reconocen antes los números, letras, idiomas, y manejan mejor la coordinación viso-motora en comparación a sus padres y abuelos. Sin embargo, tienden a estar más motivados por lograr una meta, sin disfrutar del proceso", señala Pamela Sicalo, psicoterapeuta de niños y adolescentes. Para ilustrarlo, cita el análisis de una neuróloga británica que sostiene que hoy, a través de juegos virtuales, los niños pueden rescatar a una princesa cautiva en la torre, y lo hacen cada vez mejor, pero se pierden la historia: entender quién es esa princesa, si sufre o no, cómo llegó hasta allí. Es decir, todo lo que se obtendría en un libro.

No obstante, según Sicalo, muchas veces el disfrute y el deseo por "conocer" se deben construir, y asegura que en esa construcción se asemejan los niños de todas las generaciones. La experta cuenta, por ejemplo, que en la sala de espera de su consultorio hay varias revistas y un libro de Mafalda. "Es una constante ver a niños que sus padres califican como `adictos a la Play` (una de las consolas más famosas) disfrutando junto a ellos de la lectura porque en ese espacio encuentran tiempo, tranquilidad, sumado a la compañía del adulto cómplice y el estímulo auditivo de la melodía clásica que se escucha de fondo". Es muy probable que el niño no eligiera leer Mafalda si en la sala hubiera una computadora o un televisor, reflexiona Sicalo.

Opina igual Rosa Díaz, neuróloga infantil del Hospital Pereira Rossell, quien señala que el desarrollo de las tecnologías está condicionando la forma de actuar del cerebro, llegando incluso a cambiar la estructura neuronal. "El sistema nervioso central organiza y reorganiza su funcionamiento de acuerdo a los estímulos del contexto social, haciendo que se potencien las habilidades del hemisferio derecho del cerebro, que es el que interviene más en la resolución de problemas, en el uso de la lógica, y en el manejo de la información visual".

Y eso no significa que los niños y jóvenes de hoy sean más inteligentes, simplemente desarrollan habilidades diferentes, agrega otra neuróloga infantil del Pereira Rossell, Sandra Berta. De hecho, - indica- la mayoría de ellos son menos claros a la hora de comunicarse verbalmente.

Es más, según el psiquiatra de niños y adolescentes Miguel Ángel Cherro, es posible que las nuevas generaciones muestren un incremento de su capacidad para resolver nuevos desafíos, pero a su vez, ante un ritmo cultural moderno tan vertiginoso, exhiben una versatilidad e impaciencia que conspira contra las pautas tradicionales de aprendizaje. "Los chicos hoy leen menos y hablan peor. No es infrecuente que para decir simplemente `voy a esperar el ómnibus` expresen `este...¿viste?... yo ahora... este... voy ahí porque viene el coso...¿viste? y entonces...¿tamo?`. ¡Corno!: ¡¡¡voy... a... esperar... el... ómnibus!!!", ejemplifica con humor Cherro.

De ahí que el especialista considere necesario reformular las metodologías de educación y adaptarlas a las nuevas exigencias. "También es fundamental que los padres (o la familia) sepan introducir momentos de reflexión en el hogar, ya sea a través de una conversación diaria con sus hijos o juegos de mesa".

¿Más equilibrados? La forma de incorporar los conocimientos se ha vuelto más multisensorial, divertida y menos ligada al esfuerzo y sacrificio, opina en tanto el psicólogo Roberto Balaguer, experto en tecnología. Según él, las nuevas generaciones equilibran mejor la racionalidad y afectividad, y la palabra y la imagen. "Leen menos libros, pero sí leen en pantalla y escriben mucho más que antes", asegura.

También señala que los niños y niñas no se comportan de igual manera en la era digital. Ellas se acercan más a las tecnologías que ponen en juego la comunicación y el intercambio (chat, redes sociales y mensajes de texto), mientras que los varones prefieren la exploración y los videojuegos.

Y a pesar de que estas herramientas aparentan ser muchas veces violentas, en realidad constituyen la tecnología paradigmática de la sociedad del conocimiento, porque son el escenario privilegiado a la hora de tomar decisiones, dice el psicólogo. "En los entornos gráficos la información fluye y el jugador debe elegir permanentemente qué camino tomar para alcanzar la meta. Cada pantalla presenta nuevos problemas y al final, el éxito depende de la decisión tomada", agrega, y reflexiona que hoy, con excepción de los videojuegos, son pocas las instancias que tienen los jóvenes para hacer un ejercicio tan potente en la toma de resoluciones.

"La era digital infiere y modela el comportamiento de los niños, y con una doble finalidad, ya que hoy jugar es prepararse para la vida adulta", concuerdan las neurólogas Díaz y Berta. Y eso puede ser beneficioso siempre que la tecnología se incorpore en el momento y con la intensidad adecuada, acotan.

"Es que el cerebro del niño está compartimentado en distintas funciones (memoria, lenguaje, percepción, concentración) y no todas maduran simultáneamente, lo que significa que cada edad está preparada para recibir estímulos diferentes", explica Berta.

Por ende, si se hiperestimula a los chicos con imágenes y sonidos desde muy tempranamente se corre el riesgo de romper el funcionamiento natural del cerebro, lo que puede traer aparejado patologías como la hiperactividad o el déficit de atención. "Hay veces que bebés de seis, siete meses, ya están expuestos frente a un televisor, cuando lo recomendable es que lo hagan después de los dos años, y siempre bajo un uso supervisado por la familia y avalado por un especialista", sugiere Díaz.

Padres preocupados. De acuerdo a la experiencia de Balaguer, las consultas de los padres por el comportamiento "tecnológico" de sus hijos son cada vez más frecuentes. Les preocupa el chateo permanente de los adolescentes, y muchas veces les angustia que los menores se contacten con desconocidos a través de Facebook.

La psicóloga Pamela Sicalo no recibe más consultas que antes por los efectos de la "revolución digital", pero se atreve a estimar que aumentarán en los próximos años. No obstante, revela que cuando los progenitores acuden al diván, sus preocupaciones más frecuentes se relacionan con la dificultad para poner límites frente a la cantidad de tiempo que sus hijos pasan frente a la tevé y los videojuegos.

Por otro lado, la psicoterapeuta confiesa que los adultos también observan cada vez más situaciones de acoso cibernético entre los propios chicos, quienes suben información agraviante de compañeros o desconocidos en la red.

"En general, los padres no pueden creer cómo sus hijos pasan horas casi hipnotizados con los videojuegos", dice Sicalo.

¿Por qué les atrae tanto esa tecnología? Primero, porque proponen variedad de estímulos con formas, colores y sonidos que accionan todos los sentidos a la vez y distraen, opina la psicóloga. Y reflexiona: "La variedad de juegos es tan amplia que capta la atención de niños y niñas en las diversas etapas de la vida. También brindan la posibilidad tanto de la popularidad como del anonimato, gustos que bien pueden ser compartidos o mantenidos en secreto".

La experta ha "comprobado" también que los chicos encuentran en casi todas las tecnologías la posibilidad de sobrellevar el tedio cotidiano. "Vivimos en una época donde el aburrimiento pareciera ser el peor de los castigos y, por tanto, las nuevas generaciones hacen un continuo y permanente esfuerzo para huirle".

Para Sicalo esa es una de las mayores desventajas del uso de la computadora, la tele o los video- juegos. "La forma más importante de aprendizaje para los humanos es la interacción cara a cara con otros. De esa manera es que se aprende a compartir, empatizar, a tolerar las frustraciones y a respetar".

Sandra Yorio, maestra de la escuela pública número 5, coincide, y confiesa que según su experiencia los niños de hoy han perdido algunos valores. "Si bien el trato con ellos en general es muy bueno y gracias a Internet es más fácil estimularlos y acercarles el conocimiento, lo cierto es que ha perdido mucho el respeto hacia sus maestros. Te pueden contestar y hasta decir malas palabras. Eso antes era impensable", dice Yorio, quien lleva 19 años dando clases. De todos modos, ella considera que los avances tecnológicos favorecieron el aprendizaje porque incrementaron la comunicación y el acceso a la información. "A veces los propios chicos nos explican funcionamientos específicos de las computadoras o teléfonos móviles".

En este marco entra incluso el Plan Ceibal. Para la maestra, si bien la implementación de las laptops ha sido "muy positiva", también tiene algunas contras. "Hace alrededor de un mes que las entregaron y los niños están bastante exaltados. De hecho, tuvimos que reducir su uso porque a la hora del recreo ellos no se despegaban de la pantalla", cuenta la maestra.

En el consultorio del pediatra Juan Carlos Gambetta, del Hospital Pereira Rossell, los niños no han perdido el respeto por el médico. "Lo que sí hay es un grado mayor de confianza por parte de ellos: la mayoría de las veces te tutean y preguntan el número de teléfono para luego llamarte ante una eventual duda", señala el médico, quien admite que hoy es bastante común que los chicos lleven consigo a la consulta su propio teléfono móvil.

Al pediatra le parace "constructivo" que los menores manejen con fluidez las nuevas tecnologías (si no se abusa de ellas), y la única dificultad que les encuentra se relaciona con el manejo de la información. "Hay veces que en las consultas junto a sus padres se nombran palabras vinculadas con su salud y luego en sus hogares los niños las googlean para ver de qué se trata. En algunos casos eso resulta perjudicial para el niño porque puede entrar a sitios donde la información no es fiable y pensar que tiene alguna enfermedad".

Si bien hoy los chicos nacen inmersos en la tecnología, es vital que su uso esté supervisado. No hay que olvidar que, como niños que son, aún conservan su ingenuidad.

Mitos y verdades sobre el uso de videojuegos

En vez de preguntarse qué tan buenos o malos son los videojuegos para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños, habría que examinar qué tan informados están los padres (o adultos) sobre esa tecnología. De ellos dependerá que los juegos sean provechosos o perjudiciales, y por eso es bueno que sepan poner adecuadamente límites, dice la psicóloga Pamela Sicalo.

El psiquiatra de niños y adolescentes Miguel Ángel Cherro opina igual, y también considera que el hecho de que las generaciones más jóvenes nazcan con un conocimiento incorporado del manejo de la tecnología con respecto a los adultos no implica "para nada" que éstos deban desentenderse del asesoramiento y orientación de los videojuegos infantiles. "Si sus contenidos puntean el matar personas inocentes, robar autos, atropellar gente o transgredir normas son decididamente negativos y deben ser combatidos", exhorta Cherro. "Que haya avances tecnológicos no significa que se pierda la ética", enfatiza.

Una vez asegurado eso, la psicóloga Sicalo aconseja que los chicos no pasen más de dos horas por día en total frente a las tecnologías, incluidas la televisión, la computadora y los videojuegos.

"Los padres también deberían preguntarse cuánto tiempo pasan ellos mismos frente a una pantalla y cómo están sus hábitos en cuanto a las actividades físicas, sociales y recreativas que desarrollan, porque ellos son justamente el ejemplo que los pequeños siguen", agrega la experta.

Si bien admite que hay casos extremos en los que los juegos de computadora y PlayStation, o consolas similares, pueden generar adicciones o hasta producir un paro cardíaco, también considera que el mito más importante con respecto a los videojuegos es creer que en sí mismos tienen un poder sobre los niños que los propios padres no pueden prevenir, cuando eso es un error. "La familia no debería temer tanto a esa tecnología sino a la falta de control y educación sobre sus hijos, y al poco afecto y tiempo compartido con ellos. Los padres deberían recordar que a pesar de una aparente indiferencia de los niños, no hay nada más estimulante para ellos que la atención y amor de quienes más quieren", concluye Sicalo.

Equilibrio ayuda a enriquecer

Una exposición prolongada y frecuente a la tecnología (computadoras, videojuegos y televisión) puede ocasionar riesgos físicos, emocionales y sociales si no se alterna con actividades físicas y al aire libre, señala Pamela Sicalo, psicóloga de niños y adolescentes.

Coincide Juan Carlos Gambetta, pediatra del Hospital Pereira Rossell. "Está comprobado que los niños que no gastan energía y pasan más de dos horas frente a una pantalla tienen más probabilidades de padecer obesidad, hipertensión arterial, colesterol y problemas de columna".

No obstante, según Sicalo, el riesgo pasa por la falta de entrenamiento en habilidades sociales "imprescindibles" que sólo se incorporan a través del contacto personal de familia y amigos. Ambos expertos concuerdan en que la tecnología puede enriquecer la vida de niños y jóvenes si se relaciona equilibradamente con la naturaleza, los demás y consigo mismos, ejercitando la reflexión.

Las cifras

50% De jóvenes entre 9 y 17 años utiliza a diario varias tecnologías a la vez. La cifra es similar en Uruguay, dicen los expertos.

50% Porcentaje de niños varones que utiliza videojuegos para mayores de 18 años. En el caso de las niñas la cifra es del 15%, dice el psicólogo Roberto Balaguer.

25% De las niñas admite que si sus padres conocieran el contenido de algunos de sus videojuegos no les permitirían usarlo. En los niños la cifra asciende al 50%.

50% Porcentaje que ilustra la cantidad de padres que no conocen qué es lo que hacen sus hijos frente a una pantalla de computadora, según la experiencia del psicólogo Balaguer.

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